Con una modificación a la normativa vigente, la Unión Europea confirma que se eliminan las restricciones a la importación de miel desde la Argentina.
La Comisión Europea publicó la nueva Directiva de la Miel, en la que se que considera el polen como un componente natural de la miel y no un ingrediente de la misma, por lo que queda excluida de los productos prohibidos en el Viejo Continente por haber sido elaborados con ingredientes que contienen organismos genéticamente modificados (OGM).
Así, se pone fin a una problemática iniciada en 2011, cuando un fallo del Tribunal de Justicia de la Unión Europea estableció que los productos que contengan como máximo el 0,9% de ingredientes genéticamente modificados deben notificarlo en sus envases. La reglamentación había significado un duro golpe para la apicultura argentina, ya que el 86% de la producción nacional de miel se concentra en la región Centro, zona donde se ubica la mayor parte de los cultivos cerealeros que contienen los OGM.
Después de un año de evaluar opciones que le permitieran estar en línea con el fallo del Tribunal y, a la vez, evitar su impacto negativo sobre el comercio de la miel, la Comisión Europea modificó la Directiva 2001/110/CE sobre la miel, al introducir “una mención especial que aclara que el polen no es un ingrediente sino un componente natural de la miel”, explicó la Secretaria de Desarrollo Rural del Ministerio de Agricultura, Ganadería y Pesca de la Nación, Carla Campos Bilbao.
De esta manera, las mediciones sobre presencia de OGM se medirán sobre el total del volumen de la miel, cuando con la anterior normativa se medía sobre el total de polen presente en la misma, lo que indefectiblemente arrojaba valores superiores al 0,9% permitido por la UE.
La funcionaria señaló también que “la aprobación final de la modificación a esta Directiva evitará una enorme carga económica para las Pymes y productores familiares de los países exportadores de miel, asegurando el desarrollo adecuado de la producción de miel en nuestro país, respetando los estándares del Codex Alimentarius y garantizando los flujos tradicionales del comercio”.
Campos Bilbao señaló también que “Argentina fue el tercer país más activo en las gestiones frente a la Comisión Europea y el Parlamento Europeo para lograr alguna solución al problema” y recordó que “en su momento, Argentina también planteó el tema en el Comité de Medidas Sanitarias y Fitosanitarias y el Comité de Obstáculos Técnicos de la Organización Mundial del Comercio”.
Por su parte, el Consejero Agrícola de la Embajada Argentina ante la Unión Europea, Gastón María Funes, explicó que con la nueva normativa sólo serían pasibles de rechazo en las fronteras europeas “las mieles exportadas en la cual se detecten trazas de OGMs que no estén aprobados en la Unión Europea, ya que la miel ha quedado bajo el ámbito del Reglamento de OGM 1829/2003 a partir del fallo del Tribunal de Justicia en 2011”.
De todos modos, puntualizó que “no obstante, para las detecciones de trazas de OGM que ya están autorizados por la UE el umbral del 0,9% sobre el cual debe etiquetarse la miel como ‘contenido OGM’ nunca será alcanzado debido a las características propias de la miel, ya que dicho porcentaje debe medirse sobre el volumen total de la miel”.
La nueva reglamentación abre las esperanzas de los productores nacionales para reactivar la comercialización de miel hacia las naciones del Viejo Continente, las principales importadoras de miel en el mundo.
La Argentina es protagonista en el mercado internacional de la miel. Constituye el segundo exportador y el tercer productor a nivel mundial. Es responsable de producir un 10% de la miel que se consume en el mundo y el 75% del producto apícola de Latinoamérica.
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