El 7 de marzo de 1965 el puente de Edmund Pettus se tiñó de sangre cuando la policía reprimió a centenares de personas que marcharon desde Selma a Montgomery, en el sureño estado de Alabama, para exigir el derecho al voto de los negros en Estados Unidos.
Inspirados en Martin Luther King, los manifestantes no lograron finalmente su cometido, ya que la policía los reprimió con palos y gases lacrimógenos, pero las imágenes fueron difundidas por la televisión estadounidense en un episodio que se conoció con el nombre de “domingo sangriento”.
King, el líder negro que había recibido el Premio Nobel de la Paz en Oslo el 14 de octubre de 1964, viajó inmediatamente a Alabama, donde el gobernador George Wallace apoyaba la segregación racial.
En ese estado sureño sólo votaban el 2% de los negros (300 de 15.000). Eran los tiempos de la Guerra de Vietnam que finalizó en 1975 con la derrota de las fuerzas estadounidenses que combatían a los comunistas.
Aquella marcha se realizó en protesta por la muerte de Jimmie Lee Jackson el 18 de febrero de 1965, tras recibir un disparo del oficial de la policía James Bonard Fowler cuando trataba de proteger a su madre y a su abuelo en un café de esa ciudad.
Las manifestaciones formaban parte del Movimiento por los derechos civiles y resultaron decisivas para que cinco meses más tarde el presidente Lyndon B. Johnson aprobara la Ley del derecho al voto que prohibía la discriminación racial en toda la Unión.
Sin aceptar la propuesta conciliadora que le ofrecía Johnson, King comenzó a organizar una segunda marcha para el 9 de marzo convocando a blancos y negros de todo el país a viajar a Selma para cruzar el puente de Edmund Pettus.
Por lo tanto, alrededor de 2500 personas marcharon de nuevo de Selma a Montgomery (unos 80 kilómetros), pero en esta oportunidad las autoridades recibieron la orden del gobernador Wallace de no reprimir la protesta.
Cuando muchos de sus seguidores le pedían que continuara con la protesta, King rezó tras cruzar el puente pero no quiso incumplir con una orden judicial que rechazaba la realización de la marcha.
Mientras los negros y los blancos volvían a sus lugares de origen, fue atacado a palos el clérigo blanco de Boston James J. Reeb, quien murió dos días más tarde.
Entre el 21 y 24 de marzo se realizó la tercera marcha de Selma a Montgomery, luego de que un juez federal pidiera al Estado que no bloqueara la protesta.
Finalmente, las manifestaciones pacífistas terminaron de convencer a las autoridades del Partido Demócrata y el presidente Johnson firmó meses más tarde la Ley de Derecho a Voto, aboliendo los tests de alfabetismo que eran un requisito previo para votar.
“En Selma, King fue uno más de los muchos héroes”, dijo el analista A.O. Scott en un artículo del diario The New York Times.
Aquella gesta contra la discriminación racial fue reflejada recientemente en la película “Selma”, de la directora estadounidense Ava DuVernay, quien luego fue nominada a la mejor película de la Academia de Artes y Ciencias de Hollywood, sin lograr ese objetivo.
“Es inadmisible que ellos usen su poder para acallar nuestras voces. A aquellos que lo hicieron antes, les digo: No más. Tenemos que manifestarnos, tenemos que levantarnos”, dice Luther King, según dicha película.
Mientras el filme provocaba polémica en el país, el presidente Barack Obama organizó una proyección privada de Selma en la Casa Blanca.
El nuevo aniversario de lo ocurrido en el sur estadounidense recuerda los disturbios raciales de fines de noviembre de 2014 en el condado de Ferguson, donde un policía resultó absuelto por la justicia tras matar el 9 de agosto de ese año a Michael Brown, un joven afroamericano (que estaba desarmado) en el Estado de Missouri.
Brown recibió seis balazos por parte del policía Darren Wilson, tras resultar sospechoso de un asalto cometido cinco minutos antes.
También se recuerda la figura de King, un pastor de la Iglesia bautista que fue asesinado el 4 de abril de 1968 en el Estado de Tenesse, quien en una oportunidad admitió que se sentía atraído por las ideas filosóficas del pacifista indio Mahatma Ghandi.
El 28 de agosto de 1963, ante más de dos millones de personas que se habían reunido frente al monumento a Abraham Lincoln en Washington D.C, King afirmó:
“Yo tengo un sueño: que esta nación un día se elevará y vivirá el verdadero significado de su credo, creemos que estas verdades son evidentes: que todos lo hombres son creados iguales…”.
“Yo tengo un sueño: que mis cuatro hijos pequeños vivirán un día en una nación donde no serán juzgados por el color de su piel sino por el contenido de su carácter…”, dijo King en ese discurso inolvidable.
(Fuente: Telam.)
Vidal: “Necesitamos que todos acompañen este nuevo modelo político”
Acuerdo con el Banco Santa Cruz para solventar clientes y proporcionar créditos al sector productivo
0 comments