A pedido de vecinos y comerciantes, el drone desenmascaró esta vez el comercio clandestino en el barrio de Liniers, donde veredas y calles se encuentran invadidas en forma continua como si fuera una gran feria a cielo abierto. Allí, los manteros elaboran estructuras para ofrecer variada mercadería que se entremezcla con basurales y comida norteña elaborada sobre carritos de supermercado. El absoluto descontrol del espacio público y la falta de control bromatológico alerta a los residentes de la zona y como recuerdo del mercado ilegal se puede obtener hasta una foto con una llama.
La Confederación Argentina de la Mediana Empresa (CAME) filmó con un drone la avenida Rivadavia y sus calles aledañas, en el barrio porteño de Liniers, para dar cuenta de la competencia desleal y de la usurpación del espacio público que desde hace tiempo afectan a los comerciantes y vecinos del lugar.
De acuerdo con el último relevamiento realizado por la Federación de Comercio e Industria de la Ciudad (FECOBA), entidad adherida a CAME, en el mes de mayo Liniers ocupó el tercer lugar en el ranking de la ilegalidad, después de Once y de la Av. Avellaneda. En total, 761 puestos informales se ubican en la zona, distribuidos en la Av. Rivadavia y las calles Cuzco, Ibarrola, José León Suárez, Ramón Falcón y Viedma. La característica principal que adopta el comercio informal en este barrio es que ya no se trata de simples mantas sino de meseteros armados con estructuras de mesas, caballetes, cajones y sillas.
La ubicación de los improvisados puestos de gran magnitud, uno al lado de la otro, hace que las veredas se tornen intransitables. Además se expanden también alrededor del ferrocarril, en torno al andén, donde los meseteros se instalan de manera tal que bloquean buena parte del cruce peatonal.
Los productos que se ofrecen abarcan todos los rubros (indumentaria, marroquinería, juguetes, verdulería, bijouterie, etc.), como si fuera una gran feria a cielo abierto. Pero además, en Liniers la oferta de comida alrededor de focos de basura constituye un lamentable polo gastronómico sin igual.
Al grito de “hay chicharrón casero” o “chipá”, se ofrecen -sin ningún tipo de control bromatológico- sobre la calle Ibarrola, lindante a la colectora de General Paz, diversos platos de la cocina norteña, elaborados sobre carritos de supermercados.
El último relevamiento realizado por la CAME concluyó que el comercio clandestino genera alrededor de $ 3.638 millones mensuales. La Ciudad de Buenos Aires es el distrito del país más afectado por la informalidad. Entre saladitas y manteros hay 12.268 puestos ilegales.
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