Este domingo, la comunidad “Nehuen Mapu” de la ciudad del Gorosito preparó una comida milenaria en su sede.
La experiencia del Curanto no es sólo gastronómica, aunque de por sí ya es algo riquísimo, colorido y repleto de sabores y de consistencias sorprendentes.
En la “ruka” de Nicolás Meliñanco, docente de música y –a esta altura- una especie de “lonko” de la comunidad mapuche-tehuelche “Nehuen Mapu” de Caleta, un grupo de “mapus” y “huinkas” prepararon todo desde bien temprano.
A las 08:00 horas del domingo calentaron las piedras en lo profundo de un pozo de casi dos metros de longitud por uno de ancho; y cincuenta centímetros (o un poco más) de profundidad.
Una vez calentadas las piedras se retiró el fuego y las cenizas y, tras una ceremonia ritual donde se agradeció a la tierra y su “nehuén” se colocaron los elementos: zapallos, cebollas, berenjenas, carne de vaca, de capón, de pollo, embutidos, papas. Luego se cubrió todo con un manto de tela, y después se tapó el suculento preparado con mucha tierra.
Así quedó la comida durante dos o tres horas. Mientras, “Nico” colocaba música mapuche, y los invitados tomaban mate y departían sobre las ceremonias.
Además de un cronista de “La Vanguardia del Sur”, estuvieron integrantes de la carrera de la licenciatura en Comunicación Audiovisual de la UNPA-UACO retratando todo con sus cámaras; algunos turistas amigos; docentes de escuelas y el grupo de la Escuela 65, del Club de Ciencias, que están investigando el tema de los pueblos originarios en el presente.
A las 13:30 horas, aproximadamente, el “lonko” de la comunidad mapuche tehuelche “Nehuen Mollfün” de Pico Truncado, fue invitado a expresar una rogativa antes de destapar el preparado. Sara Miranda, cantante del grupo, tomó un kultrun y acompañó con su ritmo. Al lado estaban las sobrinas y pequeñas amigas mapuches de la familia, vestidas a la usanza tradicional.
Así, luego de esa ceremonia, se destapó el preparado. Lentamente quitaron la tierra y luego la enorme tela. Y por fin apareció, humeante, todo el preparado, ya listo. Efluvios de tierra mojada enriquecida por las verduras y las carnes aromatizaron esa esquina del barrio Rotary 23.
Luego se colocaron los elementos en la gran mesa familiar, en un salón que cuenta hasta con un pequeño escenario decorado con una enorme bandera mapuche-tehuelche, lugar donde en la sobremesa los hermanos Meliñanco y Sara interpretaron canciones patagónicas, en español y en mapuzungun.
“En este movimiento de celebración, vinieron amigos a degustar la técnica milenaria del curanto. La comida conectada a la tierra, porque no se trata de sólo hacer el pozo, sino de recibir el nehuén de la mapu”, expresó Nicolás. Dijo que los ingredientes varían de acuerdo a la región. “Como nuestro origen común (de los Meliñanco) es la cordillera, el curanto en la cordillera es con carne”, explicó.
“Esto es todo comunitario, porque todos participan poniendo las piedras, encendiendo el fuego, colocando las verduras”, dijo.
(Fuente: La Vanguardia Sur.)
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