Un joven negro de 19 años desarmado murió a manos de un policía en Arlington, días antes de que en Ferguson se recordara hoy el aniversario de la muerte de Michael Brown, que desató protestas y abrió un debate sobre el racismo y la brutalidad policial.
El jefe de la policía de Arlington, Will Johnson, informó hoy a la cadena de televisión CNN que dos policías mataron a Christian Taylor, un estudiante de la Universidad estatal de Angelo, luego que éste estrellara un auto contra el escaparate de una concesionaria de autos en Arlington, en el estado de Texas, el viernes pasado.
Los policías dijeron que Taylor intentaba robar la concesionaria y que no respondió a sus pedidos de que se entregara. Por eso, sostienen, provocó el “enfrentamiento” con los oficiales, según reprodujo la agencia de noticias DPA.
Sin embargo, el único que disparó -y lo hizo cuatro veces- fue uno de los policías, que ya fue “suspendido de forma rutinaria”, según Johnson. Taylor estaba desarmado.
Es difícil poder contrarrestar la versión policial ya que, por ahora, no aparecieron testigos o un video, como sucedió en otros casos, en los que quedó comprobado que los policías involucrados mentían y mataron a veces a quemaropa, otras veces ahorcando a un detenido e incluso provocando heridas fatales.
Por eso, miles de militantes y miembros de la comunidad negra en Estados Unidos ya sumaron la muerte de Johnson a la larga lista de las personas desarmadas que murieron a manos de la policía en este último año.
En realidad, los abusos y la brutalidad policial es mucho más antigua, pero hoy hace exactamente un año nació un nuevo movimiento de resistencia, sin jerarquías ni conducción, muy vinculado a la juventud, a los barrios y a las nuevas redes sociales, especialmente Twitter.
El disparador de este nuevo movimiento de resistencia de la comunidad negra fue el asesinato de Michael Brown en Ferguson, en el estado de Missouri.
El 9 de agosto de 2014 el cuerpo herido de Brown permaneció tendido cuatro horas en el asfalto de Ferguson, un suburbio en el que la mayoritaria población afroamericana tiene una escasa representación en las instituciones y los cuerpos de seguridad.
“Sin justicia, no hay paz”, gritaron entonces miles de personas, que hicieron de “Black Lives Matter” (La vida de los negros importa) un nuevo movimiento de lucha contra la brutalidad policial y la impunidad en la que quedó la muerte de Brown y luego la de otros afroamericanos.
Darren Wilson, el agente que disparó contra Brown, quedó en libertad sin cargos, aunque fue expulsado de la Policía local, a la que ha intentado volver sin éxito, según publicó esta semana la revista The New Yorker.
Desde la muerte de Brown y a través de la ola de abusos policiales y las masivas protestas que provocó en todo el país, todos los estamentos políticos repudiaron la violencia, pero siempre sostuvieron que es un problema puntual, no estructural de las fuerzas de seguridad y de las instituciones del país.
Por eso, poco ha cambiado desde la muerte de Brown a nivel institucional.
Lo que sí ha cambiado es la organización de miles de afroamericanos que están atentos a cada agresión, abuso y asesinato cometido por un policía para poder denunciarlo, aunque sea en las redes sociales, y desde allí desafiar al discurso hegemónico de los medios de comunicación.
Hoy este nuevo movimiento organizado realizó varios actos y ceremonias en Ferguson para recordar a Brown y a los muchos que murieron antes y después de él a manos de un Estado que sigue discriminando a sus ciudadanos negros.
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