Rafael Lim después de ser noticia la semana pasada por recibir una golpiza mientras entrenaba, días antes le había contado a AHORA CALAFATE como fue este nuevo desafío de 73K en Chile hace un par de semanas atrás. Acá su crónica en primera persona para nuestros lectores.
Luego de otra de mis “odiseas”, llegué a Puerto Varas el viernes a la 17.00 hs, justo a tiempo para la acreditación de Vulcano Ultra Trail, la última de mis carreras de 2015. Luego de la charla técnica (que me “asustó” un poco), y gracias a la amistad y a la gentileza de Fran, una tremenda amiga que me dio la montaña a mediados de este año, me alojé en su casa. Hice una comida ligera con un par de sándwiches de salame y queso y me acosté tempranito. Ya que había que estar en la Plaza de Armas a las 02.00 AM, para luego ser trasladados a Petrohué (Punto de Partida y Meta). Esta vez el despierte lo programé para las 00.30 AM, pero no fue necesario escuchar la alarma. El reloj biológico hizo que abriera los ojos a las 00.00 hs.
Como de costumbre, antes de acostarme ya había dejado todo mi equipo preparado. En esta oportunidad prescindí de “drop bag”; uno de los Puntos de Asistencia (PAS) en el km32 de carrera, era especialmente para dejar un bolso de corredor; pero esta vez decidí que no iba a dejar ropa de recambio. Sabía, o al menos pensaba, que todo lo que llevaba en la mochila, era lo que iba a necesitar.
El viaje hasta el punto de largada fue de 1h en total oscuridad. Fue muy lindo llegar a Petrohué y ver una noche totalmente despejada con un cielo repleto de estrellas que hacía parecer que ya no cabía una más.
Ahí me encontré con Moisés Giménez, con quien corrí en Torres del Paine en Octubre pasado y quien ganara los 80K del Endurance Challenge de Chile hace unas semanas. También saludé a Marlen Flores, una genia como persona, y última ganadora de los 160K del Endurance Challenge de Chile.
Los minutos pasaron volando, y entre algunos estiramientos, escucho en los parlantes la frase de “último minuto para la largada!!!”. Todos detrás del arco, y como siempre, la cuenta regresiva “10, 9, 8,7, 6, 5, 4, 3, 2, 1 Vamoooosss!!!!” Y a las 04.00 AM estábamos 160 personas corriendo como locos.
Ya desde el inicio de la carrera, el terreno me hizo entender que no iba a ser para nada fácil. Ya que todo el recorrido estaba cubierto por arena volcánica (ceniza). Los primeros 3km fueron de un “falso plano” (leve pendiente en ascenso), pero que la arena volcánica, hizo que las piernas entraran en calor en segundos. Una vez superado ese tramo, comenzó el 1er ascenso fuerte para poder completar el 1er kilómetro vertical (1.160 m+ en 7,7 km), y así poder llegar a la “Roca Vulcano”, una piedra volcánica (irregular) de unos 4 m de diámetro que posaba en lo más alto del Volcán Osorno antes de llegar a la nieve.
Una vez superada la “Cima Vulcano” km 7,7 comenzamos a descender por el lado oeste del volcán. Fue un largo descenso hasta el “PAS (Puesto de Asistencia) Aluvión” km 15,2. Puesto en el que me reabastecí y continué con buen ritmo. Llegar hasta éste PAS fue vertiginoso, porque aprovechando la arena, bajé como si estuviese corriendo pendiente abajo en un médano. Esa parte la disfruté mucho. Luego llegué hasta un pequeño bosque en el cual había que descender por medio de una soga; y con mucha gente de la organización que estaba encargada de la seguridad de los corredores. Ahí escuché que ya habían pasado 95 corredores (me entusiasmé porque estaba dentro de los 100!). De ahí seguimos alejándonos con dirección oeste hacia el “PAS Solitario” km 20,7; recuerdo que fue una etapa muy técnica, bajando por un cañadón, que alguna vez había sido lecho de un río, pero que hoy estaba seco, con piedras de todos los tamaños. Y que volvió a hacer algo lento el ritmo de la carrera.
Ya en el “PAS Volcán” km 26,8 el cansancio se comenzaba a sentir, y junto al calor que ya era “agobiante” hizo que parara unos minutos más de lo que pensaba. En este punto había que emprender la vuelta por otro sendero hacía el último PAS en el que ya habíamos estado (PAS Solitario), y que era el km 33,4 de carrera. En ese punto paré más minutos que en los anteriores y aproveché para comer frutos secos, papas fritas, tomar gatorade, mucha agua, y 2 vasos de coca cola!.
Los kilómetros se hacían más largos y el calor ya era casi insoportable! Llegar hasta el próximo “PAS Aluvión” km 38,9 fue muy duro. Ahí recuerdo haberme dicho “qué es lo que estoy haciendo acá?!?!”
Pero segundos después, uno los chicos del control me alentó a no dejarme caer, diciéndome que faltaban unos kilómetros más para llegar al 1er Corte de Carrera PAS Petrohué km 43,3 .
Llegué 1h 15´ por debajo del horario del 1er corte de carrera (14hs / 10hs de carrera). Ahí me estaba esperando mi amiga Fran!; quien me hizo sentir que tenía un equipo cuidándome! “Qué necesitas Rafa?!”; luego estaba Matt Maynard, otro tremendo corredor que conocí a través de #UltraFiord y en Torres del Paine quien ni bien me vio comenzó a tirarme agua para refrescarme. Prácticamente me “pegué una ducha con lo que llevaba puesto”. Minutos antes de llegar a este punto, conocí a Pablo, un corredor de Chile con quien compartimos unos kilómetros y algunas palabras.
Tomé mucha agua y gatorade para reponer sales (recomendación del día anterior de Juli, mi entrenadora). Y fui por el 2do kilómetro vertical en el PAS Desolación (10km a 1.000 m+) km 53,3. Recuerdo haber salido de ahí con el espíritu en alto, pero que la arena volcánica se encargó de bajármelo en 10 minutos. Los primeros kilómetros fueron otro “falso plano” que junto al calor hizo que hablara conmigo mismo. Mientras tanto, varios corredores me dejaban atrás, y la impotencia me desanimaba a cada paso. Mi ritmo ya no era el de hacía unas horas.
Una vez en la boca del cañadón, comencé a ascender con otro grupo de unos 10 corredores que ya estaba detrás mío. El ascenso fue en otro lecho de lo que alguna vez fue una cascada con diferentes niveles. Parte de rocas, y partes con mucha arena que me “comían las piernas”. Realmente llegar a lo alto, para así llegar al PAS Desolación, fue desolador.
Esos 1.000 m+ de desnivel terminaron por quebrar a muchos corredores. Faltando aun unos kilómetros para encontrar el abastecimiento, mis depósitos de agua estaban vacíos. Mi boca seca me hacía temer de otra deshidratación (como en 2013). Y varios corredores a los que crucé, también sufrían del mismo problema. En este tramo hacia el siguiente puesto, vi a 3 corredores descompuestos, uno de ellos, desplomado sin poder moverse. De esa manera no había forma de llegar. En esta etapa tuve miedo. Un poco más adelante vi a unos corredores sentados, y por unos minutos que quedé junto a ellos.
Una vez que tomé fuerzas (porque agua no había), continué a paso ligero, ya que correr me demandaría agua, que no tenía. A lo lejos vi a una persona que venía hacía mí. Una vez que se acercó, vi que tenía una botella en su mano y pensé que estaba tan sediento que estaba viendo una ilusión. Pero no, el hombre salió del Pas Desolación (del otro lado del sendero, que no se veía desde donde estaba yo). “Nos dijeron que hay gente mal”.
Tomé apenas unos sorbos de agua, y le comenté que venía más gente y que había corredores descompuestos.
Luego de 1 km y medio, llegué al puesto 30´antes del 2do Corte de Carrera km 53,3 (17hs / 13hs de carrera) al “PAS Desolación”. Fue ahí que la gente de la organización, y varios militares (quienes estaban a cargo de la seguridad) nos informaron que se había estirado el corte 30´más (17.30hs). Por eso aproveché hasta último momento para estirar piernas, comer y tomar la mayor cantidad de líquido que me fuera posible antes de salir.
Casi media hora después, vi llegar a Pablo, a quien había conocido antes del PAS Petrohué; “Aquí me quedo” me dijo. Y Sebastián, otro chico más a quien conocí en ese puesto, también “soltaban la toalla”.
Traté de convencerlos diciendo “Vamos chicos, falta muy poco” (aunque sabía que no era tan así). “Llegamos hasta acá, no pueden abandonar. Yo les prometí la medalla a mis hijos. Yo tengo que seguir”
Entonces, fue inevitable escuchar la pregunta por parte de la organización: “Quienes van a abandonar?”
En ese momento vi un chico vomitando totalmente descompuesto a mi lado. Que no fue la mejor imagen para motivarse. Pero yo ya tenía las imágenes fuertes que iba a usar para empujarme y seguir adelante.
Minutos después, Pablo, Sebastián y Jorge (otro corredor más) deciden continuar. Por lo que les propuse ir en grupo.
Faltando 5´para el corte, nos avisan que los que deseaban continuar, debían hacerlo en ese momento. Porque de no hacerlo así, antes de las 17.30hs, seríamos descalificados. En ese instante recuerdo haber visto una decena de corredores entre 42K, 73K y 100K que yacían inmóviles.
Minutos antes del corte, junto a Pablo, Sebastián y Jorge, salimos a terminar lo que habíamos empezado esa madrugada. Recorrimos los siguientes 20km, los cuales fueron muy duros, llenos de arena volcánica, piedras, ascensos y descensos en los que “volábamos” para sentir esa hermosa sensación de estar dándolo todo. Absolutamente todo.
Comenzamos a correr a las 04.00 hs, y llegamos a las 23 hs. Fueron 19hs de carrera para llegar en el puesto 67° de la general y 30° en la categoría, de 160 corredores de 73K en esta 3ra Edición de Vulcano Ultra Trail
En la meta me esperaban Fran, mi tremenda amiga y Juli, mi entrenadora.
Hoy, vuelvo a decir que fue una de mis mejores versiones. Para de esta manera, darle sentido a todo el esfuerzo que hicieron muchas personas por salvar mi vida hace 13 años. Si, que haya valido la pena salvarme.
(Fuente: Ahora Calafate.)
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