En la Argentina -en un año- 216 menores de edad se quedaron sin madre porque un hombre decidió matarla. “La Casa” que lleva más de 18 años trabajando en Comodoro Rivadavia contiene a los hijos de víctimas que sufren las consecuencias de la violencia en el seno familiar.
A un año de Ni Una Menos, 275 mujeres fueron asesinadas en el país, esto es, una cada 30 horas. Estos números son mujeres que no están porque un hombre decidió matarlas y dejar huérfanos a 216 niños y niñas menores de edad.
Por eso, la ONG La Casa, quien brindó las estadísticas, insistió en el reclamo del tratamiento legislativo de una ley de pérdida automática de la responsabilidad parental del femicida condenado. También reclamó que se avance con el ante proyecto de ley “Brisa” para otorgar un reconocimiento económico a hijas e hijos de víctimas de femicidios hasta la mayoría de edad. Además, pidió que se concrete el asesoramiento y asistencia jurídica a las víctimas, tanto mujeres, como niñas y niños y exhortó a los gobiernos a entregar una asignación consistente en un subsidio económico equivalente a una jubilación mínima por tres años a las mujeres en situación de violencia.
Raúl Aguirre, es director general de Protección Integral de Derechos que tiene a su cargo el Programa de Género, y en diálogo con El Patagónico, se refirió al trabajo que se realiza a diario en “La Casa”, un lugar de contención para las mujeres víctimas de violencia de género.
Aguirre explicó que este lugar no solo se refugia a las mujeres, sino también a sus hijos, que al igual que ellas, son víctimas de la violencia que se ha padecido en el seno familiar, por lo que se busca- con distintas herramientas- dar contención a ambos.
En estos momentos, “La Casa” acoge a las mujeres que viven en las instalaciones junto a los hijos de cada una. Cuando una mujer llega hasta allí, se le brinda un apoyo emocional “dándole un poco de paz para sacarla de tanta violencia, es lo primero que se les brinda: amor”, aseguró.
Generalmente las mujeres que logran salir de la casa que compartían con su agresor, llegan con sus hijos, quienes también sufren la violencia de género y son tan víctimas como sus madres. Incluso se han atendido casos en los que el femicidio ha dejado a más de un huérfano.
Aguirre relató que una vez que la familia llega al lugar, se analizan las condiciones psicológicas en que se encuentran. Las psicólogas arman una especie de “hoja de ruta”, un diagnóstico para el abordaje y se ve qué es necesario para cada caso.
Asimismo se busca que el niño siga con sus actividades normales, si va a la escuela se ve como transportarlo, se lo acompaña; después vuelve y hace sus tareas: “tratamos que sigan haciendo lo que cada chico hace en su casa con su mamá”.
Los fines de semana, de acuerdo a las propuestas culturales que ofrece la ciudad, se decide llevarlos para que se diviertan y distraigan “mientras se ve cómo puede continuar la vida cotidiana”, indicó Aguirre.
Los niños pueden permanecer días, semanas o hasta meses en este refugio, y se busca que el entorno, ya sean amigos o familiares puedan ayudarlos en el camino de recuperación. “A veces hay que generar el interés de otros para ayudar. Después tenemos que hacer visitas con trabajadores sociales, con psicólogos para que la mujer encuentre sostén en el entorno. Aunque hay casos más difíciles y más complejos de abordar” destacó.
Pero los llamados de mujeres víctimas de violencia a La Casa aumentan año a año, “es como la terapia intensiva, se trabaja con la vida y la muerte, pero un solo llamado justifica todo este trabajo”, por lo que se anhela retomar el trabajo con hombres y también trabajar en las escuelas: “si trabajamos nada más con las víctimas, por ahí nos estamos equivocando. Hay que incluir a los niños, a los hombres”, puntualizó.
Mañana se realizará en Argentina la segunda edición de la marcha Ni Una Menos, que el año pasado se convirtió en un reclamo masivo contra las violencias de género. El año pasado había 275 mujeres que ya no están.
(Fuente: El Patagonico.)
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