El canal TN mostró el caso del fundador del Instituto Religioso Discípulos de Jesús de San Juan Bautista, el cual tiene dos denuncias penales y 25 procesos a nivel eclesiástico. También contra otro sacerdote, quien está acusado de abusar de un muchacho cuando estuvo en Puerto Santa Cruz. Una mujer afirmó que es “un demonio disfrazado de cura”. La causa se tramita en Salta.
La Justicia de Salta investiga a dos sacerdotes de la iglesia de la Santa Cruz, de la capital provincial, por hechos de abuso sexual ocurridos entre 2009 y 2013 a raíz de la denuncia de dos integrantes del instituto religioso Discípulo de San Juan Bautista.
Fuentes del Ministerio Público de Salta informaron ayer que se trata de los curas Rubén Agustín Rosa Torino y Nicolás Parma, quienes oficiaban en la casa parroquial de la Iglesia de la Santa Cruz.
Tras la difusión de una investigación periodística del canal de noticias TN se confirmó que la fiscal penal 2 de la Unidad de Delitos contra la Integridad Sexual, María Luján Sodero, lleva adelante una serie de diligencias penales en torno a acusaciones contra ambos sacerdotes.
Sodero informó que esos trámites surgen de acusaciones vertidas por dos ex integrantes del instituto religioso Discípulo de San Juan Bautista, creado por el padre Rosa Torino en 1996 e intervenido desde hace poco más de un año, por decisión del Vaticano, por cuestiones relacionadas con drogas.
La ex integrante del instituto religioso volverá a presentarse en la Fiscalía hoy para ampliar su declaración, pues en su denuncia sostuvo que otros miembros de la comunidad también habrían sido víctimas de abusos sexuales.
Las dos personas son el ex novicio Yair Gyurkovitz y la ex monja Valeria Zarsa, quien era mano derecha de Rosa en el instituto, que funciona en otras provincias argentinas y países de Latinoamérica.
Ambos acusaron a Rosa Torino y Parma por supuestos abusos sexuales ocurridos entre 2009 y 2013.
La Fiscalía dispuso la ubicación y declaración de los testigos que mencionó en su testimonio Gyurkovitz y trabaja para dar con los testigos aportados por Zarsa, algunos de los cuales se encuentran fuera de la provincia y del país, según voceros de la Justicia.
Los dos denunciantes se refirieron a episodios de tocamientos, violencia verbal y psicológica a partir de situaciones de humillación, y declararon que algunos miembros del instituto eran tratados como esclavos y que no recibían atención médica o contención cuando sufrían alguna enfermedad, además de revelar otros detalles respecto al manejo de dinero de parte de los acusados.
Asimismo, señalaron haber dado a conocer los supuestos abusos y otros hechos de sometimientos a distintas autoridades de la Iglesia.
En su denuncia, Zarsa aseguró haber recibido mensajes y ofrecimientos de dinero de parte de uno de los acusados.
El canal TN emitió en la noche del lunes una entrevista a Rosa Torino, quien negó las acusaciones, dijo desconocer las denuncias y desmintió que haya sido citado por la Justicia Penal.
“Mi vida siempre ha sido hacer el bien y ayudar a hacer el bien”, dijo el sacerdote que se encuentra recluido en la Finca La Cruz, a 24 kilómetros de la ciudad de Salta, y quien aseguró que si hubiera conocido alguna víctima sería “el primero” en ponerse a su lado.
El 23 de agosto de 2007, Parma arribó a la localidad de Puerto Santa Cruz para tomar posesión de la parroquia Exaltación de la Santa Cruz. Unos 5 años más tarde fue designado al frente de la Primera Casa en Europa del Instituto Religioso Clerical Hermanos Discípulos de Jesús de San Juan Bautista, en la ciudad de Vic provincia de Barcelona (España). El Concejo Deliberante de Puerto Santa Cruz emitió la resolución 043/12 donde se remarcó: “Que nos llena de orgullo como representantes, habitantes y creyentes, que nuestro Querido Padre Felipe haya sido llamado por Dios para continuar con la tarea eclesiástica en Europa, deseándole el mayor de los éxitos y guardando en nuestros corazones el mejor de los recuerdos como padre”.
“Te voy a partir en 8”
“Te voy a partir en 8”, “te voy a comer la boquita”. Gyurkovitz tenía miedo cuando el padre Felipe se acercaba. “Tenés que perdonarlo”, le dijo el fundador de la orden, el padre Rosa, cuando el chico le contó del abuso. A él nadie lo contradecía. Algunos lo consideraban un santo. Por miedo, hacían lo que él quería. Gyurkovitz confió en el hombre que luego sería su segundo abusador.
Valeria fue la mano derecha del padre Rosa Torino, confió en él y hasta llegó a contarle que sabía que había “muchos abusos dentro de la comunidad”. El no la escuchó: “Es un chusmerío”. Cinco años más tarde, ella sufrió en carne propia.
Gyurkovitz tiene 21 años y vive en La Plata. Cuando tenía 16, estaba en la casa que la comunidad tiene en Puerto Santa Cruz. Allí sufrió el primer abuso por parte del cura Parma, cuyo nombre religioso es Felipe. “Era una persona violenta”, recuerda Gyurkovitz. En 2012, el padre lo invitó a su habitación y ocurrió lo que hoy prefiere olvidar.
Estaba lejos de su familia y sin poder hablar con nadie. En Santa Cruz, al principio, Gyurkovitz soportó la soledad y el olvido del padre Felipe. Hasta que algo cambió. Empezó a tenerlo en cuenta. “Te voy a comer la boquita, te voy a partir en 8”, le decía. Le tenía miedo. “Me llamó una vez a su pieza, me pidió que duerma la siesta con él, yo le dije que no. Me dijo que me acueste en su cama. El estaba tapado y yo estaba vestido. Empezó a besarme el cuello y a acariciarme la espalda y las piernas. Mientras hacía eso, se masturbaba. Sentía cómo se movía y cómo gemía”.
Su hermanito de 12 años fue a vivir con él a la comunidad. Lejos de tranquilizarlo, su presencia le sumó más angustia. El chico confiesa que intentó suicidarse más de una vez. Cuando todo esto pasó, le escribió una carta al padre Rosa Torino para contarle su infierno. Confió en que lo cambiarían de casa. Volvió con su familia hasta que, inesperadamente, recibió el llamado de Rosa. Para él fue toda una sorpresa: para sus padres, la palabra del cura era la palabra de Dios. Lo invitó a regresar al Instituto pero en su sede, en Salta. Allí fue abusado al menos otras cinco veces por el fundador de la orden.
El instituto
En 1996, Rosa Torino fundó el Instituto Religioso Discípulos de Jesús de San Juan Bautista que depende del Arzobispado de Salta. Veinte años después, el cura fue expulsado y vive recluido en Finca La Cruz. Tanto Rosa, de 64 años, como Nicolás Parma, otro sacerdote de 38 años de la misma comunidad, están denunciados por abuso sexual.
El testimonio de Gyurkovitz, que denuncia a los dos sacerdotes por abuso sexual simple, y el de la ex monja Zarsa, que sufrió el abuso del fundador del Instituto. Estos testimonios se convirtieron en denuncias en la Justicia Penal. La primera es la de Gyurkovitz y está radicada en la Fiscalía número 2 de delitos contra la integridad sexual de Salta, a cargo de María Luján Sodero. La segunda causa, iniciada por Valeria en la Oficina de Orientación a la Víctima, está radicada en la misma Fiscalía. Ella denuncia al padre Rosa por amenazas coactivas, reducción a la servidumbre y abusos sexuales reiterados contra su persona y otros miembros de la comunidad e incluye una petición de prohibición de acercamiento. La declaración, que ya tiene trece páginas, será ratificada y ampliada el 21 de diciembre, publicó el canal de noticias TN en su sitio digital.
María Noel Hurtado, una vecina de Puerto Santa Cruz, y miembro de la agrupación “No más silencio – No más abuso infantil” publicó en el perfil de la red social Facebook: “Este es Felipe, un demonio disfrazado de cura, éste es el cura más soberbio y ordinario, que se creía el todopoderoso, éste es el cura denunciado de abuso sexual… y de a poquito me van cerrando las cosas… el curita que jamás se acercó al grupo de padres NO MAS SILENCIO, que escapaba al vernos, que jamás nos brindó una palabra de aliento y mucho menos de consuelo”.
(Fuente: La Opinión Austral.)
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