El nuevo sistema ofrecerá a las personas instancias de control de sus datos personales hasta ahora desconocidas, y a la vez venderá ese volumen de información a empresas y organismos que ven un negocio en el big data.
Por Martiniano Nemirovsci
Datos personales de más de 20 millones de argentinos podrían salir a la venta (anonimizados) el año próximo cuando AURA, la llamada “cuarta plataforma” de Telefónica, desembarque en el país como parte de una estrategia global de la multinacional, en un esquema en el que no queda claro cuál es el beneficio para quienes generan los datos ni cómo esta propuesta se adaptará a la Ley local.
Como dos caras de una misma moneda, el nuevo sistema ofrecerá a las personas instancias de control de sus datos personales hasta ahora desconocidas, según promociona Telefónica, y a la vez venderá ese volumen de información a empresas y organismos que ven un negocio en el big data.
Presentada de forma oficial a finales de febrero en Barcelona, AURA servirá para gestionar -tanto para usuarios como para potenciales interesados en esa información- la enormidad de “datos generados desde cualquier infraestructura de Telefónica con la que interactúen los clientes” de la empresa, aseguró en diálogo con Télam el director de Innovación de la Cuarta Plataforma, Antonio Guzman.
“Cualquier infraestructura” refiere a la telefonía fija, telefonía móvil, Internet o televisión, dependiendo de los servicios que la multinacional ofrece en cada uno de los 25 países en los que opera (solo en Argentina gestiona 23 millones de accesos, 17 millones de accesos móviles y más de 6 fijos, con 1,6 millones de banda ancha, según informa en su página web corporativa).
Estos datos son un verdadero tesoro medido en “cientos de petabytes generados al año”, según Guzmán, que por ejemplo abarcan los hábitos de navegación de las personas que pagan el servicio de Internet de Speedy -páginas visitadas, frecuencia y, potencialmente, hasta contenidos de aquellos sitios que no están protegidos con https- obtenidos a través de un módem.
También comprenden, entre otros, a los metadatos telefónicos, es decir, aquello que no es el contenido en una llamada: a quién se llama, a qué hora, con qué frecuencia, desde dónde, cuánto dura la llamada.
Al combinar los datos obtenidos de las tres plataformas a las que AURA ahora se suma (redes, sistemas y servicios), como podría resultar del cruce de la información de las torres telefónicas de Movistar con la ubicación de los celulares de sus clientes, pueden elaborarse detallados patrones de movimiento, de hábitos, de consumo o mapas de interacciones sociales, entre otras cosas.
Así, por ejemplo, una empresa podría adquirir una fuente invaluable de información sobre los gustos y hábitos de millones de personas para colocar sus productos, mientras que organizaciones políticas podrían contar con perfiles segmentados de personas para elaborar mensajes dirigidos en función de los intereses de las personas.
La cuarta plataforma funcionará desde marzo de 2018 en seis países países “con distintas realidades y desarrollos”, y la “lista tentativa” de inicio contempla a Alemania, Reino Unido, España, Perú, Brasil y Argentina, según adelantó Guzmán.
Expertos informáticos y en derecho consultados por esta agencia coincidieron en que la novedad de esta propuesta no reside tanto en la compra-venta de datos personales, una práctica que las empresas suelen realizar “por debajo de la mesa”, sino en que se la haga de forma pública.
A través de una página individual que tendrá en AURA, cada usuario de Telefónica podrá ejercer el control sobre qué dato comparte y cuál no, mientras que fuentes técnicas vinculadas al proyecto aseguraron que a los potenciales clientes los datos se entregarán de forma anonimizada y en gran volumen, es decir que no se podrán hacer seguimientos específicos individualizados.
“Garantizamos a nuestros clientes la seguridad y la privacidad en el intercambio de esta información”, confirmó Guzmán, aunque especialistas en seguridad informática advirtieron a Télam que el riesgo contra la privacidad permanece incluso si los datos se anonimizan.
Según el ejecutivo español, “la prioridad a corto plazo no es tanto construir modelos de negocio que tengan que tener un cliente específico”, sino poner el foco en sus usuarios “para permitirles que terceros pongan a trabajar su datos”.
Este punto, para Telefónica, hace de AURA una “potente plataforma de innovación abierta a otros socios”. Sin embargo, no resulta claro cómo se beneficiarán los usuarios, o sea los clientes que a la vez que pagan por acceder a los servicios de Telefónica, son los generadores de los datos, la materia prima del flamante negocio.
Consultado al respecto, Guzmán negó que los usuarios vayan a recibir dinero a cambio de entregar su datos, aunque señaló que pueden obtener un “beneficio económico indirecto”, como el que resultaría de un rastreo de información realizado por un banco al que el usuario le solicita un crédito (siempre que sea un cliente que paga el teléfono en tiempo y forma), además de “cierta tranquilidad o seguridad en el manejo de los datos”.
El directivo destacó que “el ejercicio que hay detrás de esto es un ejercicio de transparencia”, y aclaró que “la proactividad de Telefónica para solicitar los datos” personales a sus usuarios “dependerá de (las leyes de) cada país”.
En el caso argentino, la ley 25.326 de Protección de Datos Personales afirma en su artículo 4º que “los datos deben ser destruidos cuando hayan dejado de ser necesarios o pertinentes a los fines para los cuales hubiesen sido recolectados”. Además, postula que “el tratamiento de datos personales es ilícito cuando el titular no hubiere prestado su consentimiento libre, expreso e informado”.
Estas cláusulas parecen un obstáculo para el desembarco de AURA en el país: “Con la ley actual, los privados no pueden usar los datos para algo distinto para lo que fueron recolectados. Tenés que tener consentimiento informado” de la recolección de los mismos, explicó al respecto la presidenta de la Fundación Vía Libre Beatriz Busaniche.
En el mismo sentido, el investigador del Conicet y titular de la cátedra Taller de Datos de la UBA, Martín Becerra, recordó en esa norma “se decía algo así como que todos los datos obtenidos por procesamiento electrónico eran concebidos como personales y en consecuencia estaba prevista su custodia, en el sentido de que sin el consentimiento explícito de esos datos, no podían comercializarse”.
Este aparente impedimento legal podría desvanecerse con una modificación de la normativa, algo que propuso el presidente Mauricio Macri tras su viaje a España, cuando en su discurso ante la Asamblea Legislativa adelantó el envío de “una modificación a la ley de datos personales para que mas empresas puedan radicarse”.
(Fuente: Télam.)
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