La Comisaría Segunda es la dependencia donde recayeron dos de los crímenes más resonantes del último tiempo: el caso Maillo, en el que se pergeñó un asesinato al reconocido comerciante por su herencia, y el brutal ataque a Alfonso, un joven de la comunidad zíngara, que casi lo mata. El primero intentó hacerse pasar por un asalto. En ambas causas, todos los involucrados fueron detenidos y están en manos de la Justicia.
* Por Juan Manuel Reyna
En noviembre del año pasado se perpetró un crimen de película en la ciudad de Río Gallegos: el asesinato de Vicente Maillo, reconocido comerciante de la capital provincial, quien perdió la vida en una “entradera”. O al menos así lo pretendió hacer creer su propia familia, que creyó que con esta fachada podría esconder su macabro plan.
Hace poco menos de tres semanas tuvo lugar un hecho que, al igual que el del comerciante, despertó una tremenda indignación y enojo en toda la comunidad riogalleguense: un joven gitano de 32 años con retraso madurativo fue golpeado salvajemente, abusado y empalado. Un hecho con un ensañamiento que pocas veces se ha visto en nuestra ciudad.
Ambos casos se relacionan entre sí. No por lazos entre los involucrados ni mucho menos por los ‘modus operandi’, sino meramente por un hecho jurisdiccional: tanto el caso Maillo como el caso Alfonso fueron investigados por la Comisaría Segunda. También, como otro dato particular, por estar en el mismo juzgado, el Penal N° 1 a cargo de la Dra. Marcela Quintana.
Si bien, como suele acontecer en este tipo de hechos de gran magnitud, se da intervención a otras áreas de la Policía de Santa Cruz, como la Dirección de Investigaciones (DDI), la División Criminalística, la División Canes y el resto de dependencias y unidades operativas de la ciudad -que colaboraron y prestaron ayuda en los procedimientos y allanamientos que debieron realizarse-, fue la Comisaría Segunda quien debió investigar, atar cabos y dar con los responsables de ambos crímenes.
La muerte de Vicente Maillo aconteció el 16 de noviembre de 2017. Fue denunciada como producto de una “violenta entradera”. La Policía investigó, recepcionó testimonios y secuestró secuencias fílmicas, no descartando ninguna hipótesis.
La brindada por la familia, sobre un robo, no cerraba por ningún lado. El presunto ladrón no se llevó nada de la vivienda de Vicente ni del bazar “Doña Ana”, ubicado en Corrientes y Zapiola. El recibió cuatro puñaladas. Su esposa no tuvo ni un rasguño y aunque en los primeros días se había informado que había sido “maniatada”, solamente estuvo atada a una silla.
Disgustados porque Vicente los habría dejado fuera de una herencia millonaria de unos 17 millones de pesos, dos comercios y varias propiedades, el plan de matarlo y quedarse con todo (o con gran parte de ello) les resultó irresistible a los hoy imputados en la causa.
Parecía un plan perfecto. Matarlo, simular un robo y quedarse con el dinero, pero hubo cuestiones en las que dejaron pistas que fueron llevando a otras. Cometieron errores graves y hoy por ello están presos. Presionados por el cerco de la investigación, la suegra de Vicente confesó todo y a partir de allí, el resto es historia.
Luis Gabriel Maillo (24) y su hermano José Maximiliano (35) están detenidos en el Anexo 5, lindante a la Comisaría Quinta de Río Gallegos. Su madre, Claudia Susana Reina, está alojada en la Comisaría Tercera. En tanto que la abuela, María del Carmen Espiritoso (83), se encuentra con prisión domiciliaria por su avanzada edad.
El trabajo con las cámaras de seguridad fue clave para resolver el caso, pero también lo fue seguir lo que se podría conocer como un ‘deber’ o ‘must’ (por su traducción en inglés) del accionar investigativo: siempre investigar el círculo íntimo en un hecho de estas características. Que Espiritoso se quebrara no fue coincidencia, presentía que estaban por caer y quiso desligar de la responsabilidad a su hija y nietos, confesándose como la “autora intelectual” del homicidio.
Todos ellos afrontarán un juicio por el delito de “coautores de homicidio agravado por el vínculo, por el pago de precio o promesa remuneratoria, por alevosía, por codicia y por el concurso premeditado de dos o más personas”. El quinto imputado, sindicado de ser el ‘sicario’ de este asesinato, Cristian Javier Etchebarne, también está preso. Los pedidos de excarcelación fueron denegados y el procesamiento quedó firme para todos.
El Servicio Especial de la Comisaría Segunda, con colaboración de la DDI y demás divisiones de la Policía, resolvió este crimen que consternó a la ciudad y por el que todavía miles de vecinos esperan Justicia.
Con la experiencia que dejó trabajar en un caso de esta magnitud, recientemente los mismos investigadores pudieron dar con los cuatro involucrados en lo que fue un -sino el mayor- brutal hecho policial acontecido en este 2018: la salvaje golpiza y abuso a Alfonso Jancovich.
Primero se buscaba a una persona, sindicada de golpear casi hasta la muerte al gitano. Se sabía que era alguien en situación de calle, quien frecuentaba el predio abandonado donde se encontró malherido a Alfonso, en avenida Kirchner y Perito Moreno. Con las pericias realizadas en el lugar, toma de testimonios y demás trabajos con cámaras de seguridad, se conoció que por lo menos había dos más involucrados.
El primero, el ‘sin techo’, cayó en la vía pública. De apellido Oyarzún, se lo aprehendió por la zona céntrica. El otro, Calbucura, fue atrapado en cercanías a la casa de su madre, la cual se allanó y de donde se secuestraron prendas de vestir con manchas de sangre. Dos detenidos y faltaba uno, que fue aprehendido en días posteriores al hecho que tuvo lugar el 8 de octubre. Fue en su casa, ubicada justo en frente al predio donde aconteció todo.
Este último, de apellido Galarza, habría estado con los dos previamente nombrados esa noche. Otra vez, el secuestro y estudio del material de las secuencias fílmicas fue clave para dar con los involucrados. Pero faltaba uno, Vito, quien no fue alcanzado por las autoridades sino hasta dos semanas posteriores al hecho, recién el martes 23 de octubre.
Se estaba escondiendo y se presume contó con ayuda de terceros (familiares y amigos) para lograr su cometido y evadir a la Justicia. Finalmente se lo aprehendió en la casa de una de sus hermanas, en el barrio Ayres Argentinos. La Comisaría Segunda y la DDI lo rastrearon hasta allí y las Fuerzas Especiales irrumpieron en el lugar para detenerlo.
En ambos casos, todo el recurso humano de la Comisaría Segunda se abocó de lleno para poder resolverlos. Fueron días de intensa labor y, particularmente en el de Alfonso, de búsqueda y seguimientos para poder dar con el último de los aprehendidos.
El trabajo en conjunto, además, con todas las dependencias de la Dirección Regional Zona Sur, la DDI y otras áreas de la fuerza, fue clave para poder aprehender a los sospechosos y dejar a estos y todas las pruebas recabadas a disposición de la Justicia santacruceña.
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