El martes 2 de julio Argentina será testigo de uno de los eventos más esperados. Qué provincias serán las privilegiadas y cuáles son las medidas de seguridad para poder disfrutarlo. La explicación de especialistas.
El día se apaga y el telón del cielo se abre de par en par. Los actores están en sus puestos, el público se dispone a disfrutar, comienza la función y la naturaleza ensaya su mejor espectáculo. Durante dos minutos y medio (entre las 17.30 y las 17.45), el universo y sus cuerpos vecinos más conocidos practicarán su coreografía de rutina para los terrícolas en un show que, aunque tiene precedentes, siempre es único. Durante el atardecer del próximo 2 de julio la sombra de la luna atravesará el territorio argentino en sentido oeste-este y creará una “franja de totalidad” de unos 200 kilómetros de diámetro. San Juan, San Luis, el sur de Córdoba y de Santa Fe, y el norte de Buenos Aires serán los territorios privilegiados, mientras que el resto del país vivirá el evento de manera parcial. Nadie se quiere perder el suceso, se espera la visita de especialistas y amantes del universo de todo el mundo, y los puntos geográficos calientes ya exhiben el tradicional cartel de “localidades agotadas”.
Los eclipses totales de sol suceden cuando la luna se interpone entre éste y la Tierra. De este modo, cuando el satélite natural sea iluminado proyectará una sombra que llegará a la superficie del planeta. “Observaremos al disco lunar tapando al sol. Aunque la luna es 400 veces más chica que nuestra estrella, se produce una coincidencia astronómica en la que sus tamaños aparentes se vuelven exactamente iguales. Es uno de los fenómenos más increíbles y hermosos de presenciar; tuve la suerte de estar en alguno y realmente no se puede describir con palabras”, señala Diego Bagú, astrónomo y director del Planetario de la Universidad Nacional de La Plata.
En ese momento se reduce la intensidad de la luz, descienden de manera brusca las temperaturas, se producen fuertes ráfagas de viento y los animales quedan totalmente desorientados. “Si bien se producen todos los años (entre dos o tres, según los casos) no siempre podemos verlos porque la zona de sombra se proyecta sobre áreas deshabitadas. Son círculos que tienen unos 200 kilómetros de diámetro y puede que caigan sobre Alaska, o bien, sobre algún océano. El 70 por ciento de nuestro planeta es agua, mientras que el 30 por ciento restante es continente, por ello, es perfectamente posible que nos perdamos de la gran mayoría”, plantea Bagú.
Al respecto, Mariano Ribas, periodista científico y coordinador de divulgación científica del Planetario Galileo Galilei (Buenos Aires), aclara: “No se hace totalmente de noche, sino que se produce un crepúsculo que vuelve al cielo de un tono azul oscuro muy bello. De hecho, si uno observa hacia el horizonte podrá percibir la existencia de luz solar. En esta ocasión, podremos ver algunas estrellas como Sirio y también planetas como Marte y Mercurio a simple vista”. Como en toda obra teatral de gran envergadura, el público intentará asegurarse aquella butaca que le proporcione una visión acorde. “Voy a realizar un análisis exhaustivo del terreno porque es fundamental; estamos casi en invierno, el sol quedará –geométricamente– a poca altura sobre el horizonte y necesito localizar un sitio llano, libre de obstáculos visuales.
Otro dato central es la previsión climática, es una época que se caracteriza por un alto porcentaje de nubosidad. Los del Planetario nos trasladaremos a Merlo (San Luis)”, apunta Ribas que, además, se desempeña como astrónomo amateur y astrofotógrafo. El universo funciona como si fuera un relojito y las tablas de predicciones de los eclipses operan con extrema precisión. Sucede que los cuerpos en el sistema solar se mueven de manera periódica y ello posibilita que la astronomía, a través de la física y la matemática, sea capaz de develar cómo fue el cielo antiguo, cuál será el cielo de mañana y qué características tendrá dentro de 10 mil años. “Me tocó ver el del 3 de noviembre de 1994, me acuerdo la fecha exacta porque es como los cumpleaños; son cosas que uno no se puede olvidar nunca más. Fue en Bolivia y luego de aquel entonces chequeé en la tabla de predicciones. Vi que en 2010 habría uno en Calafate pero el único que había marcado es el de ahora”, narra Ribas. Afortunadamente, sin embargo, no hay que desesperar.
A fines del año que viene, los argentinos serán testigos de otro show: el sol y la luna saldrán nuevamente de gira aunque, esta vez, el escenario será el cielo patagónico. “En diciembre del año que viene tendremos uno mucho mejor que podrá divisarse en Chubut y Río Negro. El de este año se produce cuando el sol está poniéndose muy cerquita sobre el horizonte, pero en el de 2020 será al mediodía y, por tanto, estará justo sobre nuestras cabezas”, comenta Bagú. A lo largo de la historia, muchos de los pueblos originarios ubicaron a la luna y al sol en papeles estelares. De hecho, ocuparon el rol de dioses muy poderosos que regulaban las acciones sociales y los futuros de múltiples culturas. “Cuando había eclipses de luna, por ejemplo, se tejían historias alrededor de esa ‘luna de sangre’ que deparaba suertes dispares para los grupos sociales que la miraban. Con el de sol la situación se volvía mucho más dramática, pues las personas estaban en pleno día y comenzaban a advertir cómo un objeto extraño avanzaba en aquella dirección hasta encontrarse.
Muchos pueblos se llenaban de temores porque no tenían la garantía de que el sol pudiera volver a ser el mismo tras ser mordido por la luna”, dice Ribas con un tono poético. No obstante, aunque la naturaleza se caracteriza por ofrecer eventos democráticos, aptos para todo público, los visitantes no deben prescindir de las medidas de seguridad. Está prohibido mirar al sol directamente (ni con lentes de sol, ni vidrios ahumados, radiografías, negativos velados o CDs), ni tampoco a través de binoculares o telescopios sin filtros profesionales.
“Es una cantidad de energía increíble que, al ingresar por nuestra pupila quema la retina. Hay que tener muchísimo cuidado porque se puede volver muy peligroso. Ignorar estas recomendaciones, incluso, podría producir lesiones oculares muy graves e incluso ceguera”, advierte Bagú. Entonces, ¿cómo disfrutar del show? A partir de filtros para máscara de soldar (índice 14 o mayor), anteojos con filtro de reflexión específicos para eclipses solares, o bien, por proyección a través una cámara oscura. Ante cualquier duda, se recomienda asistir al observatorio astronómico con especialistas de confianza.
(Fuente: Pagina 12.)
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