Un grupo de residentes del barrio Bicentenario, cansados de no recibir el vital suministro, bloquearon dos cargaderos que están ubicados en ese mismo sector urbano y que son utilizados por camiones cisternas.
En consecuencia, la habitual venta de agua de manera particular a otros barrios (proveniente de pozos de meseta) y a un costo que oscila entre los 300 y 400 pesos cada mil litros, se tornó prácticamente nula.
Para colmo, esto ocurre justamente en una semana donde el caudal que se recibe del Lago Musters -según el informe emitido ayer por la empresa provincial Servicios Públicos Sociedad del Estado- se había reducido de 500 a 300 metros cúbicos por hora por parte de la operadora del sistema de acueductos: la SCPL de Comodoro Rivadavia.
Sin embargo, en declaraciones formuladas a mediodía de ayer a la emisora radial local FM Vanguardia, el gerente de Recursos Hídricos de esa cooperativa, Gerardo Couto, aseguró que el bombeo ya era normal y que incluso se estaba enviado a las reservas de Caleta un volumen superior al requerido, dando a entender que podría aproximarse a los 600 cúbicos por hora, es decir la máxima capacidad que permite el ramal sur del acueducto.
DOBLE PROTESTA
En medio de este confuso panorama, lo sucedido en el barrio Bicentenario -el más alejado del microcentro- forma parte de un caótico y complejo esquema de permanente emergencia hídrica, algo no exento de cuestiones políticas en una ciudad donde la gestión municipal no es del mismo signo que el de provincia, que a su vez está representada por Servicios Públicos Sociedad del Estado (SPSE).
Ocurre que varias decenas de familias de ese sector urbano que no reciben por red, venían siendo abastecidas gratuitamente por camiones particulares que pagaba el municipio, aportándoles mil metros cúbicos por semana, pero como hace varias semanas se cortaron los pagos los choferes decidieron suspender el servicio.
Los dos cargaderos, distanciados unos cien metros entre sí, pertenecen a SPSE y los vecinos -incluyendo numerosas mujeres- comenzaron a montar guardia en esos sitios desde últimas horas del miércoles y bloquearlos a partir de las 7 de ayer impidiendo que la empresa provincial retire los candados de las tapas de los habitáculos que cubren las válvulas.
De esta manera, ningún camión pudo abastecerse y no se sabe cuánto tiempo más durará la protesta vecinal.
“Hasta que no nos lleven agua a nuestras casas y se comprometan a que los camiones van a volver semanalmente con gastos pagos, no nos vamos a ir de los cargaderos” dijo una de las mujeres graficando claramente el estado de indignación
“Fue el municipio el que dejó de pagar a los proveedores y ellos nos cortaron el servicio, pero los principales perjudicados somos nosotros ya que si queremos pagar de manera particular se nos hace muy costoso porque todo está sin precio y muchos se aprovechan de la necesidad de comprar agua y cobran lo que se les antoja”, dijo otra vecina.
Ante esta situación, no fueron pocos los camioneros que ayer intentaban aprovisionarse en otro cargadero de agua procedente de pozos de meseta, ubicado en el barrio 3 de Febrero (paralelo a la Ruta 12).
Esto generó otro foco de conflicto porque el mismo solo está habilitado para vecinos que llevan bidones o tanques familiares montados en carritos o camionetas.
MAS QUEJAS Y CRITICAS
Por si esto fuera poco, a mediodía de ayer el gerente distrital de SPSE, Juan José Naves, recibía en su despacho a un grupo de vecinos de la zona alta de otro barrio, el denominado San Jorge.
Los mismos le reclamaron una solución al angustiante desabastecimiento por red que vienen sufriendo desde hace más de tres meses.
Según Naves, el problema que se suscitó se debe a que se descompuso una bomba de impulsión y la otra que queda en funcionamiento no alcanza para llenar un tanque de grandes dimensiones que abastece a ese y otros barrios ubicados en la zona Sur-Este del ejido urbano, pero que igualmente se estaba analizando un esquema de emergencia.
Como corolario de esta angustiante situación, Naves recurrió al caballito de batalla que también utilizó Prades para su campaña proselitista, cual es la promesa de que avanzan las obras de la Planta de Osmosis Inversa, aunque en rigor es sabido que la finalización de esta obra llevará varios meses y habrá pasado otro verano.
(Fuente: El Patagónico)
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