Un día después de que Donald Trump pronosticara que la pandemia dejará al menos 100.000 muertos, Estados Unidos superó hoy los 200.000 contagios y el gobernador de Nueva York, el epicentro, presentó su propia proyección, habló de 16.000 fallecidos y dejó entrever futuros brotes en el resto del país.
En total, ya hay más de 206.000 casos de infectados en todo el país y más de 4.500 muertos, según la Universidad Johns Hopkins. Solo en Nueva York, los contagios se acercan a 84.000 y los fallecidos, a los 2.000.
En medio de este clima de incertidumbre y miedo, el gobernador de Florida y estrecho aliado de Trump, Ron De Santis, cambió su posición y ordenó el confinamiento general de la mayoría de la población del estado.
Se va a “limitar los movimientos e interacciones personales fuera del hogar a solo aquellos necesarios para obtener o proporcionar servicios esenciales o realizar actividades esenciales“, explicó De Santis en un mensaje a los 21 millones de habitantes de Florida y agregó que la medida comenzará a regir mañana a las 0 horas y se mantendrá hasta el 30 de abril.
Los gobernadores de Pensilvania y Nevada, dos demócratas, hicieron lo mismo y la cadena CNN adelantó que el gobierno republicano de Missisippi sería el próximo.
En total, ya van 34 estados que ordenan o promulgan leyes de confinamiento general para intentar frenar la transmisión del virus.
El aumento de las restricciones a lo largo y ancho del país coincide con el surgimiento de nuevos brotes de infección.
Medios estadounidenses advirtieron hoy que los casos más preocupantes ahora son ciudades como Detroit y Nueva Orleans, y el sur de California.
Para todos ellos, la saturación del sistema de salud y la crisis en Nueva York es el peor escenario para el que tienen que estar preparados.
“¿Cómo termina esto? La gente quiere respuestas. Yo quiero respuestas. La respuesta es que nadie lo sabe con certeza”, reconoció hoy el gobernador de Nueva York, Andrew Cuomo, en una conferencia de prensa en la que no escondió su angustia por el contagio de su hermano y por la dramática situación sanitaria.
Según las proyecciones de la Fundación Gates que presentó en la conferencia, la curva de contagios llegará a su pico máximo a fines de abril con un total de 16.000 muertos en Nueva York y un total, más adelante, de 93.000 en todo el país.
Este pronóstico, sin embargo, parece chocar con el que anunció anoche Trump y su equipo de expertos, que consideraron que el grueso de los entre 100.000 y 240.000 muertos que dejaría la pandemia, en el mejor caso, posiblemente provendría de Nueva York, el actual epicentro del brote en el país.
Cuomo recomendó el confinamiento general mucho antes que la Casa Blanca, pero nunca lo quiso imponer con una ley y solo limitó las sanciones a aquellos que no cumplan con el distanciamiento social.
Pero ante los nuevos contagios, el gobernador reconoció que debe hacer algo más.
“Yo creo que obligarme a firmar una ley de distanciamiento social es absurdo. La gente tiene la responsabilidad, un deber cívico de no juntarse. Pero bueno, quizás la Policía empiece a separar a la gente”, afirmó ratificando su negativa a impulsar una norma legal, una de las pocas coincidencias que mantiene con Trump en esta crisis.
Parte de esa ambigüedad volvió a verse hoy cuando anunció el cierre de los espacios de juegos para niños y para hacer deporte, pero prometió mantener abiertos los parques públicos.
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