El papa Francisco le ha pedido al mundo una misión utópica en tiempos del coronavirus: lograr que los países ricos, respaldados por organismos financieros en los que influye Donald Trump, perdonen a los más pobres su abultada deuda externa.
Ante la ausencia de liderazgos mundiales, su mensaje ha llegado claro y esperanzador para los habitantes de distintas regiones del planeta, devastadas por una enfermedad que aún carece de una vacuna que la contenga.
Desde que fue descubierto en el mercado de mariscos de Wuhan, China, a principios de diciembre, el coronavirus ha matado ya a más de 150.000 personas (37.000 en Estados Unidos) y contagiado a 2.259.317, según informes de la universidad estadounidense Johns Hopkins, que actualiza sus registros constantemente, y un poco menos si se toma la actualización diaria de la Organización Mundial de la Salud (OMS).
La voz del Papa contrastó con los mensajes relativizantes que al principio de conocerse el mal tuvieron Trump o el primer ministro británico, Boris Johnson, quien padeció y se repuso luego de la Covid-19.
Durante la misa de Pascua, el pasado 12 de abril, Jorge Bergoglio solicitó, además, que por razones humanitarias se relajen las sanciones que se mantienen contra varios países, entre ellos Venezuela, para facilitar la ayuda internacional.
El pontífice dijo que este “no es el tiempo del egoísmo” y pidió que “se afronten por parte de todos los países las grandes necesidades del momento, reduciendo, o incluso condonando la deuda que pesa en los presupuestos de aquellos más pobres”.
Días después, el 15 de abril en Dubai, funcionarios del Grupo de los 20 (G20) acordaron un enfoque coordinado para suspender el pago de la deuda y los intereses de los países más pobres, desde el primero de mayo y hasta fin de año.
Un total de 76 países están en condiciones de acceder a la moratoria, incluidos unos 40 en África subsahariana, informó el ministro de Finanzas francés, Bruno Le Maire.
Sin embargo, el secretario del Tesoro estadounidense, Steven Mnuchin, pidió que el Fondo Monetario Internacional (FMI) y al Banco Mundial (BM) se ciñan a su mandato específico, incluida la “sostenibilidad de la deuda”, en vez de buscar ayuda para los países más pobres.
No es la primera vez que el papa Francisco hace este tipo de reclamos a los organismos financieros. Generalmente sus intervenciones generan polémica, tanto en sectores de izquierda como de derecha.
El pontífice, nacido el 17 de diciembre de 1936 en el barrio porteño de Flores, viene sacudiendo con sus mensajes las estructuras conservadoras de la Iglesia católica.
“El Papa ha reiterado el pedido de condonación de la deuda. Es importante que en esta crisis sanitaria global, que afecta a la economía como nunca desde el crack de 1929, se avance en la dirección que apunta el titular del trono de San Pedro”, dijo a Télam Alejandro Simonoff, doctor en Relaciones Internacionales de la Universidad de La Plata (UNLP).
Simonoff opinó que “desde el poder político, los estados serán más accesibles al mensaje del Papa”, pero advirtió que “los organismos multilaterales de crédito y los inversores globales se manifestaran menos permeables, ya que representan a los sectores financieros mundiales”.
Desde que fue elegido al frente del Vaticano, el 13 de marzo de 2013, Bergoglio se ha empeñado en tener una mirada singular hacia los más pobres y desamparados.
El Papa ha tenido también una mirada especial para América latina y el Caribe, región que según el BM cerrará 2020 con una caída del PBI del 4,6%.
No solo manifestó su preocupación por Latinoamérica, sino también por la solidaridad que debe existir en Europa, especialmente en aquellos países que más han sufrido el coronavirus como Italia, España, Francia y el Reino Unido.
Su mensaje no ha concitado reacciones inmediatas ni de Trump ni de los líderes europeos, entre ellos la jefa del gobierno alemán, Angela Merkel, con la que el Papa se reunió por última vez a mediados de junio de 2017.
Hay, sin embargo, otras personalidades mundiales que alzaron su voz en medio de la pandemia, como el magnate informático y filántropo estadounidense Bill Gates, quien se pronunció a favor de fortalecer los sistemas de salud.
“Llevo 20 años pidiendo a los líderes mundiales que inviertan en la salud de las poblaciones más pobres del mundo. Las pandemias nos recuerdan que ayudar a los demás no solo es correcto, sino que es inteligente”, dijo Gates, en una columna de opinión del diario El País de España.
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