Un ave que los vecinos de Ezeiza confundieron con un águila amenaza desde hace días a las mascotas a las que quiere predar y generó temor en el barrio El Trébol, donde una mujer logró grabarlo cuando sobrevolaba su jardín con la intención de atacar a su perro.
“No se trata de un águila sino de un carancho, un ave de presa que, al igual que otras especies rapaces, están colonizando las ciudades y los barrios por distintos motivos”, explicó a Télam el biólogo Matias Pandolfi, investigador del Conicet.
El carancho, que en realidad se llama “Caracara plancus”, puede llegar a medir 60 centímetros y pesar más de un kilo. “Este es enorme, y cuando sobrevuela el jardín, con las alas desplegadas, debe medir casi un metro y medio”, explicó a Télam Ana Almaraz, que luego de resguardar a su perro Rocco, logró grabarlo con una cámara casera.
“Yo no tengo una mascota pequeña, mi perro es un siberiano, y lo sobrevolaba con intención de atacarlo”, agregó la mujer.
Aunque no sea un águila, la presencia del carancho es intimidante porque muchos de sus rasgos hablan de su condición de predador: sus patas son largas y muchos vecinos de la zona comprobaron que es rápido para caminar y correr en el suelo; además, los ejemplares adultos tienen el cuerpo, las alas, la cresta y corona de color oscuro, con el pecho blanco y un pico imponente y grueso.
Si bien no son cazadores aéreos rápidos, sí es cierto que caza pequeños mamíferos, anfibios, reptiles, peces, cangrejos, insectos y lombrices de tierra.
Su llegada a la ciudad de Buenos Aires y el área metropolitana no es nueva: “Las ciudades están llenas de gavilanes, halcones, caranchos, chimangos, búhos y lechuzas”, explicó el biólogo Pandolfi, que hizo su postdoctorado en la Universidad de California y se especializa en comportamiento animal.
Aunque la pandemia de coronavirus ha explica ciertos desplazamientos de la fauna local, aquí no parece ser el caso: “La culpa es mas del calentamiento de las ciudades que de la pandemia. La isla de calor urbana aumenta la temperatura mínima de invierno y eso los atrae”, agregó el investigador del Conicet.
Y contó el caso de dos caranchos que hace días aterrorizan a los vecinos de Belgrano R sobrevolando la avenida Melián para estupor de las personas que pasean sus mascotas.
De todos modos, las explicaciones no tranquilizan los ánimos en el barrio El Trébol, de Ezeiza: “Estamos preocupados y salimos con nuestros perros o gatos al jardín. Al mío no se lo va a comer porque pesa 27 kilos, pero da miedo y avisé a mis vecinos que tienen mascotas más chicas”, dijo Ana Almaraz, cámara en mano porque quiere grabar al visitante temible para compartir por zoom en tiempos de pandemia.
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