Venezuela flexibilizará desde mañana su cuarentena luego de 77 días de confinamiento estricto debido a la pandemia por el coronavirus, pese a que en las últimas dos semanas se duplicaron los casos en el país, donde murieron 14 personas.
Entre el 13 de marzo y el 17 de mayo se registraron 541 contagios, una cifra que ascendió hasta 1.459 en los últimos días debido a un incremento de casos positivos entre los venezolanos que retornan al país a través de las fronteras terrestres, desde Brasil y Colombia.
El presidente Nicolás Maduro dijo que la vuelta a la normalidad se hará de manera progresiva y estará “vigilada” por las fuerzas de seguridad y las autoridades sanitarias, que cuidarán sobre todo cualquier repunte en la transmisión de casos locales y la atención de los actuales focos.
El más reciente brote de coronavirus se registró la última semana en un mercado popular del oeste del país, en el que al menos 37 personas -vendedores, clientes y vecinos- resultaron infectadas y dos de ellas fallecieron, por lo que el Ejecutivo ordenó el cierre por tiempo indefinido de esos comercios, ahora sometidos a una desinfección y reestructuración.
El sector de la construcción es uno de los que podrá retomar actividades mañana respetando las normas de protección individual y distanciamiento social.
Además, podrán volver al trabajo ferreterías, talleres mecánicos, todos los sectores relacionados con la banca y las autopartes, así como peluquerías y tiendas de ropa y calzado.
Maduro dijo ayer que el plan permitirá la flexibilización por cinco días, para luego retomar otros 10 de confinamiento absoluto, informó la agencia EFE.
“No es que se acabó la cuarentena, la cuarentena continúa”, dijo Maduro a través de la televisión pública. “El coronavirus es muy serio, y así nos lo hemos tomado”, añadió.
El presidente, que hace dos semanas llamaba a redoblar la lucha contra la pandemia en todo el país, dijo ahora que el “máximo nivel” de alerta se mantendrá sólo en los poco más de 4.000 kilómetros de frontera que Venezuela comparte con Brasil y Colombia.
En esas zonas, el Ejecutivo dispuso decenas de campamentos y hospitales de campaña para atender a un flujo que ya supera los 50.000 venezolanos.
Una vez dentro del territorio, los retornados son encerrados hasta por casi un mes y sometidos al menos a cinco pruebas de coronavirus antes de que les permitan volver a sus hogares.
En ese contexto, unos 800 inmigrantes venezolanos se encontraban en las cercanías del puente internacional Simón Bolívar, principal paso fronterizo entre Colombia y Venezuela, con la intención de regresar a su país presionados por la crisis económica causada por el coronavirus
Pero las autoridades venezolanas sólo permiten el ingreso diario al país de 300 de sus ciudadanos, una medida que agrava la situación de decenas de familias que en medio de la incertidumbre esperan en plena calle en La Parada, con el consiguiente riesgo de contraer el coronavirus.
La situación es “humanitariamente compleja” en Cúcuta y la zona de La Parada, un caserío en el lado colombiano del puente Simón Bolívar, dijo Víctor Bautista, secretario de Frontera y Cooperación Internacional de la gobernación del departamento colombiano Norte de Santander, limítrofe con el estado venezolano Táchira.
Miles de venezolanos regresaron a su país, o intentan hacerlo, luego de perder sus fuentes de ingresos por la cuarentena para contener la pandemia, lo que los dejó en una situación de mayor vulnerabilidad,
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