Caleta Olivia mantiene controles en tres de sus accesos. Dos de los puestos de vigilancia permanentes están en la Ruta Nacional 3, que conectan con el norte y sur del país. El restante se emplaza en la Ruta Provincial 12, que conecta con el oeste santacruceño.
Caleta Olivia registra ocho casos de contagios de COVID-19 desde que el primero de ellos se confirmara el 24 de abril, pero todos ya quedaron negativizados.
Ese bajo número se debe en gran parte a los permanentes y estrictos controles de bioseguridad que se mantienen en sus tres accesos ya que los controles correspondientes a la zona urbana se flexibilizaron, a tal punto que cada vez se observa a más gente desplazándose sin el uso de tapabocas.
Dos de los puestos de vigilancia permanentes están en la Ruta Nacional 3 (norte y sur) el restante en la Ruta Provincial 12 (oeste) que enlaza a esta ciudad con Cañadón Seco, Pico Truncado, Las Heras y Perito Moreno.
Todos se complementan con el de la Comisaría Ramón Santos, primera barrera de contención del virus en territorio santacruceño, dado el fluido tránsito automotor que llega desde el norte del país.
Los operativos tienen mayor preponderancia en el límite interprovincial con Chubut y en acceso norte de Caleta, pero llama la atención que no se refuerce el control del acceso sur.
Ello en razón que por allí llegan vehículos livianos y camiones que provienen de Río Gallegos y de El Calafate donde se están registrado preocupantes brotes del virus, a lo que debe sumarse el paso de camiones que se desplazan desde la ciudad chilena de Punta Arenas.
El puesto de referencia está emplazado a unos dos kilómetros del perímetro del puerto Caleta Paula y allí la responsabilidad recae en policías del Comando Radioeléctrico.
En turnos rotativos de ocho horas, disponiendo de un tráiler y de un móvil patrullero, ese personal se ocupa de verificar los permisos de circulación, acompañar a ocupantes de vehículos que deben hacer su paso por la ciudad (vigilando que no se detenga en la zona urbana) y convocar a personal sanitario cuando una situación de emergencia lo amerite.
Por ese lugar, según lo pudo observar El Patagónico, también llegan de manera constante vecinos de Puerto Deseado, Jaramillo y Fitz Roy que deben asistirse en centros de salud públicos y privados o bien para proveerse de mercaderías.
Varios uniformados que mantuvieron una charla informal con un periodista de este medio, comentaron que la gente que está de paso facilita sus tareas porque ya tiene asumida responsabilidades en cuanto a permisos de circulación tanto nacional como provincial.
Incluso, como gentileza, muchos les ofrecen galletitas u otro tipo de alimentos, pero ellos rechazan todo tipo de donación por razones de bioseguridad, no sin antes agradecer las espontáneas deferencias.
Con todo, es difícil saber en qué momento pasa alguna persona portadora del virus ya que ello ya ha ocurrido, pero al menos el personal apostado en los controles de rutas cumple con una importante tarea para reducir el impacto de la pandemia.
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