“El mundo está saliendo de una época para entrar en otra. Estamos en el principio de un largo camino hacia una era pacífica y duradera. La amenaza con la fuerza y la desconfianza, la lucha ideológica y psicológica deben quedar como cosas del pasado”.
Tras la caída del muro de Berlín, el mundo pareció ir a un esquema unipolar, con el rol hegemónico de Estados Unidos.
La transformación china en todos los campos, en los últimos 20 años, le permite hoy competir por la supremacía, sobre todo económica, en el mundo.
Desde 1999, la transformación económica del gigante asiático no tiene comparación. En 20 años, multiplicó su PBI 14 veces. En el mismo período, la economía norteamericana solo logró duplicar su PBI.
Estados Unidos tiene un ingreso de US$ 65.280 per cápita y China, uno de US$ 10.261 por habitante.
En el año último, antes de la pandemia, los Estados Unidos crecieron un 2,3%. Donald Trump basó en la recuperación económica de sus primeros tres años la plataforma de lanzamiento para buscar la reelección.
Por su parte, China creció un 6,1% en 2019. De todas maneras, fue su nivel más bajo en décadas, justamente por la guerra comercial con EE.UU.
El gobierno de Xi Jinping ha hecho un enorme esfuerzo para posicionar a China a la vanguardia en este terreno. Y su avance en este campo obligó a Estados Unidos a reaccionar.
El celular Huawei, desarrollo “inspirado” en el “Iphone”, tuvo una aceptación masiva en el mundo. Especialmente por su bajo precio en comparación. Pero, además, China es pionera en el desarrollo de la tecnología 5G. Su “know how” compite abiertamente con el norteamericano.
Esto llevó a Trump, por ejemplo, a amenazar con sanciones al Reino Unido si daba un salto en las comunicaciones con la tecnología china.
El último capítulo de la “guerra tecnológica y de seguridad” es la obligación, dispuesta por el presidente norteamericano, de conseguir un socio norteamericano para “Tik Tok” y “WeChat”.
Detrás está la acusación permanente sobre el manejo de los datos personales que registran ambas app chinas. La seguridad nacional está en juego, según la Casa Blanca.
En la “primera guerra fría“, la URSS y EE.UU. tenían una muy baja relación económica. El mundo estaba dividido en dos grandes bloques.
Pero el caso con China es diferente. El comercio bilateral supone un volumen de US$500.000 millones anuales. Diez veces más que el préstamo del FMI a la Argentina.
Después de 18 meses de trabas y aranceles, el pasado 16 de enero firmaron un acuerdo de “fase 1” para destrabar el conflicto. China se comprometió a invertir US$200.000 millones en el comercio bilateral este año. La pandemia paralizó todo.
El país más poblado del mundo es, además, el segundo acreedor de Estados Unidos, superado solo por Japón.
Los americanos siguen a la cabeza en este rubro con un gasto militar de US$ 750.000 millones en el año. Pero China supo hacer de la industria militar un factor de desarrollo clave, entre otras razones para exportar armas al mundo. Invierte US$ 261.082 millones en defensa, aunque tiene planeado aumentar los gastos un 6% más, pese a la pandemia.
En medio de esa disputa por la supremacía militar, se suma la carrera espacial. China desarrolló un plan que le permitió llegar a Marte, competir con Estados Unidos y desplazar a Rusia, el pionero de la exploración espacial.
Ha sido otro de los elementos aplicados por China para expandir su influencia en el mundo. Más que replicar sus formas de gobierno, centralizadas y autoritarias, el gobierno de Xi Jinping seduce con sus inversiones.
Según la Cepal, en América Latina rivaliza con los Estados Unidos y desplaza a la inversión europea. En África, por otro lado, está logrando una clara preeminencia en los negocios que antes eran norteamericanos.
Estados Unidos parece estar abocado a “contrarrestar a China” antes de expandir sus intereses. El objetivo de Trump quiere dejar de ir un paso atrás.
El último punto de confrontación. El líder de la Casa Blanca acusa al gobierno chino por el inicio y propagación del COVID. Los dos países tienen el desarrollo de vacunas para “ofrecer” al mundo. Una carrera por la “diplomacia de la salud”.
Trump y Xi Jinping desarrollaron una cordial relación entre ellos, pese a que enfrentan sus intereses. En el fondo, ambos encontraron “el enemigo perfecto” para afirmarse en sus fronteras. Claro que el liderazgo de Xi Jinping no está cuestionado, gracias al férreo control que tiene el PC chino y el aparato de gobierno. Trump ataca sistemáticamente a China pensando en su reelección, la que pondrá en juego el próximo 3 de noviembre.
Aquella frase la pronunció el líder chino durante su encuentro con Richard Nixon, luego del famoso partido de ping pong, preludio del inicio de las relaciones oficiales entre ambos países. 49 años después es lo que está en discusión: quién realiza el movimiento principal.
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