El demócrata está muy cerca de quedarse con la presidencia tras ganar distritos decisivos. El voto por correo fue un factor crucial en su avance. El republicano denunció fraude.
Tras unas elecciones a puro vértigo, con un récord de participación y sin resultado oficial aún, el demócrata Joe Biden afianzó este miércoles su chance como futuro presidente de Estados Unidos, mientras el republicano Donald Trump lanzó una ofensiva judicial en tres Estados muy disputados.
Fue una noche con sensaciones de montaña rusa. Cuando comenzaron a escrutarse los votos, el magnate logró victorias resonantes en Florida y Ohio y marchaba con ventaja en otros. Se venía una “ola roja” (el color republicano) que no habían vaticinado las encuestas.
Pero Biden pidió esperar que se contaran todos los votos porque confiaba en que los que habían sido emitidos por correo -gente de centros urbanos, cautelosa del coronavirus- le serían favorables. Y así fue. A las 3 de la mañana (5 en Argentina), comenzó a llegar otra “ola azul” (el color demócrata) de votos y Estados clave como Wisconsin y Michigan se dieron vuelta. La ventaja trumpista también se redujo en Pennsylvania, Georgia y North Carolina.
Trump comenzó a crisparse y a denunciar fraude. Dijo, sin aportar ninguna prueba concreta, que los votos demócratas “aparecían sorpresivamente” y que iba a recurrir a la Justicia para un recuento o para frenar el conteo.
También retuiteaba un artículo que hablaba de desmanes en un centro electoral de Detroit. En tanto, Biden pedía paciencia y exudaba confianza de que iba a ganar.
Este año hubo un récord de participación (se proyecta que será de un 66%), que superó a la de Barack Obama en 2008. Y Biden se convirtió en el candidato más votado de la historia, con 71 millones de sufragios.
A diferencia de elecciones anteriores, los Estados tuvieron que hacer frente a una avalancha de votos por correo porque 100 millones de personas decidieron anticiparlo por miedo a un contagio o a incidentes en los centros electorales.
Habiendo perdido en Arizona y cuando las posibilidades de lograr los 270 electores, la cifra mágica para ganar, se esfumaban, la campaña del presidente pidió recuento en Wisconsin (donde perdía por 21.000 votos) y suspender el conteo en Michigan y Pennsylvania porque no se autorizó a sus delegados acercarse a menos de 7,6 metros del lugar.
Según proyecciones de medios locales, Biden ya ganó en Wisconsin y Michigan y así habían logrado reconstruir “el muro azul” en esos Estados que los demócratas habían perdido en 2016.
La distancia era muy reducida en Georgia, que no votaba demócrata desde 1992, y donde faltaba computar buena parte de Atlanta.
Trump lleva ventaja en Pennsylvania, pero aún faltaban contar los votos por correo, la mayoría de ellos de Filadelfia y alrededores, una zona muy demócrata. Si ganara allí, en Georgia y en Nevada podría llegar a la Casa Blanca, pero su camino es más complicado.
Sobre la medianoche argentina, en varios Estados trabajaban a toda velocidad para contar boletas. El resultado final podría demorarse porque incluso se contabilizan los votos de los estadounidenses en el exterior.
Por ahora, ninguno de los candidatos alcanzó los 270 votos electorales necesarios para llegar a la Casa Blanca. Pero los triunfos de Biden de este miércoles lo dejaron con 264, según la estimación de AP, lo que significa que está a un Estado -cualquiera- de alcanzar el umbral para convertirse en presidente electo.
Muy cuidadoso en sus palabras, Biden apareció con su compañera de fórmula Kamala Harris y evitó declararse vencedor. Sin embargo, dijo que era optimista sobre que lograría la victoria cuando todos los votos fueran contados.
“Gobernaré como un presidente de EE.UU.”, dijo Biden, llamando a la unidad nacional. “No habrá estados rojos o azules una vez que ganemos. Sólo serán los Estados Unidos de América”, agregó.
Los demócratas festejan haber recuperado Estados del “rust belt”, el cinturón desindustrializado del medio-oeste, y haber logrado ganar en Wisconsin y Michigan, territorios que habían perdido en 2016 por las promesas de Trump a los trabajadores de la región, sobre todo a los hombres blancos sin estudios universitarios, un sector que fue fundamental en su triunfo.
Con la lección de 2016, Biden y Harris transitaron esos territorios varias veces. El apelaba a sus orígenes de clase media, un hombre nacido en Pennsylvania y que tuvo a un padre desocupado varios meses. Además, ambos apelaron allí al electorado afroamericano (importante en ciudades como Detroit y Milwaukee).
El conteo podría demorarse varios días. Un grupo de Observadores de la Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa (OSCE) enviados para supervisar la transparencia de los comicios, no detectaron irregularidades.
“Alegaciones sin base de deficiencias sistemáticas, especialmente por el presidente y en la noche electoral, dañan la confianza pública en las instituciones democráticas”, dijo Michael Georg Link, líder de la misión. El organismo envió 102 observadores.
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