El viaje tiene como lema “Todos son hermanos” y llevará al pontífice a la capital Bagdad, a la ciudad de Najaf y las ruinas de la antigua urbe sumeria de Ur, en el Sur; y los centros urbanos de Mosul, Erbil y Qaraqosh, en el Norte.
Francisco recorrerá el próximo domingo parte de esa región, con etapas en Erbil, capital del Kurdistán iraquí y símbolo del refugio de los cristianos y de acogida de sirios; Mosul, ícono de la reconquista del territorio tras la ocupación de EI; y Qaraqosh, considerada la ciudad cristiana más grande de Iraq, en la llanura de Nínive.
En esta última, los cristianos están comenzado a volver a instalarse de manera lenta y cauta, tras los asesinatos y persecuciones sufridos durante la presencia del grupo yihadista, entre 2014 y 2017.
“Las visitas a Mosul y Qaraqosh animarán a los cristianos a quedarse y reconstruir confianza con sus vecinos”, sugirió, desde Bagdad, el cardenal Louis Raphaël I Sako, Patriarca de Babilonia de los Caldeos.
Un segundo eje del viaje será el puente que el Papa buscará tender con el mundo islámico, especialmente con la mayoría chíita del país, a través del encuentro que mantendrá con el gran ayatollah Ali al Sistani, de 90 años y considerado como una de las personas más influyentes del país.
Nacido en Irán pero contrario a las ideas teocráticas que en ese país niegan la separación entre Iglesia y Estado, Al Sistani recibirá a Francisco el sábado en la ciudad de Najaf, 150 kilómetros al sur de Bagdad.
“El encuentro con Al Sistani, que tiene un gran influencia sobre la sociedad y política iraquí, es muy necesario y tendrá un gran impacto en la convivencia entre musulmanes y cristianos”, analizó Filoni.
“Será un encuentro histórico y esperamos que impacte en la solidaridad y la convivencia”, agregó, por su parte, Yaldo.
Los chíitas, unos 180 millones en todo el mundo, son la rama mayoritaría del islam en Irak, donde cerca del 60% del total de la población musulmana en el país, explicó Filoni.
También el sábado, Francisco encabezará un rezo interreligioso en las ruinas de la ciudad de Ur, considerada según la interpretación más difundida de la Biblia como el lugar de origen del patriarca Abraham, unidad entre cristianos, judíos y musulmanes.
“Ur es el punto clave de la visita porque Abraham representa el signo de unidad para todos los que habitamos esta tierra. Será un gran símbolo de unidad para todas las religiones que tienen este elemento en común”, desarrolló Yaldo.
“Con tantas divisiones internas a lo largo de una historia difícil, debido a los dictadores de turno y a los conflictos entre sunnitas y chiítas, se espera un mensaje del Papa que ayude al país a dejar atrás esas polarizaciones y anime a la sociedad civil a emprender un desarrollo económico y social”, analizó Filoni.
El purpurado apuntó que el lema “Son todos hermanos” es “un llamado abierto, no solo a las religiones ni solo a los cristianos, sino a la vida común y social del país”.
Más allá de los ejes que buscará impulsar el Papa, la visita no estará exenta de dificultades.
La pandemia obligó recientemente al Gobierno local a establecer un toque de queda nocturno durante los viernes, sábado y domingo, justamente los días en los que el pontífice estará en el país.
Por otro lado, si bien la situación de seguridad mejoró en los últimos años con la retirada final del EI de Mosul a fines de 2017, una serie de atentados, especialmente un doble ataque que en enero dejó 32 muertos en Bagdad, obligarán al Vaticano a estar más que atentos de lo normal en esta visita.
“No podemos ir a encontrar a nuestros fieles, nuestra grey (rebaño) como pastores solo cuando todo esta tranquilo y feliz. Es claro, ninguno puede excluir los riesgos, pero estoy seguro de que las autoridades locales le darán toda la atención”, planteó Filoni.
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