El Consejo de la Confederación Sudamericana de Fútbol determinó la suspensión de la doble fecha, en la cual Argentina tenía que jugar el clásico rioplatense contra Uruguay y el superclásico continental frente al líder Brasil, como local y visitante, respectivamente.
Quinta fecha:
• Colombia-Brasil
• Venezuela-Ecuador
• Bolivia-Perú
• Argentina-Uruguay
• Chile-Paraguay
Sexta fecha:
• Uruguay-Bolivia
• Perú-Venezuela
• Brasil-Argentina
• Paraguay-Colombia
• Ecuador-Chile
En toda la semana se barajaron diferentes opciones para sortear la situación y doblarle la muñeca a la Federación de Inglaterra y de Alemania, las dos abanderadas en la negativa de ceder a los jugadores. Entre las opciones para concretar la fecha se consideró llevarla al Viejo Continente, algo finalmente descartado.
Los directivos sudamericanos notaron que eso podría marcar un precedente difícil de cambiar de cara a futuro. Con ello, muchos seleccionados perderían las localías, que es una clave a la hora de meterse en las citas mundialistas. Así, Ecuador y Bolivia perderían la altura, Colombia el calor de Barranquilla, Uruguay la fortaleza del Centenario, y Brasil y Argentina la posibilidad de mostrarse en distintos puntos de sus países con su gente.
Otra idea que se manejó, pero que no cayó nada bien entre los brasileños fue la chance de jugarlo sin los futbolistas que militan en Europa. La principal objeción de la federación presidida por Rogério Caboclo fue que no contaría con sus principales estrellas.
Brasil tiene 25 futbolistas que militan en la Premier League y otros 10 en la Bundesliga. Por citar algunos nombres, Alisson Becker, Fabinho y Roberto Firmino de Liverpool, Gabriel Jesús de Manchester City y Richarlison de Everton.
Pero tampoco cayó bien entre los dirigentes que desde Europa le marquen la cancha, amparándose en el coronavirus. Es que puertas adentro saben que la pelea real viene desde hace un largo tiempo, los clubes son los dueños de los derechos federativos y económicos de sus jugadores y nunca los ceden con alegría.
Entonces, la alarma se encendió, sobre todo cuando Infantino se mostró sobrepasado por la situación y les pidió un gesto a los dirigentes sudamericanos. “Contra la decisión sanitaria de los países no se puede hacer nada. Lo intentamos todo”, salió de su boca desde Zurich, Suiza, donde están las oficinas de la FIFA, según reconstruyó Télam de varias fuentes tras una conexión que duró poco más de dos horas.
Es por eso que en principio y tras estudiar todos los escenarios posibles se trató de poner buena voluntad y ceder frente al pedido de Infantino, que ahora le deberá un favor en el futuro inmediato (¿será el Mundial de 2030 en el que también se postulará el Reino Unido e Irlanda?).
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