¿Cómo evalúa la situación turística de la Patagonia, al momento de asumir la presidencia del ente?
– El momento que estamos viviendo es complejo, difícil, pero yo siempre digo que los desafíos hay que asumirlos en el momento en que vienen. Vamos a necesitar mucho ingenio, esfuerzo y acompañamiento, porque por delante viene una etapa de reconstrucción. Después del COVID-19 se nos va a plantear un nuevo turismo para toda la Argentina y el mundo, porque todos van a salir a vender su producto, y nosotros, como Patagonia, tenemos que salir con toda nuestra fuerza y con nuestras alternativas. Y después cada provincia sacará provecho de esto. Tenemos un sello de calidad muy sólido, como es el de Patagonia, y creo que en esto nos tenemos que sustentar para salir a la oferta mundial.
¿Desde dónde parten hoy las provincias para eso? ¿Cuál es el estado actual de su oferta, especialmente en términos de conectividad?
Estamos bien, pero individualmente. Apenas terminada la asunción, hicimos la primera reunión y nos empezamos a plantear la necesidad de tener una conectividad interna. De hecho, yo ya estoy hablando con algunas compañías. Necesitamos una conectividad patagónica que nos comunique, que pueda integrar a Neuquén con Río Negro, con Chubut, con El Calafate (en Santa Cruz), con Ushuaia (en Tierra del Fuego). Estos circuitos son fundamentales para nosotros, y así como hay un “corredor petrolero” tenemos que tener un “corredor turístico” en la Patagonia. Ese debe ser el gran desafío, porque el turismo se construye con conectividad. Se viene una etapa de reconstrucción aérea -el mundo lo está demostrando-, y nosotros tenemos que saber plantear nuestras alternativas. Si hoy venís a Península Valdés y luego querés ir a Ushuaia, tenés que volver a Buenos Aires.
La Patagonia ha estado en los últimos años bastante fuera del radar de las compañías nacionales, mientras que las internacionales solo pusieron los ojos en Bariloche. ¿Por qué ocurre eso?
– Porque han centrado su vista justamente en los centros más poblados. Pero hoy, con el avance de las low cost, tenemos dos o tres compañías que están interesadas en la Patagonia y en hacer estos circuitos internos. Con su éxito van a demostrar que nunca estuvimos equivocados. Un turista internacional podría llegar al país y recorrer los destinos más emblemáticos de la Patagonia en cinco o seis días; hoy no puede porque tiene que ir y venir a Buenos Aires. Somos un destino muy codiciado, pero tenemos que hacer que sea posible llegar.
¿Eso implica un esfuerzo importante en términos tarifarios?
– Muy grande. En mi provincia, por ejemplo, tenemos el centro de deportes de invierno La Hoya, cuya tarifa se duplica al conectar con Bariloche. Cuando nos hablan de que el problema es la demanda, respondemos que la mayoría de los habitantes de Esquel tienen que viajar a Bariloche para poder volar. Entonces, estamos desaprovechando oportunidades turísticas por una cuestión de tarifas, y eso se debe a que hay falta de oferta, no de demanda. Ahora, si viene una low cost con tarifas rebajadas, lógicamente vamos a ser competitivos.
¿Cuál sería ese corredor patagónico que imaginan?
– Bariloche, El Calafate, Ushuaia y Península Valdés, lo que nosotros llamamos “Patagonia Fantástica”. Obviamente vamos a integrar a Neuquén dentro del circuito. Pero este es solo uno de los ejes. Tenemos en Península Valdés uno de los acuarios naturales más grandes del mundo, único refugio de la ballena franca-austral, con base en Puerto Madryn o Trelew; si la conectamos con El Calafate, Bariloche, Ushuaia y Neuquén, tenemos un circuito de excelencia. En no más de una hora y media podés pasar de la cordillera de los Andes a las bellezas de la costa del Mar Argentino.
La Patagonia tiene una deuda pendiente desde hace años -de hecho, varios presidentes del ente lo han planteado-, que es lograr una homogeneización de su oferta, principalmente hotelera; es decir, parámetros de calidad similares a lo largo de la región. Eso es clave para paquetizar. ¿Avanzarán sobre este aspecto?
– Yo puse en práctica en Chubut (y no me ha ido mal) un sistema participativo. Nosotros creamos la Ley de Turismo provincial y la agencia de promoción, en la que se integró a todo el sector privado. Cuando armamos los protocolos para enfrentar el COVID-19, lo hicimos conjuntamente. No podés dejar aislado a quien tiene que aplicarlos; tenés que darles participación y opinión. Yo lo que veo es que en la Patagonia nos hemos aislado en los seis organismos oficiales y no hubo una integración: el sector privado tiene que integrarse al Ente Patagonia. Tenemos que pensar como patagónicos para después pensar como provincias. Contamos con un sello de calidad internacional y tenemos que vendernos de forma integrada, y eso mismo hay que hacer con los criterios de calidad. Los prestadores tienen que formar parte del proceso.
¿Cómo lo van a hacer?
– Hoy en Argentina hay una buena representación a través de la Cámara Argentina de Turismo (CAT), que aglutina a todos los sectores. Nosotros no vamos a ponerles condiciones, ellos tienen que elegir quiénes los van a representar para integrarse a la toma de decisiones. Queremos salir a hacer una promoción fuerte al país y al mundo, muy agresiva en redes sociales, y no podemos hacerlo a partir de la decisión de tal o cual ministro. No podemos salir a vender lo que el propio prestador desconoce, porque lo que vendemos lo tenemos que poder garantizar.
Como señala, la marca Patagonia es muy conocida en el mercado internacional. ¿La pandemia cambia la manera en que debe venderse?
– Esta pandemia nos ha puesto en una posición en la que todos necesitamos naturaleza, espacios abiertos, distancias, y creo que esa es la fantasía que genera en el mundo la Patagonia. Nos miran como “la tierra soñada”, “la tierra de la naturaleza”, “la de los grandes espacios y los horizontes lejanos”. Esto es lo que mejor encaja con las medidas de bioseguridad. Y eso se vio este verano, en el que tuvimos un enero con fuerte descenso de los casos en varias de las provincias, mientras teníamos ocupaciones de entre el 85% y el 95%. Y eso es lo que tenemos que salir a vender al mundo.
Por Rolando Klempert – Hosteltur
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