El presidente ruso, Vladimir Putin, advirtió este miércoles a los rivales extranjeros de su país que “no traspasen la línea roja” con Rusia, en medio de las crecientes tensiones con Occidente por múltiples cuestiones.
Estados Unidos y la Unión Europea (UE) llevan semanas denunciando que Rusia ha desplegado decenas de miles de soldados en las fronteras de Ucrania en preparativos para una posible invasión.
También critican el encarcelamiento del líder opositor prooccidental Alexey Navalny, que está en huelga de hambre desde hace tres semanas y que, según sus allegados, podría morir en cualquier momento.
En su discurso anual sobre el estado de la nación ante ambas cámaras del Parlamento, mientras la policía detenía a decenas de personas en todo el país en protestas a favor de Navalny, el mandatario no se refirió explícitamente a esos asuntos.
Sin embargo, sí advirtió a sus detractores extranjeros que si alguien se toma las “buenas intenciones [de Rusia] como una debilidad”, debería “saber que la respuesta de Rusia será asimétrica y dura“.
“Espero que nadie tenga la idea de traspasar una línea roja con Rusia”, declaró, considerando que, para algunos países, “atacar a Rusia por cualquier cosa se ha convertido en una especie de deporte”.
Rusia ha sido objeto de sanciones occidentales a causa del conflicto en Ucrania, la represión de la oposición y acusaciones de ciberataques, espionaje e injerencias electorales, y, cada vez, Moscú ha respondido con sus propias medidas. La crisis económica y sanitaria provocada por el coronavirus ocupó buena parte del discurso del presidente ruso.
Putin prometió más ayudas para las familias y frenar la suba de precios de los alimentos, a unos meses de las elecciones legislativas del próximo septiembre.
“Lo más importante ahora es garantizar el crecimiento de los ingresos de los ciudadanos, restablecerlos”, declaró, según informó la agencia de noticias AFP.
El poder adquisitivo de los rusos está en declive desde hace años, a consecuencia de las sanciones internacionales y, ahora también, de la pandemia. Aunque Putin, de 68 años y en el poder desde 1999, continúa gozando de una gran popularidad, pero su partido no tanto.
En el ámbito sanitario, Putin alabó los logros científicos del país, donde se desarrollaron tres vacunas contra la Covid-19, que, según dijo, permitirán que Rusia desarrolle “la inmunidad colectiva en el otoño” del hemisferio norte, entre septiembre y diciembre.
El opositor fue arrestado en enero, al regresar a Rusia tras cinco meses de convalecencia en un hospital de Alemania por un presunto envenenamiento del que acusa personalmente a Putin, aunque no ha mostrado pruebas.
El Kremlin rechaza las acusaciones, mientras las principales potencias de Occidente reclaman la liberación de Navalny, de 44 años.
Hoy, cuatro expertos independientes mandatados por la ONU dijeron que Navalny está en “grave peligro” y debería poder ser evacuado al extranjero.
Colaboradores del líder opositor convocaron este miércoles manifestaciones en un centenar de ciudades, con el objetivo de hacerlas coincidir con el día del discurso presidencial.
Sin embargo, la movilización en las regiones parecía menos importante que en las manifestaciones de enero y febrero, cuando decenas de miles de rusos salieron a la calle. Esas protestas se saldaron con, al menos, 11.000 detenciones.
En Moscú, los manifestantes preveían reunirse cerca del Kremlin, pero la policía planeó un gran dispositivo para impedirlo.
Según la Ong OVD-Info, especializada en el seguimiento de protestas en Rusia, al menos 182 personas fueron detenidas este miércoles en unas 40 ciudades antes de las protestas o mientras se manifestaban.
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