Podría decirse que una buena senda es la que permite el disfrute de la naturaleza dejando el menor impacto posible. Su diseño, mantenimiento y los servicios que ofrece en el trayecto se vuelven imprescindibles para la accesibilidad y seguridad de los visitantes a las zonas de uso público de una reserva ambiental.
Una senda requiere el estudio de la topografía, trazado y marcación, definir pendientes para que sean menores de 10º, ubicación de puentes o escalones y los lugares de descanso y puntos de control. A veces se incluye la colaboración de técnicos por si en la traza elegida hay vestigios culturales de pueblos originarios o vegetación o animales únicos en ese lugar.
Al momento de proyectar, construir y mantener un sendero, es imprescindible un enfoque conservacionista para que no sean solo facilitadores del paso de los visitantes. “Una cosa es mejorar algo histórico, una huella antigua de ganado o de caballos y otra cosa es hacer una senda como corresponde, de cero, que es lo que estamos haciendo en el Cañadón del Río Pinturas”, explica Alejandro Caparrós, coordinador del equipo de sendas del Parque Patagonia.
Desde hace un año, el equipo que encabeza Caparrós viene trabajando en “lugares que son de alto contenido paisajístico, cercanos al hospedaje de la ‘Posta de los Toldos’. Hay lugares de estacionamiento, con señalética, cartelería orientativa, y a partir de ahí se inician las caminatas. El objetivo es hacerlos accesibles y que se ensamblen con el entorno, que no tengas que mirar el piso y te concentres en el paisaje”.
La “Bajada de los Toldos”, es un sendero que permite bajar por el cañadón del Río Pinturas con una hermosa vista hacia la Cueva de las Manos, para llegar al área arqueológica, cruzando el río por un puente metálico hacia el lado del Parque Provincial. El desafío de Caparros y su equipo es convertir ese recorrido que comprende un desnivel de 159 m en un sendero de exigencia media accesible a la gran mayoría de los visitantes.
El equipo de construcción y mantenimiento de los senderos incluye mano de obra local a la que se capacita con la colaboración de una empresa estadounidense especializada en el desarrollo de estos servicios. “La idea es que sean chicos locales para que después puedan ser contratados por Parques Nacionales para seguir los trabajos”, remarca el coordinador.
Se sigue extendiendo el circuito de senderos. “Uno va a rodear cerro Amarillo, entrará hacia el Cañadón, se va a conectar todo por el río con dos o tres puentes a Casa de Piedra y de ahí con el sendero de Balcones. Va a ser una oferta de una caminata de todo el día, con lugares de acampe”, cuenta Alejandro. También se están pensando nuevos centros de visitantes, refugios que permitan estadías y caminatas de 3 a 4 días y lugares para practicar escalada.
“Uno viene a estos lugares si las rutas están buenas, y las sendas son la continuidad de las rutas. Le dan un plus a la región, generando una economía mucho más sustentable para todos los pueblos vecinos”, afirma. “Si las sendas están buenas la gente se quiere quedar y utiliza servicios del lugar. Es vital para la economía de la región que existan sendas en buenas condiciones”, remarca.
Esta temporada, los visitantes “volvieron muy contentos, se sintieron seguros. Vieron cóndores, guanacos, chinchillones, choiques, a la distancia algún puma o zorros. Los chicos no se quieren ir. Las experiencias son de bienestar humano, siempre acompañados de buena infraestructura de uso público”.
Caparrós no disimula. Se siente “honrado de abrir estos caminitos para que los argentinos lleguen a conocer su Patria”. Siente que es “un eslabón en este mecanismo de un gran equipo en el cual estamos trabajando todos con el mismo propósito. El premio es ver a los visitantes contentos, es poder dar esa accesibilidad a estos diamantes que tiene Argentina”.
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