Optimista y confiado por las cifras de vacunación, empleo y economía, el presidente de Estados Unidos, Joe Biden, defendió este jueves su gigantesco plan de inversión pública desde un centro universitario comunitario en Ohio, volvió a pedir que las corporaciones “paguen su parte” y aseguró que la recuperación “no fue suerte” sino producto de la vacunación y sus políticas.
Fiel a su estilo, Biden eligió un lugar y un momento lleno de simbolismo para para volver a defender su visión económica: viajó a Cleveland, donde en marzo del año pasado tuvo que cancelar un acto de campaña por miedo a un contagio masivo, y habló en un centro universitario tecnológico que forma trabajadores manufactureros mientras pelea en el Congreso por aprobar su ambicioso plan de infraestructura, de creación de empleo y ayuda a las familias.
“Desde enero los contagios cayeron un 83% y las muertes, un 85%; tenemos una creación de puestos de trabajo récord -500.000 por mes-, estamos viendo un crecimiento económico récord, el desempleo es el más bajo desde que explotó la pandemia y el 50% de los mayores de edad en Estados Unidos están completamente vacunados, entre ellos el 75% de los adultos mayores”, celebró el mandatario en un discurso difundido por la Casa Blanca.
Y con una sonrisa agregó: “Y no fue suerte. Pasó por dos razones: hicimos de la campaña de vacunación una prioridad y nuestro plan económico está funcionando.”
Biden dejó en claro que aún queda mucho camino por andar y “reconstruir una economía que incluya a todos”, pero destacó que Estados Unidos “superó una crisis económica que se vive una sola vez en una generación” y anunció que el próximo desafío es decidir “qué tipo de economía construirán para el mañana”.
Para ello, volvió a defender sus tres planes ambiciosos que la oposición republicana -y algunos demócratas más conservadores- resiste en el Congreso por considerarla muy costosa y un potencial elemento inflacionario.
“Habrá algunos baches en el camino, como distorsiones de precios, algunos sobresaltos, pero reconstruir una economía y hacerla mejor que lo que era antes de la pandemia no es como prender y apagar una luz”, explicó el mandatario, quien asumió el 20 de enero pasado en medio de un país convulsionado por la violencia política, por constantes picos de contagios y muertes por coronavirus y con una economía que no lograba una recuperación estable.
Un poco antes de que Biden hablara, los republicanos en el Senado habían anunciado una nueva propuesta para su proyecto de ley de infraestructura, que el Gobierno ya había reducido de 2.300 millones de dólares a 1.700 millones:
“Hoy tenemos un plan de 928.000 millones de dólares en ocho años que se centra en el núcleo de las infraestructuras”, anunció la senadora republicana Shelley Moore Capito, citada por la agencia de noticias AFP.
Desde Ohio, Biden, un exsenador con décadas de experiencia negociando en el Congreso, dejó clara su respuesta.
“Ni siquiera mis amigos republicanos votaron por el plan de rescate que aprobamos en el Congreso, pero hoy muchos miembros de la oposición asumen el crédito por lo que hicimos…algunos no tienen vergüenza, pero está bien, tomen el crédito pero no obstaculicen lo que aún debemos hacer”, pidió.
Biden defendió su plan gigantesco de reactivación -“una inversión que solo se hace una vez en una generación y que no la hace el sector privado”- y explicó cómo pagarla: un aumento del impuesto a las grandes corporaciones.
“No tuvimos ningún problema en aprobar un recorte de 2 billones para los más ricos (en la época de Donald Trump), pero cuando propongo un recorte para la clase trabajadora me dicen: ‘Dios mío, ¿cómo lo haremos?’ Bueno tomaremos un poco de eso que le dimos al 1%”, argumentó.
Una y otra vez, el mandatario a echó mano a rankings mundiales: Estados Unidos es el noveno país en inversión en investigación y desarrollo, y tiene la 13ava mejor infraestructura del mundo, mientras China avanza en todos estos campos y los supera, advirtió.
“Tenemos que ser el número uno en el mundo para liderar el mundo en el siglo XXI y la carrera ya empezó y no podemos seguir retrasándonos. Es tiempo de hacer inversiones valientes”, reclamó.
También vinculó un eventual aumento de impuestos para las corporaciones a un incremento de recursos para la educación.
“Si les pedimos a las corporaciones que paguen lo mismo que pagaban con George W. Bush, eso generaría 13.000 millones anuales extras y todos los jóvenes podrían ir a centros universitarios comunitarios gratis”, propuso.
Finalmente, el mandatario volvió sobre un iniciativa que tuvo que conceder hace unos meses para aprobar su paquete de estímulo para combatir a la pandemia: el aumento del salario mínimo federal a 15 dólares la hora.
“Nadie puede trabajar 50 horas por semanas y estar por debajo de la línea de pobreza. Tenemos mucho margen para aumentar los salarios de los trabajadores sin aumentar los precios finales”, aseguró y agregó: “Tenemos que entender que el empleo pleno significa que los trabajadores no tienen que competir entre ellos por conseguir un puesto de trabajo, sino que las empresas deberían competir con mejores salarios para conseguir a los trabajadores.”
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