El coipo (Myocastor coypus) es un roedor semiacuático (histricomorfo) de gran tamaño, endémico del sur de Sudamérica. Se distribuye ampliamente en humedales de toda la Argentina. En la región patagónica, se extiende desde la región central y pampeana siguiendo el curso de los grandes ríos (Colorado, Negro y Chubut) hasta el río Gallegos en Santa Cruz. Es una especie esencialmente herbívora de hábitos anfibios que vive en comunidad. Son polígamos y territoriales.
“No hace muchos años la distribución del coipo abarcaba una gran parte del territorio santacruceño”, explica Emanuel Galetto coordinador del equipo de Rewilding en Parque Patagonia. Sin embargo, “la persecución para obtener su piel en los años 80 y la desaparición de la vegetación acuática han hecho que desaparezca en varios sitios y en otros, si bien subsiste, se ha vuelto muy raro”, agrega.
De adulto, llega a pesar 8 kilos y puede tener entre cuatro y seis crías. Posee un abundante pelaje marrón y grandes incisivos de un llamativo color anaranjado. “El coipo hace plataformas sobre los juncos, se va abriendo caminos sobre las aguadas”.
Mediante un innovador proyecto de reintroducción del coipo, los científicos buscan recuperar el esplendor y buen funcionamiento del ambiente en la cuenca alta del río Pinturas, cuenca del río Ecker y Cañadón Caracoles. Son sectores donde la especie se encuentra extinta actualmente y se intenta restablecer una población autosustentable de la especie en la región del Parque Patagonia.
Y es que, esos caminos o claros que el coipo va abriendo en la espesa vegetación, “permiten el ingreso de luz en los sectores más espesos de juncal, aumentando la diversidad de vegetación acuática e invertebrados. Estos claros que son como extensas galerías, son también utilizados por la gallineta austral, y otras especies, para desplazarse. Al haber mayor presencia de invertebrados, por ende aumentan las probabilidades de alimentación, ayudando a aumentar la población y distribución de esta pequeña ave que se encuentra amenazada en Argentina”, detalla.
El equipo de Rewilding ha realizado la primera experiencia de captura, anestesia, traslado y liberación de los primeros individuos al juncal ubicado en el Cañadón Caracoles. “Los animales fueron equipados con un collar VHF, para poder ser monitoreados diariamente y evaluar su adaptación al nuevo ambiente”.
El técnico aclara que “cada especie tiene un rol clave en el ambiente donde vive y si desaparece comienza la degradación del ecosistema, dejando de ser funcionales. La presencia del coipo en el juncal de la Estación de Campo ‘El Unco’, permitirá la recuperación del mismo”.
Galetto no duda en describirlo como un gran “arquitecto” del humedal. Es por eso que, propiciar la recuperación de las poblaciones de coipos en la región es un desafío por el que trabajan cada día: recuperar ese delicado equilibrio.
0 comments