Una red de cables de 1,3 millones de kilómetros atraviesa los océanos para llevar Internet a todo el planeta. Argentina cuenta con siete de ellos y en junio de este año se anunció la construcción de uno nuevo.
Estamos hiperconectados. Leemos las noticias, recibimos mensajes, hacemos videollamadas, escuchamos música, miramos películas, series, fotos y videos a través de Internet. Según datos recogidos por Statista, 6 horas y 54 minutos fue el tiempo promedio global que los usuarios destinaron diariamente a Internet en 2020. Once minutos más que en 2019; más de un cuarto del día. Pero ¿cómo es posible eso? ¿cómo estamos conectados?
La conexión a Internet depende de una red de cables de fibra óptica de 1,3 millones de kilómetros de extensión. Algunos son muy cortos, unen islas a pocos kilómetros como el que conecta a Irlanda con el Reino Unido. Otros, como el Atlantis-2 tiene 8,500 km de largo, cruza el océano Atlántico y se extiende entre España y Argentina.
A 2021, la compañía de información geográfica TeleGeography registró 426 cables activos pero, aclara en su sitio web, “el número total cambia constantemente a medida que entran en servicio nuevos cables y se retiran de servicio los más antiguos”.
Según TeleGeography, los cables tienen el ancho de una manguera de jardín pero los filamentos que transportan las señales de luz son extremadamente delgados, del diámetro de un cabello humano
Estos datos fueron recreados en un mapa 3D por el desarrollador Tyler Morgan-Wall, y el resultado es una imagen que no solemos ver, el mundo parece estar enredado en tuberías submarinas.
Según TeleGeography, los cables tienen el ancho de una manguera de jardín pero los filamentos que transportan las señales de luz son extremadamente delgados, del diámetro de un cabello humano. Están diseñados con una vida útil mínima de 25 años pero a veces los cables se retiran antes porque son económicamente obsoletos. Las fallas en el cableado también son comunes, “en promedio, hay más de 100 cada año”, se puede leer en su sitio web. Pero pocas veces las fallas impactan porque la capacidad se distribuye entre varios cables, “de modo que si uno se rompe, la red funcionará sin problemas”, explican.
De acuerdo con la información que brinda TeleGeography, los daños se producen en un 66% de los casos por barcos que arrastran anclas. Otros factores, son los ambientales como los terremotos y, con menos frecuencia, fallas en componentes submarinos, sabotaje deliberado o mordeduras de tiburones, que son extremadamente raras.
Tradicionalmente, explica TeleGeography en su sitio web, los cables eran propiedad de operadores de telecomunicaciones que formaron una red troncal pero, a fines de 1990, una afluencia de empresas construyó muchos cables privados y vendió la capacidad a los usuarios. Hoy conviven los dos modelos aunque en los últimos años el perfil de las empresas involucradas en la construcción de cables ha cambiado. Google, Facebook, Microsoft y Amazon son los principales inversores.
En junio de este año, Google anunció la construcción de Firmina, un nuevo cable submarino internacional que estará operativo en 2023
Como se ve en el mapa, casi todos los países que tienen costa están conectados a un cable submarino. En Argentina, siete de ellos (Atlantis-2, Bicentenario, Malbec, South America-1, South America Crossing, Tannat y Unisur) llegan a la zona de amarre de Las Toninas. Pero no es frecuente verlos en las playas porque, explica TeleGeography, “los cables están enterrados bajo el lecho marino para su protección”, mientras “en las profundidades marinas se colocan directamente en el fondo del océano”.
En junio de este año, Google anunció la construcción de Firmina, un nuevo cable submarino internacional que estará operativo en 2023. Según explicó la compañía, “será el primer cable del mundo capaz de funcionar completamente con una sola fuente de energía en uno de sus extremos, a pesar de su larga distancia”. El cable unirá la costa este de los Estados Unidos con Las Toninas, e incluirá extensiones a tierra en Praia Grande en Brasil, y Punta del Este en Uruguay.
Su nombre, como otros elegidos por Google que homenajean a personalidades de la cultura y las ciencias, es un reconocimiento a Maria Firmina dos Reis, una escritora y abolicionista brasileña que, en 1859, publicó Úrsula, una novela en la que describe la vida de los afrobrasileños bajo la esclavitud.
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