Si la variable Omicron del COVID-19 no afecta su decisión geopolítica, Alberto Fernández participará de la inauguración oficial de los Juegos Olímpicos de Invierno en Beijing, un evento deportivo que es boicoteado por Estados Unidos en repudio a las violaciones a los derechos humanos en Xinjiang que el régimen comunista ejecuta contra la minoría étnica Uigur.
El jefe de Estado espera arribar a Beijing el próximo 3 de febrero, y un día más tarde participar de la inauguración oficial de los Juegos Olímpico junto a Xi Jinping, presidente de la República Popular China. Alberto Fernandez considera a la potencia asiática un socio estratégico de la Argentina, y durante su gira relámpago tiene previsto firmar su incorporación al programa conocido como la Ruta de la Seda.
La ruta de la Seda es una diagonal geopolítica apoyada en miles de millones de dólares que XI utiliza alrededor del planeta para consolidar el poder global de China. En América Latina ya se sumaron Bolivia, Chile, Costa Rica, Cuba, Ecuador, Panamá Perú, Uruguay y Venezuela.
Biden considera a China un país que afecta los intereses comerciales y de seguridad nacional de Estados Unidos, y sostiene que las inversiones estructurales previstas en la Ruta de la Seda son una argucia de Xi para avanzar sobre las áreas de influencia de Washington alrededor del planeta.
Alberto Fernández conoce la perspectiva política de la Casa Blanca y ha tomado sus recaudos. Firmará la Ruta de la Seda, pero no habilitará las inversiones chinas para construir un base logística antártica en Ushuaia y tampoco permitirá que las compañías tecnológicas manejadas desde Beijing participen en las licitaciones oficiales para conceder servicios públicos de Quinta Generación (5G).
A Washington le cuesta entender que el Presidente viaje a China para participar de los Juegos Olímpicos que boicotea, mientras Martín Guzmán negocia con el Fondo Monetario Internacional (FMI) la refinanciación de la deuda de 44.000 millones de dólares que contrajo Mauricio Macri en tiempos de Donald Trump.
Estados Unidos controla el board del Fondo, y ya montó una sutil Guerra Fría con China. En este contexto, el ala política del Gobierno con mejores contactos en la Casa Blanca sugirió al Presidente que postergue la visita hasta cerrar el deal con Kristalina Georgieva, directora gerente del FMI.
Alberto Fernández rechazó la sugerencia de sus ministros y secretarios de Estado, explicó que Xi siempre estuvo a su lado y reiteró que no tiene intenciones de plegarse a la agenda geopolítica de Biden. El líder del Partido Comunista apoyó al presidente cuando necesitó robustecer las reservas del Banco Central y disponer de millones de vacunas contra el COVID-19.
Esos dos gestos de Beijing en plena pandemia, son reconocidos por Alberto Fernández. Y por eso desea viajar en febrero, si la variable Omicron le permite cruzar el planeta para encontrarse con Xi. El Presidente tiene previsto despegar el 2 de febrero desde Buenos Aires y regresar cuatro días más tarde al país. Utilizará un vuelo charter y la comitiva estará acotada a quince integrantes para respetar la burbuja sanitaria que dispuso la administración china.
Alberto Fernández viajará al Lejano Oriente acompañado por Santiago Cafiero (canciller), Martín Guzmán (Economía), Matías Lammens (Turismo y Deporte), Matías Kulfas (Desarrollo Productivo), Julio Vitobello (secretario General de la Presidencia), Gustavo Beliz (secretario de Asuntos Estratégicos) y Gabriela Cerrutti (Portavoz), si no hay cambios de último momento.
Acorde a la agenda tentativa que manejan la diplomacia de ambos países, Alberto Fernández y Xi compartirán la inauguración de los Juegos Olímpicos, un cónclave para analizar la relación bilateral y un banquete oficial que se servirá para todos los jefes de Estado que llegarán a Beijing.
La reunión entre Alberto Fernández y Xi será el 5 de febrero. El Presidente tiene previsto agradecer la ayuda sanitaria de China, el apoyo en la negociación de la deuda con el FMI y el respaldo por la soberanía en las Islas Malvinas. Y a continuación, en una ceremonia con toda la pompa y la circunstancia, se firmarán los documentos oficiales para ingresar a la iniciativa de La Ruta de la Seda.
La visita estará restringida a Beijing por seguridad sanitaria. El protocolo oficial sugirió que Alberto Fernández visite la Ciudad Prohibida y la Muralla China, y no se descarta una recorrida por la Plaza Tiananmen y el Mausoleo de Mao.
Alberto Fernández estrenará ante Xi su presidencia Pro Tempore de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y del Caribe (CELAC), un foro regional que tiene los auspicios económicos y financieros de China. Beijing utiliza todos los recursos a su alcance para disputar a Estados Unidos su influencia global.
Aunque todavía se maneja como un secreto de Estado, la cancillería trabaja en silencio para lograr una bilateral corta (pull aside) con Vladimir Putin. El Presidente de Rusia también fue invitado por Xi a la ceremonia de inauguración de los Juegos Olímpicos, y Alberto Fernández no quiere pasar la oportunidad de agradecer a Putin su colaboración sanitaria cuando el COVID-19 avanzaba sobre la Argentina.
El Kremlin está de acuerdo con el pull aside. Falta la fecha y el lugar.
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