Sobre este tema, Alicia manifestó:
“Necesitamos tener una mirada proactiva que nos permita analizar los logros y desafíos, enmarcados en la particularidad y complejidad general de estos años los que adquieren un singular énfasis en el cuadragésimo aniversario de lo que decimos comúnmente “la Guerra de Malvinas” con el recuerdo doloroso del atropello de nuestra soberanía en un despliegue colonial aun vigente, un año de memoria colectiva y de Justa reivindicación de los y las jóvenes y las familias que entregaron su existencia en esta causa. Digo existencia para señalar no solo los que dejaron su vida en las Islas, sino también a los que padecieron el olvido e ingratitud durante muchos años entre políticas de seducción fallida y desmalvinización reiterada”.
“A 40 años de aquel 2 de abril de 1982, decir Malvinas e islas del Atlántico Sur es decir Argentina, Patria/Matria, Memoria y Dignidad en el reconocimiento de nuestra soberanía integral, no sólo territorial”, agregó.
Luego continúo señalando:
“Por si los argumentos históricos jurídicos de pertenencia de las dos islas mayores, Soledad y Gran Malvinas a la Argentina, rodeadas por más de 200 islas menores, con una superficie equivalente de 60 veces la Capital Federal, no fueran suficientes, este archipiélago emerge a continuación de la plataforma continental submarina. Por ello hay un ADN visible, palpable entre sus paisajes y los de Santa Cruz, y de nuestra Patagonia Austral que ratifican su pertenencia. Néstor Kirchner decía…” sé que para algunos la Patria termina en la General Paz, pero para mí se termina en las Islas Malvinas” … Las Malvinas serán Argentinas, por el diálogo, por la paz, pero con la firmeza de obtener la soberanía y continuaba diciendo…” no hay nada de nacionalidad que se pueda recuperar de rodillas, se recupera por la paz, con amor, pero con dignidad, defendiendo los valores y la integridad de nuestra Tierra”.
No podemos obviar que el enclave colonial Británico en las islas, esconde una disputa por un total de 6 millones de km, que equivale a 2 argentinas.
Pensamos la soberanía como integral y multidimensional, que nace en la voluntad de un pueblo y la construcción de poder necesaria para ejercerla. Planificar nuestra política económica centrada en los intereses populares y de la Dignidad de nuestra Nación, es definitivamente un gesto de soberanía.
El proyecto colonizador se irradia desde la geopolítica pero también desde la geo-economía, que significa la implementación de instrumentos económicos para la opresión o confrontación de las naciones desde un poder que, lejos de ser difuso, se ubica en espacios específicos: Potencias globales, actores transnacionales no estatales, como los famosos fondos de inversión Black Rock, a propósito de sus interés en Malvinas, o las principales industrias de tecnología e información, como Google, Amazon, que ya superan el billón de dólares de capitalización.
Desde aquella Guerra de Malvinas en 1982, del siglo 20, a este 2022 del siglo 21, el sistema capitalista mundial se fue transformando, dejando de centrarse en la producción y el consumo, con fábricas y capitales localizados en países, a una economía de grandes corporaciones transnacionales, con producción des-localizada hacia países de menores salarios, debilidad del poder del estado como ordenador de la economía, concentración descomunal de la riqueza, avance de monopolios globales, entre otros rasgos macabros. Países periféricos y semi-perifericos y primarizados, crónicamente endeudados, sociedades con creciente desigualdad y pobreza.
Una economía global con fuerte interdependencia, con actividades de mayor valor agregado en los países centrales y las de menor valor en los periféricos, constituye un proceso que impacta en los términos de intercambio entre unos y otros.
Ser soberanos es trabajar de forma inclaudicable para insertarnos nacional e internacionalmente y en el caso de nuestra Provincia hacerlo, con la mayor autonomía económica, política y estratégica.
Hoy la disputa mundial es por los recursos naturales (Petróleo, gas, agua, biodiversidad, litio, etc.) todo ello en el marco de una transición energética, de transformación del conjunto de fuentes de energía, debido a las severas consecuencias en el ambiente, calentamiento global, fenómenos climáticos y la finitud de los combustibles fósiles. Es importante también, entender la transformación del patrón científico tecnológico iniciado con la aparición de la microelectrónica en los años 70 y las nuevas tecnologías de telecomunicación, nanotecnología, tecnología de almacenamiento de energías, etc.
Nuestra tierra, fue territorio colonizado y conquistado como lo fue la Patagonia Argentina por proyectos liberales del siglo XIX, tales como la campaña del desierto. Estuvimos sujetos al proyecto civilizatorio de Europa occidental, que cumpliendo objetivos de geo-economía de la época, fue diezmando a sus pueblos originarios y en el uso, explotación y comercialización de nuestros recursos.
La sociedad santacruceña ha atravesado momentos trágicos previos a la conformación del Estado provincial. Más de 1500 trabajadores rurales fueron asesinados por el Ejército Argentino tras la orden del Teniente Coronel Héctor Benigno Varela.
Creo firmemente en la memoria colectiva como motor para la construcción de una sociedad que respete los Derechos Humanos. Y, como solía compartirnos el gran Osvaldo Bayer: “La democracia había recibido una puñalada por la espalda. Se había cometido el mayor crimen contra los trabajadores de la tierra de nuestra historia […]. Finalmente, la ética siempre triunfa”.
Quienes en ese momento tenían la responsabilidad de proteger al pueblo Argentino, abatieron contra los trabajadores, simplemente por el solo hecho de que obreros organizados reclamaban condiciones laborales y humanas mas dignas. El Estado en respuesta, motorizó una matanza en estas tierras.
Los Santacruceños y Santacruceñas no podemos hablar de identidad y pertenencia, sin visibilizar estos capítulos trágicos de nuestro pasado irresuelto. Hoy buscamos en la memoria lo que ha pasado y, al hacerlo, surgen pluralidades, diversidades y validaciones. Cien años se conmemoran de aquella rebeldía sobre la cual nos hemos forjado como Provincia y como bien dice Eduardo Galeano “No hay historia muda. Por mucho que la quemen, por mucho que la rompan, por mucho que la mientan, la historia humana se niega a callarse la boca”.
Los Santacruceños y Santacruceñas somos, como digo siempre, rebeldes, porque esa rebeldía nace de nuestra propia historia, pero nos ha forjado el carácter necesario para ser quienes hoy somos, y proyectarnos hacia adelante. Sin recetas foráneas, simplemente desde nuestra identidad.
Si existe un modo de justo de homenajear a nuestros héroes y heroínas de Malvinas, desde Santa Cruz decimos que es afirmando la Soberanía Integral, cultural, económica, política. Es confrontar con el proyecto colonizador que pretende negar nuestra existencia como Nación, como pueblo y desde narrativas estigmatizantes e ideas importadas convencernos, venciendo nuestro espíritu colectivo como sujetos de derechos nuestro devenir histórico.
Los 40 años de Malvinas nos encuentran no solo con ese proyecto colonizador aun en marcha, sino también con un mundo que transita intensas transformaciones con múltiples formas de violencia, como el crecimiento continuo de la desigualdad, el tratamiento destructivo de nuestro ambiente y los seres que la habitan, la violación de los derechos humanos, la militarización de los territorios, desplazamiento de personas expulsados de sus lugares y el impacto de una pandemia en el tejido social.
En ese sentido, debemos reflexionar mirando al mundo sobre el tipo de sociedad que estamos construyendo. Es crucial que no perdamos de vista que son los seres humanos, en cualquier tiempo que sea, no solo desde sus mentes sino también desde sus corazones fraternos, que han de conducir los destinos de esta Provincia. No existe tecnología que pueda emularnos en la capacidad crítica y de creación.
Confiar en nuestras ideas, nuestros sueños, diseñar modos de alcanzarlos en conjunto, convencidos y convencidas de que los pueblos merecen vivir en dignidad y felicidad.
Tuvimos un presidente Santacruceño que nos decía que debíamos desterrar por completo la premisa de ser “fuertes con los débiles y débiles con los poderosos”. Por el contrario, debíamos apoyar con fuerza y convocar al poder real a trabajar en conjunto por una nueva Patria/Matria desde nuestros rasgos propios de la idiosincrasia santacruceña: la independencia, rebeldía, la disrupción, el trabajo conjunto y sobre todo la resiliencia.
El neoliberalismo como filosofía hegemónica, debe ser finalmente desterrado y los proyectos nacionales y populares son quienes deben continuar el camino de la batalla cultural”.
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