Lejos de haber develado todos sus misterios, el sitio Cueva de las Manos sigue asombrando con muchos enigmas sobre cuándo, quiénes y qué quisieron expresar en esas pinturas que desafían a los expertos y deslumbran a miles de turistas cada año.
Dirigidas por Carlos Gradin -el topógrafo y arqueólogo que hizo las primeras exploraciones en el área en 1964- se realizaron continuas investigaciones arqueológicas en el sitio durante más de 30 años. Con su fallecimiento, en 2002, esta actividad se detuvo por un tiempo.
Luego, fue retomada por Carlos Aschero, alumno de Gradin y reconocido arqueólogo a nivel internacional, quien reinició las investigaciones, y recientemente, volvió al sitio acompañado por un grupo de jóvenes arqueólogos “en un intento de pasarles la posta”, nos explica la guía del sitio, Valeria Ucedo, que trabaja como guía hace ya siete años y ahora es encargada del grupo de guías y auxiliares.
“La particularidad de esta investigación es que no solo vinieron investigadores, sino también gente de la zona. Los mismos que trabajamos en Cueva de las Manos estuvimos ayudando. Vino mucha gente a ver la excavación, que en sí fue chiquita, pero dio mucha información nueva”.
Lo que se sabe, es que las intervenciones más antiguas datan de 9300 años y que las más “recientes” tienen 1300. “Se pueden observar un montón de escenas que van cambiando, los colores también. Pero la forma de hacer la pintura se mantiene: con pigmentos minerales, de rocas que poco a poco se fueron encontrando relativamente cerca de la zona”. Por ejemplo, Valeria explica que “con el óxido de hierro dieron el color rojo. Con el óxido de manganeso, el negruzco. Y el amarillo ocre -el más antiguo- es del mineral natrojarosita”.
¿Entonces, qué es lo que se investigó en esta oportunidad? Valeria lo explica con mucho detalle. Lo que ahora están investigando, es poder darle una fecha más exacta a las pinturas de color rojo. La nueva excavación se hizo en un sector “donde nunca se había tocado, justo debajo de un panel donde hay un montón de guanacos en color rojo muy intenso”. Según la guía, en Cueva de las Manos, “existe una superposición de colores y de acuerdo a cada color, se puede establecer cuál se pintó antes o después, la diferencia puede ser de miles de años”. Aschero ya tenía fecha de las pinturas amarillas y las negras y quería saber cuándo estas poblaciones antiguas dejaron de pintar con rojo.
“Los tonos de los rojos varían un montón. Quizás hace 9500 empezaron con un rojo carmín, pero hace 2300 hay un rojo más colorado. Lo que ahora están investigando es un rojo fuerte que está casi llegando a un bordó y que sería el rojo más antiguo en Cueva de las Manos”.
La encargada reflexiona sobre lo interesante que le resulta al público que visita el sitio toda esta información. En general, la gente se sorprende mucho cuando llega. Piensan que se van a bajar del auto y hacen dos pasos y está la Cueva, pero no se esperan toda la explicación y la información que van a encontrar, mucho menos que pueden llegar hasta ese lugar, con un paisaje tan imponente como lo es el del Cañadón del río Pinturas. Se maravillan con eso y se van con mucho más de lo que esperaban”
En ese sentido, es para destacar la visitación de esta temporada. De hecho, Valeria explica que “antes de la pandemia ya estábamos recibiendo mucha gente”
Para entender la afluencia de esta última temporada que empezó en octubre del año pasado, bien podemos compararlo con la última del año 2019. “Nosotros hacemos unas 11 visitas por día. Es un lugar chico y en plena temporada pasaban unas 250 personas por día. Este año, en la primera quincena de enero, entraron más de 300 personas.
“Más del 80% de las visitas de esta temporada, fueron turistas argentinos y muchos de ellos, por primera vez”
Otra de las virtudes del sitio, es que puede aprovecharse todo el año, ya que la administración nunca cierra. “Cueva de las Manos es un lugar que siempre tiene que estar custodiado, si alguien llega, siempre está la guía para hacer el recorrido. En invierno, con la llegada de la nieve es hermoso, porque es otro paisaje”, comenta, y apunta una recomendación: antes de viajar, “consultar oportunamente el estado de las rutas” y hacer la visita entre las 11 y las 16 hs “que es cuando hay mejor luz, ya que a las 16 ya empieza a bajar el sol por los paredones del Cañadón”.
Valeria es patagónica. Se crió en Piedra Buena, decidió irse a estudiar arqueología a Tucumán. Sus primeras prácticas las realizó en Cueva de las Manos y ya no pudo elegir otro sitio mejor para vivir. “Me entusiasmé y me quedé por acá”, cuenta emocionada y lo describe casi como una invitación: “Siempre digo que la experiencia de Cueva de las Manos es la de un museo a cielo abierto que no es solo turístico, sino cultural. Un paisaje asociado a pinturas rupestres, dejado por personas como nosotros, pero que estuvieron hace casi 10 mil años”.
Fuente: Ahora Calafate
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