Coordinada por el paleontólogo Fernando Novas, quien se desempeña como jefe del Laboratorio de Anatomía Comparada del Museo Argentino de Ciencias Naturales Bernardino Rivadavia, y el científico Mauro Aranciaga Rolando, el conversatorio brindó detalles de la importancia de este hallazgo para el acervo cultural patagónico y específicamente provincial.
“Es sumamente relevante para conocernos, conocer nuestra historia”, comenzó diciendo Fernando Novas y siguió: “pero igual de importante es difundir lo que tenemos para saber con el patrimonio que contamos, y valorarlo y que traspase generaciones”, acotó.
“La provincia tiene tesoros extraordinarios fósiles de millones de años que nos cuentan capítulos muy interesantes de la evolución de la vida en el planeta tierra”, indicó Novas.
Según relató el paleontólogo, Santa Cruz era un área elegida por los dinosaurios por su cercanía con la Antártida: “Lo más sorprendente es que el hallazgo permite conocer más sobre la evolución de los dinosaurios carnívoros en la Patagonia y sobre sus tendencias evolutivas, lo que nos invita a seguir trabajando”, dijo Novas.
Por su parte, Mauro Aranciaga Rolando dio detalles del último descubrimiento fósil en la Patagonia al que denominaron Maip Macrothorax: “En el sur teníamos registro de varios carnívoros, pero este descubrimiento es el más grande encontrado hasta el momento”.
Los huesos del mega raptor ofrecen “todo un tema para estudiar a futuro”, ya que en los restos también se encuentran las marcas donde se asentaban los cartílagos y los ligamentos, lo que les permitía a las articulaciones “moverse y mantenerse articuladas para respirar”, explicó Aranciaga Rolando.
Cómo era el Megarraptor Maip Macrothorax
“Era una criatura de gran tamaño, con patas parecidas a un ñandú, que podía correr a sus presas. Tenía una dentadura impecable, con bordes aserrados. Manos con garras de hasta 40 centímetros de largo, lo que demuestra que el animal era un depredador y semejantes garras las tenía para despedazar a sus presas”, precisó Novas.
Para soportar tanto peso, su columna vertebral estaba compuesta por enormes vértebras interconectadas por un complejo sistema de músculos, tendones y ligamentos, que le permitía mantenerse erguido sobre sus patas traseras mientras caminaba o corría.
El animal, que vivió hace aproximadamente 70 millones de años -durante el período denominado Cretácico- fue descubierto en la estancia La Anita, a 30 kilómetros de El Calafate, en la provincia de Santa Cruz, ecosistema que -en aquel entonces- era muy diferente.
Maip debe su nombre a, por un lado, una palabra tehuelche que significa “entidad maligna”, que suele “atacar por la noche y dejar muerte a su pasar, lo que se cree que hacía este espécimen en el Cretácico”, dijo Mauro Aranciaga Rolando, primer autor del artículo y becario del Conicet.
Por otro, Macrothorax hace referencia a su “enorme pecho”, que medía 1,2 y 1,5 metros de alto.
“Los huesos de Maip nos ayudaron a entender mejor la anatomía de los mega raptores. Pertenecen a una familia cuyo esqueleto no era como el de un tiranosaurio, grande pero pesado, sino que eran animales ligeros. Es decir que sus huesos no eran macizos sino que presentaban una gran cantidad de huecos internos que los hacían mucho más livianos, algo así como un ladrillo hueco comparado con uno macizo”, explicó Aranciaga.
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