Turquía y Siria continúan devastadas tras el masivo terremoto, que deja hasta el momento más de 25.000 muertos y cientos de miles de personas en necesidad. Funcionarios y médicos dijeron que 21.848 personas habían muerto en Turquía y 3.553 en Siria por el temblor de magnitud 7,8 del lunes, lo que eleva el total confirmado a 25.401.
El frío en la zona dificulta los rescates y redobla el castigo sobre una población desesperada. Según la ONU, al menos 870.000 personas precisan urgentemente comida y, solo en Siria, 5,3 millones de personas se quedaron sin casa.
“Cuando veo los edificios destruidos, los cadáveres, no es que no pueda ver dónde estaré en dos o tres años, es que no puedo imaginar dónde estaré mañana”, dijo con los ojos llenos de lágrimas Fidan Turan, una pensionada de la ciudad turca de Antakya.
“Hemos perdido 60 miembros de nuestra familia”, explicó. “¡Sesenta! ¿Qué puedo decir? Es la voluntad de Dios”, agregó.
El Programa Mundial de Alimentos pidió 77 millones de dólares para aportar raciones de comida a al menos 590.000 personas desplazadas a causa del terremoto en Turquía y 284.000 en Siria.
Acceso humanitario
La oficina de Derechos Humanos de la ONU urgió este viernes a todas las partes en la zona afectada, donde operan militantes kurdos y rebeldes sirios, a permitir el acceso humanitario.
El Partido de los Trabajadores del Kurdistán, considerado grupo terrorista por Ankara y sus aliados occidentales, anunció que suspendía su lucha armada para contribuir a los trabajos de recuperación.
Y en Siria, el gobierno anunció que autorizará el suministro de ayuda internacional a las zonas controladas por los rebeldes en el noroeste del país, castigado por el sismo.
Hasta ahora, solo dos camiones humanitarios habían cruzado esta semana desde Turquía a esta área rebelde donde viven cuatro millones de personas.
La ONU solicitó un alto el fuego inmediato en el país y la apertura de más puntos de paso para la ayuda humanitaria, que ahora mismo solo puede transitar por el puesto fronterizo de Bab al Hawa.
El Consejo de Seguridad debe reunirse para discutir la situación en Siria, posiblemente a principios de la próxima semana.
La diplomacia turca afirmó que está trabajando para abrir otros dos puntos de paso “con las regiones bajo el control del gobierno” sirio, “por razones humanitarias”.
Por miedo a volver a sus casas o porque estas han desaparecido, miles de personas duermen en tiendas de campaña o en sus carros y se reúnen junto a hogueras para calentarse en medio de unas temperaturas glaciales.
Aunque los equipos de rescate siguen sacando a personas vivas de entre los escombros, entre ellos varios niños y una mujer embarazada de seis meses el viernes, los balances no dejan de crecer.
Los últimos cómputos del sábado por la mañana se sitúan en 25.401 personas muertas.
Después de cinco días del sismo, el más mortífero desde 1939 en la región, la conmoción inicial deja paso en Turquía a la rabia y el enfado por la respuesta del gobierno y la baja calidad de las construcciones.
Las autoridades cifran en 12.141 los edificios destruidos o gravemente dañados.
“Los pisos se apilan unos encima de otros”, dijo el profesor de la Universidad Bogazici de Estambul, que lo atribuye a la mala calidad del hormigón y las columnas de acero.
La policía detuvo el viernes en el aeropuerto de Estambul a un promotor inmobiliario que trataba de huir del país después del colapso de una de sus residencias de lujo que construyó.
Ante las críticas por la gestión del gobierno, el presidente turco Recep Tayyip Erdogan entonó una suerte de mea culpa el viernes.
“Hubo tantos edificios dañados que desafortunadamente no pudimos acelerar nuestras intervenciones como hubiéramos querido”, afirmó durante una visita a Adiyaman.
Entre las múltiples tragedias del movimiento telúrico, una implica a un grupo de 24 niños chipriotas de entre 11 y 14 años que estaban en Turquía para un torneo de voleibol cuando el terremoto engulló su hotel.
Los medios turcos aseguran que 19 personas del grupo, que incluía además a 15 adultos, se confirmaron muertas. Diez de los cuerpos ya fueron repatriados a sus casas en el norte de Chipre.
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