Casi no habló desde que volvió de España. Durante este tiempo se dedicó a reconstruir, junto a sus abogados, las pruebas del vínculo que, según su versión de los hechos, tuvo con Lucas Benvenuto. Mensajes, fotos y testimonios otorgados ante escribano público. Quiere poner todo sobre la mesa ante la Justicia. No en una causa penal, porque la denuncia de Lucas por abuso sexual se cerró por prescripción.
El nuevo capítulo será en el fuero civil, donde presentó demandas millonarias (se habla de un millón de dólares cada una) contra el denunciante, productores y comunicadores que, dice, lo acusaron falsamente. Tiene todo anotado en un papelito que saca del bolsillo del jean en el medio de la entrevista. “Jey Mammon es un abusador, es un violador, es un cínico, es un monstruo, es un hijo de puta”, lee Jey Mammon.
No es el de los primeros días, el del video casero con el que buscó defenderse o el de las conversaciones con Jorge Rial y Baby Etchecopar desde su casa, cuando dijo que estaba en shock y tomaba clonazepam todo el día. “Cuestionaban todo, el estado de clonazepam, todo. La verdad que fueron distintos estados y también algunos de vulnerabilidad. En algún momento tomaba pastillas porque fue como si me hubiesen dado una patada en la cabeza. Pero no una patada normal. Una patada de destrucción”, dice en diálogo con Infobae.
Su psicóloga le pedía que no mirara televisión, pero no podía evitarlo. “En los programas analizaban mis gestos, como van a hacer ahora en esta entrevista. ¿Se puede analizar a una persona? ‘No sufre porque no llora’. Tomaba clonazepam, amigo. Por eso no lloro. Hay programas de televisión que expusieron la denuncia falsa que me hicieron. Y eso no se hace. Con detalles escabrosos, tremendos, horribles. Todo por un puto punto de rating. ¿Sabés cuándo decidí irme a España? Estaba haciendo zapping y no recuerdo quién fue, creo que Marcela Tauro, dijo ‘¿qué estamos esperando, que este chico se tire del balcón?’”.
— ¿Te sentiste afectado en tu salud mental?
— Y sí, a cualquiera le puede afectar la salud mental, aun si sos responsable de lo que te acusan. Pero yo encima era inocente.
— ¿Te sentiste cancelado?
— Sí.
— ¿Y pensás que todavía estás cancelado?
— En algún punto, en algunos ámbitos sí.
— ¿Salís a la calle y qué sentís?
— No hay una persona que me haya dicho nada negativo desde que empezó todo esto hasta el día de hoy. Te lo juro por la memoria de mi viejo. Si yo hago una obra de teatro hoy, tengo la sensación de que la gente vendría a verme.
Damos algunas vueltas para entrar en tema (responsabilidad mía, no de él, confieso), pero finalmente hablamos de lo que tenemos que hablar.
— Él vino a una fiesta, tenía 16 años cuando yo lo conocí.
— ¿Cómo sabés que tenía 16 años?
— Porque yo tuve que hacer… primero que lo conocí y sabía qué edad tenía.
— Pero ¿cómo sabías? Vos conocés a alguien y ¿cómo sabés si tiene 14 o 16?
— Primero porque le pregunté.
— ¿Le preguntaste?
— Sí, además, te estoy diciendo que lo conozco y que lo conocí durante muchos años. El chico que vino con él a la fiesta y que vino con su hermana en 2009… Lucas tenía 16 años en abril. Él cumple años en septiembre. El chico… estoy tratando de no dar nombres para preservar la identidad y para respetar a las personas que han atestiguado frente a escribano.
— ¿El testimonio de esta persona está otorgado frente a un escribano?
— Sí.
— ¿Y vos lo vas a presentar?
— Sí. ¿Te acordás que había unas cámaras que tenían fechas? Bueno, él nos sacó una foto cuando faltaban 10 días para que cumpla 17. Y está la fecha. Y él (se refiere al testigo) recuerda, él atestigua y dice que él (se refiere a Lucas) estaba por cumplir sus 17 cuando nos preguntó si estábamos saliendo. Y ahí estábamos empezando a salir.
No le gusta que lo saquen de la discusión de la denuncia penal que le hizo Lucas y que luego reprodujo públicamente en los medios. “Me desespera cuando quieren correr el eje de la denuncia y lo quieren sacar hacia el tema de la edad”, dice en diálogo con este medio.
— Puede que haya un debate moral y lo entiendo y está perfecto.
— Bueno y también legal, porque no es lo mismo desde el punto de vista legal si tenía 14 o tenía 16.
— No, en absoluto. Y tampoco el contexto de que fue hace 15 años…
— Esto me interesa. ¿Qué quiere decir eso, lo del contexto?
— No, yo digo “el contexto de hace 15 años” porque como estamos hablando de los medios de comunicación y también de la mirada social, por ahí desde qué lugar todos hablamos y debatimos. Y me parece interesantísimo el debate.
— ¿Era distinto? ¿No es lo mismo hoy pensar en un vínculo entre una persona de 32 años y otra de 16 que hace 15 años?
— Quizás.
— Te pregunto.
— Yo creo que no. Yo creo que no, por lo menos desde el lugar moral, desde la visión social.
— Desde el punto de vista moral, no legal.
— Sí, sí, desde luego. O sea, yo creo que el debate está bien planteado, pero está muy mal planteado cuando estamos hablando de que yo necesito defenderme de una falsa acusación de violación.
— Más allá de lo legal, mirándolo hoy, ¿cómo evaluás tu conducta, vos como ser humano en relación a esa época?
— ¿Empezó otra nota?
— Sí.
— Y, si fuera… Es difícil de contestar, pero no, no sé. Yo no, no, creo que no… “Creo” no. No construiría un vínculo con 32 años con un chico de 17 años.
— O de 16.
— O de 16, sí.
— ¿No te hizo ruido nada en ese momento?
— No.
— ¿No te hizo ruido?
— No. No. La verdad que no.
— ¿Creés que el hecho de que fuera un vínculo no heteronormado tiene un impacto de evaluación distinto?
— Totalmente. Hace 15 años había dentro de la heteronormativa 800 millones de parejas con esa disparidad. En LAM, a dos días de decirme infinidad de atrocidades… a dos días, no te estoy diciendo a dos meses o a dos años. A dos días estaban entrevistando a una de las panelistas y ella contaba que cuando tenía 17 años había sido pareja de un actor que tenía treinta y pico. Y otra panelista dijo “bueno, pero eso ya prescribió”. Y dijeron “bueno…”. Y el conductor dijo “bueno, pero ya… ¿qué, te corneaba, no?”. “Sí, sí, bueno, estuvimos unos años”. Y se cagaban de risa. Y yo, lejos de enjuiciar esa charla, digo, ¿cómo es entonces?
Durante la entrevista me doy cuenta de que a Jey Mammon le cuesta hablar de sus inicios artísticos sin llorar. Ocurre casi apenas empezamos, en el minuto 14:31 del larguísimo audio de una hora cuarenta que edito durante el fin de semana largo. “Yo empecé en este medio de una manera muy particular, en el teatro under, creo que con el personaje de Estelita”, me dice con la voz entrecortada.
Sobre el final de la charla se repite el mismo patrón. Me está hablando de los medios, de la contradicción que siente porque los ama y cómo esto le genera angustia. Y entonces advierte (y yo con él) que Lucas Benvenuto está inescindiblemente ligado a su nacimiento como artista y a lo que hoy percibe como su destrucción.
— ¿Cómo no voy a querer volver a los medios si son mi vida?
— Te emocionás cuando recordás tus inicios, ¿no?
— ¿Sabés por qué? Porque me costó mucho. Me costó mucho construir lo que construí y de repente es como si, viste cuando esos castillos de arena que vienen y…. Me costó mucho.
— Y, además, la historia de Lucas se inicia en aquel momento en el que vos estás iniciando también tu carrera. Esa fiesta, Estelita, el programa de radio…
— Es muy loco porque hay un dato que pasó medio desapercibido porque fue todo un tsunami, pero yo a Estelita la presento esa noche. Esa noche la presento a Estelita.
— ¿La noche que conociste a Lucas?
— Ajá… a veces hay vínculos que son más fuertes que otras relaciones. Yo creo que el vínculo que tuve con él fue fuerte.
— ¿Por qué?
— Porque me acabo de acordar de esto mismo, por ejemplo. Que a Estelita la presenté esa noche. Esa noche no pasó nada, pero lo conocí. Y yo me acuerdo que al año o a los dos años hice mi primer unipersonal y yo recuerdo ensayar mi unipersonal en mi casa.
— Con él…
— Y que él me diga “a ver, haceme el show completo”. Y yo lo hacía y él me miraba. Y tengo mensajes de él diciéndome “haceme el espectáculo”, ¿me entendés?, como que me alentaba, como que él me alentó, me alentaba a aflorar el artista. Es raro y es fuerte pensar que ese castillo que empezó a construirse ahí vino él y lo rompió todo.
— El mismo que tal vez ayudó a armarlo.
— Puede ser, sí. Qué loco porque lo estoy decodificando ahora. Ni siquiera en ninguna de las sesiones de terapia…
— ¿Cómo cambió tu vida? ¿Cómo te afectó? ¿Cómo afectó a tu familia?
— Uff (llora).
Yo, mirá, cada vez que me levanto digo… es como una incertidumbre total. Es total. No estoy enojado. Pero si fueran conscientes de lo que está pasando, de lo que están haciendo, de lo que hicieron, entenderían de lo que estoy hablando. Estoy en una que no se la deseo a nadie, eh. Te juro que no se la deseo a nadie. Yo no quiero, mirá, no quiero competir con dolores ni con angustias de nadie. Pero no sé si hay algo igual a esto. Te juro. Es como estar muerto en vida, ¿sabés?
— ¿Eso sentís? Que estás muerto en vida.
— Sí, sí.
— ¿Por qué?
— Porque aun con el amor que te demuestra la gente, aun con ese valor llave que es infinito, que es hermoso, sentís que te están velando, ¿sabés? La sensación es esa, es que estás muerto. Esa es la sensación. Si vos me preguntás cómo me siento yo hoy, muerto en vida.
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