El Consejo Agrario Provincial, a través de su directora de Fauna Amanda Madero hizo saber a través de canales oficiales de comunicación del gobierno que solo tiene confirmado la muerte de dos lobos marinos en la en la playa de Punta Loyola (zona sur cercana a Río Gallegos) a consecuencia de la influenza aviar.
De hecho, ese organismo parece desconocer que en la reserva faunística de Caleta Olivia hay decenas de cuerpos sin vida de esta especie de mamíferos.
“Lamentablemente tuvimos dos casos en la zona de Punta Loyola que fueron muestreados por los veterinarios del SENASA y que dieron positivo a la influenza aviar”, expresó la funcionaria, de la cual se difundió una fotografía mostrándose sonriente.
Lo concreto es que las imágenes fotográficas captadas por este medio periodístico en la reserva caletense situada a unos cuatro kilómetros al sur del puerto Caleta Paula (por la Ruta 3) son penosas, tristes y alarmantes.
A lo largo de un trayecto de menos de quinientos metros se observan diseminados decenas de cuerpos sin vida que están siendo picoteados por las gaviotas.
En algunos casos hay grupos de siete y ocho que ya entraron en estado de descomposición y también hay ejemplares moribundos que intentan alejarse de las rompientes de olas, pero ya no tienen fuerzas para hacerlo.
En otro sector, se aprecian unos doscientos ejemplares vivos todos reunidos en grupo, pero ese número resulta reducido en relación a los casi 800 que hasta hace pocas semas solían verse en ese lugar.
Para colmo, es inexplicable que de manera oficial el SENASA aún no cite en sus reportes de manera oficial que la reserva de Caleta Olivia fue afectada por la enfermedad de referencia, en tanto que un referente local del Consejo Agrario se limitó a decir a través del canal de televisión de esta ciudad que aún no se dispone de los resultados de los estudios de las muestras, pero se sobrentiende que todos los parámetros y sintomatologías responden la influenza.
Se trata del médico veterinario Daniel Álvarez, quien estimó que los lobos muertos hasta ahora no serían más de quince en esta zona, cifra que es mucho menor a la que pudo contabilizar El Patagónico en el trayecto de playa recorrido: más de cuarenta.
Además, la única medida de prevención que se adoptaron los organismos responsables de esta tragedia faunística, fue bloquear con un montículo de tierra la bajada de playa de la reserva y solicitar a la población que no se acerque a ese lugar, cuando en rigor se necesita de manera urgente construir una cava para enterrar todos los cuerpos.
Fuente: El patagónico
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