El Parque es un testimonio de la capacidad de las comunidades para transformar su entorno y construir un futuro sostenible para las generaciones venideras.
En el corazón del noroeste de la provincia de Santa Cruz, la historia se teje entre los vericuetos de la naturaleza y la voluntad inquebrantable de sus habitantes. Rocío Ayelén Navarro, coordinadora de Parques y Comunidades de Parque Patagonia, nos lleva a un viaje a través del tiempo, recordando los orígenes de una iniciativa que cambió el curso de la región: la creación del Parque Nacional Patagonia.
“La creación del Parque Nacional Patagonia fue el resultado de un compromiso profundamente arraigado por parte de diversos movimientos vecinales, que dieron visibilidad a los valores del noroeste de la provincia”, comparte Rocío. Desde 2006, estos vecinos se unieron con la visión de trazar un nuevo camino, buscando una alternativa a las economías tradicionales y abrazando la protección y conservación de sus patrimonios naturales y culturales.
El punto de inflexión llegó en 2011, con la publicación de un manifiesto después de una asamblea popular en Los Antiguos. Este llamado urgente instaba a los gobiernos a trabajar hacia la creación de un área protegida, no solo como salvaguarda ambiental, sino como un motor de desarrollo económico sostenible.
“La continuidad en la visión del Parque, más allá de los cambios políticos, asegura una implementación coherente de estrategias a largo plazo”, enfatiza. Y es que, este enfoque estable ha garantizado la protección constante de la biodiversidad y ha fomentado inversiones a largo plazo, propiciando un turismo responsable que beneficia a las comunidades locales.
Como una frase cargada de sentido, Rocío comparte que “democratizamos el acceso a la naturaleza”, liberando el acceso a áreas naturales para todos, señalando el aumento del turismo y su impacto positivo en emprendimientos locales. Además, la transformación educativa es evidente, con niños conectándose con su propio entorno, cultivando un amor y respeto arraigado por la tierra que los rodea.
“Los niños, que antes exploraban la fauna de África a través de un manual o una serie, ahora dedican su tiempo a conectarse con su propia fauna nativa y paisajes. Esta conexión cultiva un sentido de pertenencia arraigado en la admiración y respeto por el entorno, forjando una nueva generación comprometida con nuestra tierra”.
Los cambios notables en la última década son testimonio del impacto del Parque en la región, que también se reflejan en el desarrollo innovador a nivel infraestructura. Con senderos, áreas de acampe, miradores, centros de interpretación y espacios para emprendedores, “hemos creado una red que conecta a las personas con su entorno natural, y que impulsa una economía local sostenible. Esta apuesta basada en la sostenibilidad establece un paradigma para el desarrollo futuro. Estamos demostrando que la conservación y el progreso pueden ir de la mano”.
La colaboración ha sido clave en fortalecer la misión del Parque. Navarro destaca la alianza con gobiernos locales, organizaciones independientes y emprendedores como un ejemplo de distribución equitativa de beneficios. “La prosperidad se comparte y se construye colectivamente”, subraya.
Entre las anécdotas que ilustran el impacto transformador del Parque, Rocío comparte una experiencia conmovedora. Después de la apertura del Portal La Ascensión, una familia local, “vecinos nuestros” -explica- que nunca antes había tenido acceso a un espacio natural para sus fines de semana, descubrió la oportunidad única que el Parque ofrecía. “Estaban haciendo un asado, los niños jugando a la pelota, viviendo la naturaleza que ahora podían disfrutar libremente”, relata. “Este momento fue muy revelador, marcando la certeza de que estábamos cambiando realidades desde las bases, y creando oportunidades para un mundo mejor y más justo” comparte Rocío.
Rocío Ayelén Navarro, nació y creció en Perito Moreno, tercera generación de familia pionera en la zona. Con sus 34 años de edad, encarna el espíritu de cambio y compromiso. Su trayectoria, desde diversos movimientos vecinales, hasta la coordinación del Parque Patagonia demuestra que, a través de la colaboración y la persistencia, es posible construir un futuro donde la naturaleza y las comunidades prosperen juntas.
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