Estos resultados son peores que los de países como Chile (15%), Uruguay (20%), Colombia (24%), Perú (27%) y México (27%), que tienen menos estudiantes del cuartil más favorecido con aprendizajes por debajo del nivel esperado. En el nivel socioeconómico más bajo, 7 de cada 10 alumnos argentinos no alcanzan el nivel mínimo requerido.
Los datos surgen del informe “Los más favorecidos de Argentina, entre los menos favorecidos de la región. Resultados PISA 2022”, del Observatorio de Argentinos por la Educación, con autoría de Irene Kit (Asociación Civil Educación para Todos), Martín Nistal y Eugenia Orlicki (Observatorio de Argentinos por la Educación). A partir de los microdatos de PISA 2022, el documento analiza las diferencias de aprendizaje entre estudiantes de distintos niveles socioeconómicos, y pone foco en los resultados de los alumnos más favorecidos.
Los desempeños de los estudiantes argentinos del cuartil más rico sólo superan a los de sus pares del mismo cuartil en República Dominicana (55%), El Salvador (48%), Guatemala (48%) y Paraguay (42%). Es decir que Argentina está en el grupo de países con peores resultados por parte de los jóvenes más favorecidos.
Irene Kit explica: “La escuela secundaria enfrenta a los estudiantes a una nueva alfabetización. Deben comprender textos de mayor tamaño y complejidad e identificar las características de diferentes géneros textuales, formar juicio sobre lo leído. Este nuevo tiempo, de leer para aprender, es tan desafiante como lo fue en su momento aprender a leer. El sistema educativo argentino se encuentra aún lejos de esa meta. Sin una enseñanza eficaz, sistemática, articulada, aún estudiantes de hogares aventajados socioeconómicamente, tienen probabilidades de avanzar en su secundaria con pobre dominio de la comprensión lectora. 3 de cada 10 estudiantes de este nivel, solo pueden leer manteniéndose en el plano de los datos explícitos, los contextos familiares y las relaciones más sencillas entre información evidente. Ello implica que han tenido dificultades para trabajar con inferencias y para leer materiales que sean menos habituales y simples”.
En todos los países, los puntajes son mejores a medida que aumenta el nivel socioeconómico de los alumnos. En cada país, las mayores brechas de resultados están entre el cuartil 3 y el 4 (el más alto). Al comparar entre países, se observa que el puntaje del estrato más pobre de Chile (cuartil 1) es más alto que el de los jóvenes más favorecidos (cuartil 4) de República Dominicana, Guatemala y El Salvador, pero también es superior al de los cuartiles medios (2 y 3) de Panamá, Paraguay, Argentina, Colombia y Brasil.
“Los resultados de PISA señalan que en Argentina tenemos un problema de enseñanza a nivel sistémico, en todos los niveles socioeconómicos. Aquí no se salva nadie: los estudiantes de mayor poder adquisitivo están aprendiendo a pensar por sí mismos o desarrollando competencias para la vida. Por otro lado, los datos muestran que parte del problema tiene que ver también con la necesidad de que los alumnos puedan aprender a concentrarse y a terminar las tareas que emprenden, y puedan confiar en que su inteligencia no es algo fijo sino un atributo sobre el que pueden mejorar con esfuerzo. Estos resultados nos están dando pistas sobre la necesidad de trabajar estas cuestiones en la escuela, porque también son centrales al aprendizaje”, analiza Melina Furman, profesora de la Universidad de San Andrés e investigadora del Conicet.
Aunque existe una marcada relación entre el nivel de riqueza de los países y los aprendizajes, esa relación no es perfecta. Los alumnos argentinos del cuartil superior (los más ricos) están entre los de mayor nivel socioeconómico de la región (solo superados por Chile); sin embargo, sus resultados en PISA quedan por debajo de los de Uruguay, México, Brasil, Colombia, Perú y Panamá.
“El sistema educativo debe buscar nuevas formas de gestionar los procesos de enseñanza y aprendizaje para mejorar las competencias de los estudiantes, dado que incluso los más favorecidos obtienen resultados relativamente bajos cuando se los compara con estudiantes de contextos similares en otros países”, plantea Juan Cruz Perusia, investigador principal de Educación en CIPPEC. A partir de los datos del informe, Perusia destaca la necesidad de poner el foco en “la gestión de las expectativas de los estudiantes y, más específicamente, poder apoyarlos en el desarrollo de una ‘mentalidad de crecimiento’, que reconozca que la inteligencia no es algo fijo sino que se puede mejorar con trabajo, y esto redunda en reducción del estrés asociado a la escuela y en mejores resultados académicos”.
El informe también analiza algunas respuestas de los estudiantes de 15 años a los cuestionarios complementarios de PISA 2022. Con respecto a la motivación, el 51,7% de los estudiantes argentinos están de acuerdo o muy de acuerdo con la frase “Mi inteligencia es algo que uno no puede cambiar mucho”. A su vez, el 19% considera que no es perseverante en sus tareas, mientras que un 58% sí se considera perseverante y un 23% no se pronuncia al respecto.
“Los resultados de PISA revelan una inequidad persistente en la educación: aquellos con mayores recursos tienden a obtener un mejor rendimiento. Sin embargo, incluso en los estratos más altos, la falta de logros educativos es evidente, lo que sugiere que el problema va más allá de la distribución de recursos y afecta a la calidad en general. Todos los estudiantes argentinos tienen el potencial de aprender más y merecen la oportunidad de hacerlo. Por lo tanto, es crucial entender que, así como la crisis no se limita a un solo segmento de la población, tampoco puede hacerlo la solución. Los países que están en vías de mejora han logrado avances mediante acuerdos inclusivos y el compromiso de toda la sociedad”, señala Verónica Cipriota, directora ejecutiva de Enseñá por Argentina.
“Cada día que pasa, en nuestro país más niñas y niños quedan fuera de toda posibilidad de acceder a una educación de calidad. Ante esta realidad, los argentinos debemos unirnos y realizar todos los esfuerzos necesarios para mejorar y acompañar el acceso a una educación de calidad para los niños, niñas y jóvenes, teniendo en cuenta la gran diversidad y riqueza cultural de nuestra población. Nuestro modelo educativo debe ser transformado: sin educación no hay libertad, progreso, ni desarrollo humano posible”, afirma Verónica Figueroa, representante de la Red de ONG por la Educación en Salta.
“El sistema educativo presenta dificultades ‘endémicas’ que exceden el origen socioeconómico de los alumnos. Si bien algunos actores suponen que la asistencia a determinadas escuelas permite estar indemnes ante los problemas educativos (como los aprendizajes), el informe demuestra que los cuartiles más altos también están afectados en su rendimiento en el área de Lengua, y desmiente a los actores que señalan que sus hijos están preservados de los problemas que afectan a la educación en general”, analiza Sandra Ziegler (FLACSO). “Es importante trabajar en la desconfianza de los estudiantes acerca de sus posibilidades de superar sus obstáculos de aprendizaje, dado que asumir que alguien no tiene habilidad, implica claudicar frente al esfuerzo que supone el trabajo escolar”, concluye.
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