Hoy, 28 de mayo, en la República Argentina se conmemora el Día Nacional del Ceremonial, una fecha que resalta la importancia de las normas protocolares y el ceremonial en nuestra historia y cultura. Esta celebración, instituida por el Decreto Nacional Nº 1574/93, rinde homenaje al legado de aquel 28 de mayo de 1810, cuando se promulgó el primer reglamento protocolar en nuestro país.
El reglamento, conocido como “Instrucción para el Despacho y Ceremonial”, marcó un hito significativo al reconocer la relevancia del ceremonial público en la estructura institucional y política de la Argentina en ese momento histórico. Desde entonces, el ceremonial ha sido una herramienta fundamental para la organización de eventos oficiales y la proyección de la imagen cultural de nuestra Nación.
La Licenciada en Relaciones Públicas y Ceremonialista, Katia Ruiz, destaca cómo el ceremonial ha trascendido los ámbitos diplomáticos y estatales para integrarse en la vida cotidiana y empresarial. En sus palabras, el ceremonial no solo se limita a colocar símbolos nacionales en actos, sino que también constituye una carta de presentación que realza la imagen de las personas e instituciones.
Ruiz subraya además que: “el ceremonial y las normas protocolares actuales se han adaptado a las necesidades contemporáneas, facilitando las relaciones y la comunicación. Sin embargo, la CORTESÍA y la CALIDAD protocolar siguen siendo valores fundamentales en esta disciplina.
En este día, es importante recordar el Código Deontológico de la Organización Internacional de Ceremonial y Protocolo, que establece principios éticos para los profesionales de esta disciplina. Este código enfatiza la responsabilidad, lealtad y respeto entre colegas, así como la importancia de mantener la calma y la diplomacia en situaciones conflictivas
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El ceremonialista, debe actuar con especial responsabilidad y rigor en el caso situaciones que puedan suponer discriminaciones, será leal con sus colegas y se avendrá a fórmulas transaccionales, de diálogo, pacto y diplomacia cuando la ocasión o la controversia surgida lo requieran, debe mantener siempre una actitud abierta, cooperadora, y dispuesta al diálogo con sus colegas, especialmente en los casos de confluencia de organizaciones en un evento, que exija actuaciones y toma de decisiones colegiadas, por consenso o convicción.
Aún en caso de conflicto, no perderá la calma. La palabra, el ejemplo, la paciencia, la tolerancia, la comprensión y el respeto al discrepante serán sus mejores medios de convicción.
El protocolo no solo ordena personas, mesas, sillas, cubiertos, flores, carteles, que también. Además de eso, ayuda a la coordinación general del evento. En el fondo es un elemento más de la estructura del acto que no se ve, es invisible, pero ahí está.
En nuestros actos, el invitado, nuestro objetivo potencial, sí se da cuenta desde el minuto uno desde su llegada, si hay un protocolo, una línea de atención: quién lo recibe, quién lo saluda, dónde ha de dirigirse, dónde se ubica, qué ha de hacer en caso de formar parte del desarrollo de un acto, en qué momento participa, antes, después, si cierra el acto o no.
Por tanto, ese ceremonial y protocolo, también, afectan al anfitrión, al organizador: ha de recibir, ha de saludar, conoce el cronograma, conoce en qué momento participa, conoce si ha de ceder su puesto principal a una máxima autoridad o a su invitado de honor, qué lugar ha de ocupar en el palco principal o en la platea, si habla desde una mesa presidencial, o desde un atril. En fin, todas estas cuestiones redundan en la imagen y en la comunicación institucional. Es decir, TODO COMUNICA y debemos con responsabilidad asesorar a nuestra institución y a nuestro equipo de trabajo.
En este Día Nacional del Ceremonial, honramos nuestra profesión, reconociendo el papel fundamental en la construcción de nuestra identidad cultural y en el desarrollo de relaciones sociales y profesionales.
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