La detención injustificada de Maximiliano Ariel Acosta por parte de la Gendarmería Nacional ha generado una fuerte crítica hacia las fuerzas de seguridad en Argentina. El incidente, ocurriendo a principios de octubre, nos recuerda las fallas potenciales en los protocolos de identificación de sustancias sospechosas.
Acosta fue detenido durante un control de rutina en la Ruta Nacional 7. Lo que parecía al principio una operación exitosa contra el tráfico de drogas terminó siendo un claro malentendido. Los gendarmes, procediendo con su deber habitual, encontraron en posesión del acusado 18 envases de talco y, basándose en pruebas preliminares con reactivos, concluyeron que se trataba de cocaína. De manera irónica y trágica, su única “arma” fue su mercancía legal: polvo para pies.
El error de Gendarmería ha llevado a Patricia Bullrich a ofrecer explicaciones públicas. Su defensa del incidente, argumenta que “el talco siempre se confunde con cocaína”.
“No hay ninguna falla en ninguna investigación, el talco siempre se confunde con cocaína y las Fuerzas de Seguridad advirtieron que podía ser un falso positivo. Lamentablemente hasta que no se comprobó lo dejaron preso” aseguró.
Un inocente preso
La estancia de Acosta en el sistema penitenciario argentino no fue fácil. En las más de tres semanas que pasó tras las rejas, su madre Laura ha denunciado abusos y negligencias por parte de las autoridades.
“Lo maltrataron. Hablaban de golpe al narcotráfico. No lo dejaban ir al baño. Le robaron todas sus pertenencias, plata y su campera. Hablé con la fiscalía y me dijeron que lo iban a cuidar. Me mintieron”, manifestó en diálogo con el medio local Sitio Andino.
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