El experimento libertario sufrió varias críticas e incluso pronósticos anticipados de una rápida caída para el gobierno de Javier Milei. Sin embargo, lejos de ese destino fatídico, hoy la administración de La Libertad Avanza (LLA) goza de buena salud, en medio de una primavera financiera que ilusiona a los más ricos. Pero, ¿en qué lugar quedaron los pobres? Sin dudas, están más cerca del sótano que del piso, aunque se observan leves mejoras.
La pobreza alcanzó al 49,9% de la población en el tercer trimestre del año, según un informe del Observatorio de la Deuda Social Argentina (ODSA-UCA) basado en datos de la Encuesta Permanente de Hogares (EPH) del INDEC. Esto es, un 5,2 puntos frente al mismo período del año pasado (44,7%). Aunque, nobleza obliga, está debajo de los datos de principio de año, cuando llegó a superar a la mitad de la población (54,9% en el primer trimestre).
Esto implica que la pobreza alcanzó a 23.547.000 argentinos y continúa siendo la más alta de los últimos 20 años. En tanto, la indigencia subió del 11,9% al 12,9%, es decir, afectó a 6.063.000 personas.
Así y todo, el presidente se ufana de que la pobreza “baja”, aún con todos los recortes en prestaciones sociales, como el congelamiento y recorte de programas sociales, el desabastecimiento a comedores comunitarios, entre otros; y la poda a las jubilaciones y pensiones. Es que, para Milei “la reducción de la pobreza debe obedecer a mejoras que sean sostenibles en el tiempo” y a las ayudas sociales las observa como “artilugios politiqueros que a largo plazo sólo la incrementa”.
En esta “baja” de la pobreza, el director del Observatorio de la Deuda Social de la UCA, Agustín Salvia, resaltó que se observa una caída por el “efecto estadístico de la canasta básica alimentaria y total” con el ingreso de las familias, pero no se dilucida “si los hogares pudieron acceder efectivamente a la totalidad de la canasta, ya que si bien bajaron los precios de los alimentos, subieron los de los servicios”.
En ese sentido, el informe también releva que el 29,4% de los hogares recortó gastos en medicamentos, el 29,9% dejó de pagar tasas o impuestos, y el 27,1% no pudo abonar algún servicio.
“Hay un efecto estadístico que no está considerando el cambio en el gasto del presupuesto familiar, por eso la caída de la pobreza no se traduce en un aumento de consumo”, añadió el economista.
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