La diferencia entre lo que se paga en góndola por los productos agropecuarios y lo que recibe el productor alcanzó un promedio de 8,01 veces en agosto, según el Indice IPOD que elabora CAME. En alimentos como la uva, la diferencia fue de 48,9 veces, y en naranjas 14,7 veces.
Mientras los precios que paga el consumidor por las frutas y verduras continúan subiendo, los que recibe el productor por esos productos se mantiene estable o cae, ahogando a las economías regionales.
Según el Indice de Precios en Origen y Destino (IPOD) que elabora el Departamento de Economías Regionales de CAME para una canasta de 20 alimentos agropecuarios, en agosto la diferencia entre el precio que pagó el consumidor en góndola superó en 8,01 veces a lo que recibió el productor en el campo. Pero con algunas situaciones casi inexplicables: por la uva de mesa, aunque es la época de menor consumo del año, el consumidor pagó en agosto 48,9 veces más de lo que recibió el productor.
La amplia brecha entre el precio de origen y el precio de destino es un reflejo de las distorsiones en los valores de los productos que se producen hacia el interior de la cadena alimentaria, donde el productor es el principal perjudicado. Si bien hay productos que tienen estacionalidades, las diferencias llegan a ser injustificables.
En agosto, por ejemplo, el segundo producto más afectado por las distorsiones en el precio fue la naranja, con una brecha de 14,7 veces, seguido por la manzana roja (13,4 veces), pera (12,9 veces), arroz (11,64 veces) y limón (9,8 veces).
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