“Siempre que puedo vengo a la Patagonia, es mi tierra querida. Pero también es un lugar donde sufrí mucho porque el libro ‘La Patagonia Rebelde’ me costó mucho”, rememoró.
El escritor e historiador Osvaldo Bayer visitó el fin de semana la localidad de Puerto San Julián, donde presentó su filme “La Livertá” en el cual relata su vida durante el exilio.
El filme, dirigido por Gustavo Gzain, fue exhibido en el Cine Teatro “Talía” y básicamente trata sobre la vida de Bayer, pero con cuestiones muy intimistas, es decir la vida con su familia, sobre todo en Alemania, algo que casi no se ha mostrado.
Al respecto Gzain explicó: “tiene dos tramas: el genocidio mundial y el exilio de Osvaldo, el cual fue forzado. Este filme recalca un Bayer totalmente distinto, que cuenta un pensamiento de él luego de muchos años de pensar la vida y la humanidad. Desde ahí se habla de algo trascendental: lo que es el hombre y la libertad”.
Bayer afirmó: “siempre que puedo vengo a la Patagonia, es mi tierra querida. Pero también es un lugar donde sufrí mucho porque el libro ‘La Patagonia Rebelde’ me costó mucho. Viví mucha persecución por eso, me costó la libertad y la quema de mis libros durante la dictadura, una cosa totalmente injusta”.
“Yo había convocado a los diseñadores del Ejército Nacional a un debate público y les daba la oportunidad de que si había algo falso en mis escritos lo dijeran allí, pero no fue ninguno, esa fue su respuesta. Pero la cárcel y el exilio sí existieron y cuando regresé fue como volver al paraíso y me dije a mi mismo que ‘valió la pena esperar tanto'”.
Recientemente por iniciativa de los senadores María Ester Labado y Pablo González, Bayer fue distinguido con la mención de honor “Juana Azurduy de Padilla” por su aporte a la cultura nacional mediante su libro “La Patagonia Rebelde”.
Hay que recordar que la palabra “Livertá” se debe a la inscripción en la única cruz que quedaba en una fosa común patagónica que decía “A los caídos por la livertá”, donde se enterró a un centenar de obreros patagónicos fusilados en 1921, durante el gobierno de Hipólito Yrigoyen por el teniente coronel Varela, con la anuencia de los estancieros británicos.
La misma había sido hallada en el año 1973 por el propio historiador en Puerto Deseado.
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