Cuando llegó la noticia de que se había producido un incendio todos supieron que era algo grave. 14 fueron los muertos. Todo cambió en Río Turbio desde ese día. Los mineros hace años luchan por mejorar las condiciones de seguridad y eso también, todos lo saben.
Casi como una obligada necesidad se recuerda el noveno año de ocurrida la muerte de los 14 mineros de Río Turbio.
Casi 50 mineros lograron salir del infierno ese 14 de junio de 2004. Pero 14 hombres no lo consiguieron.
El rescate de los cuerpos duró días enteros y fue seguido paso a paso por la opinión pública del país con la ínfima esperanza de que apareciera alguno con vida.
Pero todo fue en vano: 14 días después de la tragedia los socorristas retiraron los últimos cuerpos carbonizados y se abrió así una investigación en busca de culpables que aparece hoy lejos de su final.
No fue un accidente, ni una catástrofe natural, ni un terremoto.
Y los verdaderos responsables de esta tragedia están libres.
Ahora al cumplirse doce años de tanta muerte se tiran las culpas unos a otros tratando de salvarse.
Ahora se culpan unos a otros quiere decir que sabían cuáles eran las medidas que había que tomar y no se tomaron.
Y en esta tragedia hay muchos cómplices porque sabían lo que hacia Taselli y lo dejaron hacer.
Sergio Taselli para “ahorrar” el sueldo de dos operarios, no puso al personal que debía controlar la cinta transportadora y murieron 14 mineros.
Esto determinó que nadie controlara a lo largo de un recorrido, la cinta transportadora que sube el carbón desde el fondo del socavón, esos controles, que no estaban, hubieran impedido el fuego que luego se propagó desde la unión 9 hasta la unión 14.
El simple cotejo de las condiciones en que los trabajadores ingresan hoy al yacimiento que apenas comienza a ser operado, a como lo hacían en oportunidad de la tragedia, es la prueba evidente de las responsabilidad del Estado y sus funcionarios que a su cargo tenían la obligación de velar por la seguridad de los trabajadores que perdieron la vida aquella noche.
Los autorescatadores con los que hoy ingresan los mineros, que garantizan oxigeno por 30 minutos de necesidad, de haber estado a su disposición en aquellos momentos, habrían salvado la vida a cada uno de los 14 mineros.
No es cierto que entre las siderales cifras de tardía inversión tantas veces prometida antes de la tragedia, el costo de estos elementos sea de 300 dólares estadounidenses.
El precio que pagamos por ellos es de inapreciable valor. La vida de 14 trabajadores, padres, hijos, esposos.
Un jeroglífico
La tragedia ocurrida en Río Turbio es mucho más que la muerte de 14 trabajadores. Encierra un jeroglífico de proporciones, que arranca desde hace décadas y expresa, brutalmente, que con reestatizar no alcanza.
En esta breve reseña intentaremos contar lo que no todos saben: Qué pasó en Río Turbio esos días. Qué dicen y qué hacen los mineros frente a lo ocurrido.
La tragedia ocurrida en Río Turbio enluta a los trabajadores argentinos y al pueblo todo, que recibió con tristeza y dolor las imágenes de la labor de obreros y socorristas en el afán de encontrar algo de vida en las entrañas de las minas de carbón.
La peligrosa combustión del grisú, mezcla de gas metano y aire que se desprende de las paredes de los yacimientos de carbón, consumieron en minutos las vigas de maderas que sostienen los techos y la tragedia se consumó: 37 trabajadores pudieron escapar, y 14 quedaron atrapados.
El respeto por las víctimas y sus familiares, y la congoja que todos sentimos, no deben alejarnos de la objetividad, y es necesario que nos preguntemos sobre las condiciones de trabajo en las minas de Río Turbio y, en consecuencia, si la tragedia pudo evitarse.
En ese sentido, cobran importancia las expresiones de los dirigentes de la Asociación de Trabajadores del Estado (ATE), respecto que la mina era un peligro latente y que no estaban dadas las mínimas condiciones de seguridad para los trabajadores, y que la tragedia ocurrió por falta de inversión y controles.
Algo de historia
La trayectoria de las minas de carbón de la cuenca del Río Turbio, desde sus inicios en 1942 conoce de períodos de auge, como en la década del `50 y hasta mediados del `70, con una producción anual de más de un millón de toneladas y 5.000 trabajadores operando, y de períodos de desolación, luego de la privatización realizado en 1994 durante el gobierno de Menem, con vaciamiento empresarial, una caída en los puestos de trabajo a menos de 1.000 trabajadores, y el riesgo concreto de convertir a Río Turbio en un pueblo fantasma.
Finalmente, la empresa que explota la mina de Yacimientos Carboníferos Río Turbio fue intervenida en el año 2002, poniendo fin a la escandalosa concesión e iniciando un nuevo proceso de explotación bajo la órbita de la Secretaría de Minería del Ministerio de Planificación Federal, Inversión Pública y Servicios.
Actividad de alto riesgo
La explotación minera es reconocida como una actividad de alto riesgo; sin embargo es preocupante que en Río Turbio, antes del accidente, se presentaran índices de accidentalidad significativamente más altos que el índice promedio de la actividad.
La comunidad de Río Turbio y la sociedad en su conjunto, necesitan conocer las causas del accidente y las responsabilidades del mismo, y los trabajadores requieren para su futuro desenvolvimiento la tranquilidad de trabajar todos los días dentro de pautas aceptables de seguridad.
Murieron por intoxicación y golpes
Todo comenzó en la noche del lunes 14 de junio de 2004. Un chispazo en uno de los rodillos de la cinta transportadora que saca a la superficie el carbón de la mina 5 habría iniciado el fuego.
Las vigas de madera que enmarcan las paredes y los techos de la mina se quemaron, lo que produjo derrumbes en varios sectores.
Las paredes, repletas de carbón, se fueron incendiando en cadena.
A medida que las llamas avanzaban fueron provocando más desmoronamientos.
En ese momento, había 43 mineros trabajando. Algunos consiguieron salir luego de caminar agarrándose de las manos y en medio de la oscuridad.
Antes, habían tratado de escapar en un camión. Pero el conductor, a causa del intenso humo, chocó contra una columna.
Otros 14 trabajadores no tuvieron la misma suerte. Y quedaron atrapados adentro, a 600 metros de profundidad y a 1500 metros de la entrada.
Enrique Godoy, segundo comandante médico del Escuadrón 43 de Gendarmería Nacional, fue el único hombre que ingresó en todas las brigadas de rescate: “murieron inmediatamente. Por intoxicación de monóxido de carbono o por golpes en el cuerpo ocasionados por posibles derrumbes”.
“Algunos hombres de la brigada y bomberos también se vieron afectados, intoxicados por monóxido, o bien golpeados por las piedras, adentro se corrieron muchos riesgos”, añadió el médico que debió certificar el estado de cada cuerpo.
“Dentro de la mina no se veía nada. Con las luces de los cascos que arrastrábamos al ras del suelo íbamos buscando a los hombres, la mayor parte del tiempo el humo no dejaba ver nada. Los últimos hombres fueron encontrados muy cerca del fuego”, detalló en declaraciones periodísticas.
En camillas cargaban los cuerpos y a pie los llevaban hasta la Unión 21, a más de mil metros del sitio de la tragedia.
Luego, la ambulancia realizaba los siete kilómetros por el centro de la montaña. La mayoría de los días las temperaturas alcanzaban los 100 grados centígrados.
Los primeros días, las tareas solo eran realizadas por los brigadistas mineros hombres entrenados para situaciones de rescate y el médico gendarme junto con sus hombres.
El entonces presidente Néstor Kirchner realizó un viaje relámpago a Río Turbio el miércoles por la tarde para dar su pésame a los familiares de los trabajadores hallados sin vida por los rescatistas.
“Fue un accidente. Ahora hay que determinar técnicamente si hubo negligencia o no, porque si hubo alguna responsabilidad las cosas van a ser muy claras, no se va a encubrir a nadie”, dijo en ese momento.
(Fuente: El Diario Nuevo Día)
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