Un sargento retirado citado como testigo por el principal acusado por las desapariciones reveló que aquel momento había firmado un relato falso por presiones y que los militantes del MTP José Díaz e Iván Ruiz fueron torturados.
Un sargento retirado del Ejército citado como testigo de la defensa del militar Alfredo Arrillaga, imputado como principal responsable de la desaparición de militantes del Movimiento Todos por la Patria (MTP) tras el copamiento del cuartel de La Tablada en 1989, terminó de hacer trizas la versión oficial inventada para encubrir los asesinatos y el ocultamiento de los cuerpos, convalidada entonces por el juez Gerardo Larrambebere y su secretario Alberto Nisman. Según ese relato, Cesar Ariel Quiroga, que conducía una ambulancia militar, fue quien recibió del mayor Jorge Varando a los detenidos José Díaz e Iván Ruiz y se los entregó al sargento ayudante Ricardo Esquivel, a quien los militantes del MTP habrían matado antes de lograr escapar. A casi treinta años de los hechos y a tres de su pase retiro, Quiroga desmintió esa historia ante el tribunal de San Martín, contó que firmó un relato falso “por presión y por miedo” a pedido del auditor militar Marcelo González Roberts y luego de advertirle a Nisman que “yo no dije eso”.
El ex sargento José Alberto Almada, testigo clave del juicio, denunció en 2004 que vio cómo dos oficiales torturaron a Díaz y a Ruiz luego de que se rindieran. “Uno de los chicos, eso quedó en mi conciencia muy lastimada, pedía ‘señor, regáleme la vida’, nunca me voy a olvidar”, relató. El mes pasado, citado como testigo por el Tribunal Oral Federal 4 de San Martín, contó que militares de civil “los sacaron vivos en un Ford Falcon blanco”, que Esquivel murió en el combate pero no ultimado por Ruiz y Díaz, denunció el encubrimiento y ratificó que recibió amenazas de la familia de Jorge Halperín, otro militar cuestionado por su actuación en La Tablada. “No soy el único que vio. Soy el único que se animó a decir la verdad”, acotó.
La declaración que el 14 de diciembre último sorprendió a las partes no fue la de Almada sino la de Quiroga, desmenuzada exhaustivamente en el diario del juicio por los desaparecidos de La Tablada que realizan miembros del portal La Retaguardia, FM La Caterva y Agencia Paco Urondo.
“A la noche se cortan los disparos. Me ordenan evacuar a un soldado que había muerto en la guardia de atrás y después me voy a Campo de Mayo a llevar el cuerpo. Eso fue lo que declaré en Morón, pero no es lo que firmé en Morón”, fue la primera afirmación del testigo que descolocó al abogado Hernán Silva, quien lo había citado para que ratificara la ficción ideada por Varando y por su defendido Arrillaga.
Quiroga recordó que “me empiezan a leer lo que había declarado, creo que era el secretario del juez Larrambebere” y entonces descubre que “había cosas que yo no había dicho”.
–Yo no dije eso –recordó que le advirtió al secretario, de quien aseguró no recordar el apellido pese a que la firma de Nisman, junto con la de Larrambebere, figuran en la declaración que tenía en su poder.
–Este es un trámite que hay que hacer por si en algún momento alguien reclama algo. Y hay que hacerlo y firmar, por la institución –fue la explicación que le brindó en aquel enero de 1989 el teniente auditor González Roberts, quien lo sacó de la sala para convencerlo de justificar el relato falso.
“Aclaro que actué por mi corta edad y trayectoria en la fuerza, por presión y por miedo. Por eso firmé lo que firmé. Hay cosas que no son reales. Y firmé… Hace 30 años que llevo esta mochila conmigo. Hay cosas que escribieron ahí que yo no viví. Me engancharon a mí porque yo tuve movimientos dentro del cuartel”, explicó el ex militar, que llevaba en 1989 tres años en el Ejército.
“Me hicieron decir que yo me encontré con un tal mayor Varando, cosa que niego. No lo conocí, no lo crucé, no transporté ningún subversivo. No conocí a ningún sargento Esquivel”, afirmó categórico Quiroga, que arrancó su declaración visiblemente nervioso y se mostró aliviado a medida que se sacó la mochila que implica encubrir ejecuciones y desapariciones. “Si me hubieran tomado mi declaración real yo no estaría acá hoy, porque no serviría. No hice nada raro, solo traslados y llevar y traer heridos de la puerta. Nunca tuve contacto con subversivos vivos”, agregó.
Más adelante, Quiroga sacó dos hojas amarillentas con su declaración de 1989. “Me dieron estas copias y me dijeron que las guardara, que eran por si alguna vez alguien preguntaba algo. Yo las traje pero no las leí, porque lo que estoy diciendo ahora es lo que viví”, agregó.
–Más allá de que entiendo su corta edad y este proceso que usted cuenta, ¿lo habló con alguien? –le preguntó el fiscal Carlos Cearras.
–No, no sabía con quién hablarlo. Ir a un abogado, tampoco. Estaba en la fuerza y tuve que seguir 30 años.
Cearras también le preguntó si le mostraron fotos. Quiroga respondió que sí, que le mostraron las fotos de Ruiz y de Díaz, le dijeron que era para que los reconociera si volvían a preguntarle, pero que nunca los vio.
(Fuente: Pagina 12.)
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