El ‘pingüino’ se infiltró en las competencias más destacadas que se desarrollan por estos días en Brasil. Allí el jiu jitsu es practicado por miles de personas. Conseguir un puesto en una competencia de este tipo es difícil. Fernando estuvo en el mundial y ayer consiguió el primer puesto en el Torneo Vikingos.
Finalmente, el deportista de Santa Cruz Fernando Vázquez cumplió con la meta de llegar a Brasil para competir en certámenes donde los mejores se presentan para probase a sí mismos el nivel con el que cuentan.
Luego de un pedido de ayuda económica, el riogalleguense, con apoyo de pocas personas, consiguió viajar y pagar las inscripciones, hospedaje y preparación.
En el mundial, “perdí la primera de categoría y me metí en absoluto, donde gané dos luchas y perdí la tercera”, declaró en las redes sociales: “Sé que la próxima volveremos más preparados para más”, aseguró.
El detalle
En declaraciones a Latidos, Fernando contó en detalle cada situación vivida: “Llegué el día 11 a Río, donde estuve entrenando en una academia que es un proyecto social y además metía preparación física en un gimnasio, el día 19 me vine para Sao Paulo”.
Lejos de sus afectos, de lugares conocidos y con un idioma e idiosincrasia diferentes, debió abrirse camino: “En realidad el viaje lo planificamos hacer con otros compañeros de la academia, lo primero que hice fue sacar el pasaje con meses de anticipación para la fecha prevista, busqué hostel o lugar para que estemos todos juntos y achicar gastos entre todos. No conozco nada acá, ni el idioma. Poco a poco se bajaron todos y me encontré con que era yo solo el que venía. Tengo una amiga que se llama Sarai que me comentó de una aplicación donde aparece gente que brinda hospedaje y te ayudan a conocer lugares y costumbres, me hice un perfil en esa aplicación y pude hacer contactos”.
Vía Internet, consiguió datos de diversas cosas que necesitaba saber previo al viaje: “Me advirtieron que en Río de Janeiro hay más lugares para practicar jiu jitsu, hablé con una chica del norte de Río de Janeiro, me cobró $ 150 por día y se encargaba de las compras de alimento”.
El tiempo pasaba y necesitaba ponerse en estado: “Empecé a entrenar en una academia que pertenece a un proyecto social al que asisten muchos luchadores, a ellos les gustó mi forma de luchar, me dejaron ir gratis, entonces me pude pagar una academia que quedaba cerca de donde estaba para hacer la preparación física. Estuve ahí del 11 al 29 de junio. En el hospedaje llegó un chico llamado Dell, mochilero, nos llevamos bien y salimos a conocer la ciudad. Fuimos a muchos museos hasta que lo acompañé a sacar su pasaje, porque se iba a Sao Paulo. Le pregunté a qué lugar iba y me dijo que a Jardín Romano, el mismo al que tenía que ir yo, nos reímos por la coincidencia y saqué el pasaje para viajar con él. Me vino de 10 porque la chica donde me hospedaba no salía de la casa; sabía que era un lugar un poco peligroso para andar sin conocer”.
Apenas llegó buscó un lugar para entrenar cerca del lugar donde se hospedaba: “Encontré el Creizzi Garra. Llegué un sábado y el lunes fui a entrenar con el equipo de competición de la academia, a ellos también les gustó mi forma de luchar y me permitieron ir gratis a los horarios de competición. Eso estuvo muy bueno porque tenían buen nivel. Eran 30-40 en una clase y el entrenamiento fue intensivo. Iba a la mañana y a la noche, metía muchas luchas”.
La comida
“Me preocupaba bastante la alimentación porque tenía que bajar de peso, porque mi categoría es Medio de 76 a 82 kilos y pretendía bajar a 80 para estar tranquilo, me tuve que cuidar con las comidas porque no traje suplementos”, relató. “En la casa donde estaba comía lo que podía. No pude seguir mi dieta, así que decidí relajarme y tranquilizarme, al fin de cuentas vine a aprender, a sacarme las ganas porque la idea es venir el año que viene con suplementación, más entrenado y seguir con la dieta, porque eso a la hora de luchar se nota mucho”.
En las competencias a las que fue, los atletas son muy suplementados y eso hace diferencia.
El mundial
Se anotó para participar en dos categorías, Medio y Absoluto, lo que significa que todos los competidores que tienen cinto Marrón de 20 a 30 años pueden enfrentarse, sin importar la estatura ni el peso. “En mi categoría Medio éramos 15. La primera lucha fue explosiva, mi retador me ganó por puntos. Hice ‘guardia’, que es una posición, me pasó y recuperé la guardia, no hubo mucha acción, nadie sumó muchos puntos. Reconozco que estaba tenso, no me podía relajar, sumado a que estaba todo su equipo en la tribuna alentándolo y yo me encontraba solo. Me sentía un poco incómodo”.
En Sao Paulo se encontró con su nutricionista, estaba con un instructor: “Ellos me ayudaron un poco guiándome. El que me ganó salió segundo”, comentó para dar relevancia a su propio nivel.
Para aprovechar el evento, se anotó para competir en Absoluto, donde “se mete el que quiere. La primera lucha fue con un chico de 100 kilos, hicimos una lucha muy explosiva, con muchos puntos para cada uno y llegando al final, logré que se rinda con una palanca de brazo y eso me permitió pasar a la segunda ronda. Ya en octavos peleé con un chico al que le hice muchos puntos, algo así como 18 a 0 y en cuartos me tocó con un luchador local, gigante de 2 metros y 120 kilos, me ganó, hizo que me rinda con su técnica y fuerza. Ahí se terminó el mundial para mí”.
Perder no lo desmoralizó: “Muchos de los que estaban los conocía por ver sus videos. Me saqué fotos con ellos, fue un momento muy especial. Ver lo que hacen en vivo es importante”.
Copa Vikingos
Descansó el sábado, aprovechó para comprarles ropa a sus hijos (tiene 2) y ayer, día de su cumpleaños N° 22, encaró para el gimnasio donde se realizaba la Copa Vikingos. “Tuve dos luchas en mi categoría Medio y Medio Pesado unificada, la primera íbamos luchando con un muchacho, él hizo algo que significa descalificación directa, lo descalificaron, se enojó y se fue del torneo; pasé a la final, al rival que me tocó le gané por puntos y salí campeón. El Absoluto era más tarde, como a las 19:00, y como era mi cumpleaños, volví a descansar”.
Tenía otros torneos en agenda, uno para el 14, pero llegó el 11 y como no conocía lugares, decidió entrenar y prepararse para el mundial con la firme intención de asistir el año entrante.
Agradecimientos
Primero que nada a su familia, que lo ayudó con todo lo que pudo. Su novia se quedó con los hijos, lo ayudó con la dieta preparando comida especial y cuidaba de los pequeños cuando debía hacer entrenamiento intensivo. “Mis viejos me ayudaron un montón con la plata que tenía que juntar. También recibí una ayuda de Deportes que me dio pasajes de Río Gallegos a Buenos Aires ida y vuelta en colectivo. Claudio Vidal también me ayudó, me donó dos cajas de pollo para la feria que hice y lo recaudado fue para la inscripción. Sushi Santo también me ayudó, ellos a veces me dan trabajo para que junte plata y pueda pagar mis entrenamientos, y aparte me pagan la mitad de mi preparador físico. Seguridad González me paga la otra mitad de mi preparador, a Taylor Suplementos que me suplementa. Agradezco a Néstor Adrián Barría, mi preparador físico y a todo mi equipo Aramis, que sin ellos nada sería posible, para mí es una motivación más a seguir, a veces caigo un poco y al leer todos los mensajes y concejos, me levanta el ánimo y me dan ganas de ir cada vez por más”.
Hoy viajará a Río para conocer una playa, no se lo quería perder; el 31 sale para Buenos Aires y de ahí de vuelta a casa en colectivo. Confía en que en algún momento reconocerán lo que hace y el apoyo llegará solo, de todos modos, su pensamiento tiene una meta fija: Volver a competir con los mejores.
(Fuente: La Opinión Austral.)
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