Luego de equivocarse de casa en un allanamiento y tras golpear a su madre y maniatar a su padrastro, Ignacio de 17 años recibió un disparo por parte de un policía en la cara a menos de dos metros de distancia y perdió un ojo. La jueza decidió liberar al policía pese a todas las pruebas en su contra.
Ignacio Seijas, de 17 años, perdió la vista de su ojo derecho el sábado 20 de junio, cuando un escuadrón de seis efectvos del GAD ingresó por la fuerza a la casa diminuta en la que vive con su madre, su padrastro y su hermanita en Villa Albertina, Lomas de Zamora. Primero maniataron a su padrastro, golpearon a su madre y luego se dirigieron al patio, que conecta con la pieza del adolescente. Allí, a corta distancia, el oficial le disparó en la cara. El allanamiento era por la denuncia del robo de electrodomésticos a una escuela cercana. Pero el domicilio estaba errado.
El oficial que descargó la perdigonada de su escopeta directo al rostro del adolescente fue Daniel Antonio, quien fue imputado y detenido cuando la causa, a pedido de la fiscalía y la querella, pasó de “lesiones graves” a “tentativa de homicidio agravado” y “vejaciones”, por las patadas y golpes que los integrantes del GAD le dieron al adolescente y su familia por dos horas.
Sin embargo, la jueza Marisa Salvo decidió revertir la carátula el jueves pasado y liberar a Antonio, cuando se cumplían dos meses del allanamiento del grupo especial de La Bonaerense, que no solo erró la dirección a allanar, sino que secuestraron electrodomésticos de la familia de Ignacio y de sus vecinos para montar un supuesto operativo exitoso.
En la apelación, la querella solicitó que también se ordene investigar al resto de los efecitvos del escuadrón del GAD, que actuaron con saña contra la familia, la “irresponsabilidad” del jefe del operativo y la “negligencia” en la investigación previa al allanamiento.
“Los argumentos de la jueza son muy difíciles de analizar porque tienen muchos absurdos jurídicos, que no resisten un análisis. Por ejemplo, sostiene que no existe dolo porque la fuerza tuvo la actitud tácita de no dañar por el uso de postas de goma, sin tomar en cuenta el allanamiento errado ni la paliza que le dieron a Nacho y a su madre”, explica Eduardo Gómez, abogado de la familia a PáginaI12.
La jueza también apuntó irregularidades en la toma del testimonio del adolescente, a pesar de que estuvo hospitalizado tras la paliza recibida, y validó algunos argumentos de la defensa del policía como la posibilidad de que el agente especial haya “temido por su vida” porque el joven tenía en su mano un cuchillo, que la familia explicó era para abrir la puerta que conecte el patio con el comedor de la casa; o que apuntó a la cara del joven porque no tenía lugar para hacerlo a las piernas.
“Lo arrestan y después lo liberan con mañas y trucos judiciales que utilizan para estos casos. Acá vino un policía y le voló un ojo a Nacho. Dicen que tuvo miedo, cuando tenía mil maneras de reducirlo, en lugar de dispararle, patearlo e insultarlo”, lamentó Nelson, padrasto del adolescente y víctima de la violencia del allanamiento. “No sé qué cabeza tienen los jueces, parece no entender lo que hacen, ellos no ven el sufrimiento de las familias y que a los pibes los sigue matando la policía”, cuestionó Nelson en diálogo con este diario.
Fuente: El Patagónico
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