“Debido a los sucesos que tuvieron lugar en el denominado Puerto Irma, situado a pocos kilómetros del casco céntrico de la localidad El Calafate, solicitamos se tenga bien declarar Sitio Histórico Provincial a dicho lugar”, afirma la nota elevada al Secretario de Cultura de Santa Cruz, Oscar Canto.
La nota que enviaron desde la “Comisión por la Memoria de las Huelgas del 21” , utiliza como referencia los siguientes textos de los libros de Osvaldo Bayer que citamos a continuación:
“Cuando los delegados obreros le señalan que ofrecen entregarse siempre que el gobierno nacional ponga en libertad a todos los detenidos por cuestiones sociales (Viñas Ibarra en su La Patagonia Rebelde parte oficial dice que además pedían “que se los deje en libertad para el trabajo conservando sus armas”) el capitán argentino les contesta “que si dentro de las 24 horas no se entregan incondicionalmente con todos sus caballos, sus armas y prisioneros, vadearé el río y los someteré por la fuerza”. La posición firme surte efecto. Antonio Soto ha hecho un último esfuerzo. Ha cruzado el lago en una embarcación y ha hablado esa noche en la asamblea. En ella se han dado dos posibilidades: o resistir o entregarse. En este grupo de La Leona hay solamente chilenos, toda peonada que no tiene la más mínima noción de sindicalismo ni de lucha. Antonio Soto les señala que hay una tercera posibilidad: pasar con los vaporcitos a Puerto Irma o Centinela y unirse con el grupo de “La Anita”.
“La moción de Antonio Soto es aprobada pero de los 180 hombres que participan, sólo ochenta lo seguirán. El resto, unos cien, resuelve comunicarle a Viñas Ibarra que se entregarán incondicionalmente desembarcando en Puerto Irma el 6 de diciembre y que la caballada la pasarán por Charles Fuhr. Y así ocurre. Allí estaban al amanecer del día 6 todos esperando, el vaporcito y las chatas, a que Viñas Ibarra ordenara el desembarco”.
“Los primeros en desembarcar serán los estancieros y administradores rehenes. Luego, la peonada. Entrega absolutamente todo lo que tiene: treinta winchester, mucha munición, bastantes víveres y los barcos intactos, según el parte oficial de Viñas Ibarra”.
“Los rehenes, que son ochenta en total, son saludados uno por uno por este último. Y ahí mismo, a poco de desembarcar, fusila sin más trámite a un chileno mal entrazado; esto fue presenciado por el señor Berberena, comerciante de la zona y durante largos años juez de paz.”
Libro Patagonia Rebelde, Página 191.
“Con respecto al grupo del Río Leona, parte del cual pereció en Estancia Anita, encontramos en Comandante Piedra Buena a dos sobrevivientes que aportaron datos que dan más luz acerca de la rendición de los huelguistas del norte del Lago Argentino.
Uno de ellos es Ricardo Abal, de 74 años, pampeano, que trabajaba en 1921 en la Estancia “Viedma 2”, de Lago Viedma. Nos relata que la columna huelguista de la zona de Viedma que marchó hacia el Río Leona estaba integrada aproximadamente por 100 trabajadores y dirigida por un chileno llamado Clodomiro Arenas. La intención era cumplir con la consigna que había llegado de Antonio Soto, es decir marchar todos al sur del Lago Argentino para concentrarse en Estancia “Anita”.
Lo primero era encontrarse con el grupo que venía por el Río Santa Cruz en la meseta de Fernando Fernández. Pero desde un principio hubo desinteligencias porque había gente que no entendía bien eso de la huelga. Arenas iba siempre delante de la columna pero atrás se producían muchas discusiones. Se hicieron repetidas asambleas. En éstas, Arenas los convencía de que Él consideraba jefe superior del movimiento a Antonio Soto y que iba recibir las instrucciones que él diera.
El encuentro con la columna con el río Santa Cruz no se pudo realizar y se estuvo acampando hasta que llegó la tropa de Viñas Ibarra a Charles Fuhr. Entonces se envió una comisión encabezada por el chileno Fariña, a quien Viñas Ibarra señaló que les exigía rendición incondicional y que atravesarán el lago en los vaporcitos y se presentaran todos el 5 de Diciembre en Puerto Irma, con armas y rehenes.
“Esa noche llegó Antonio Soto – continuó Abal – que me sorprendió por su juventud y que de apariencia era un tipo muy simpático. El arengó a la gente que debía trasladarse en los vaporcitos desde Biggieri a Punta Bandera para reunirse con los compañeros que estaban ya en Estancia “Anita”. Cuando se fue, se realizó la asamblea. La discusión fue muy brava. 60 del grupo se autocalificaron “Los cojonudos de Soto” resolvieron seguir las instrucciones y trasladarse a esa estancia. El resto resolvió entregarse, Clodomiro Arenas, muy amargado por la división tomó una resolución individual y arrancó para el lado de la estancia del Conde de Liniers. Yo por mi lado, me fui con el administrador de la estancia María Antonia, señor Smith, que lo habían tenido como rehén y ahora lo liberaron, de regreso para esa estancia. Luego que de los 60 cojonudos de Soto, 10 fueron fusilados en la estancia “Anita””.
El otro testimonio es de don Alonzo Dos Santos, domiciliado también en Piedra Buena, nacido en 1892 natural de Cabo Verde, portugués de nacionalidad. Señala que emigró en 1906 a Punta Arenas, donde los nativos de Cabo Verde constituían la sociedad extranjera más antigua de esa ciudad austral. En tiempos de la huelga era empleado de Brothers Sen y Jensen, casa de comercio instalada en la confluencia del río Leona al río Santa Cruz. Él era patrón de los vaporcitos. También lo fue posteriormente del “Don Lorenzo”, de la estancia “María Antonia”, del Irma y del barco de “El Quemado” de Helmich.
A don Alfonso Dos Santos le tocó trasladar a Punta Banderas a Soto y luego a los “Cojonudos de Soto”. Posteriormente trasladó a los que habían sentado rendirse hasta Puerto Irma, donde estaba el Ejército al mando del capitán Viñas Ibarra. “Lo que ocurrió allí fue una alevosía. Lo más bajo que se puede pensar fue hecho por la tropa con ese paisanaje. A uno por uno se les tomaba el nombre a medida que bajaban. Al primero que fusilaron fue al patrón del vaporcito “Irma”, que era un chileno de apellido Vera. Luego valió la justicia de los estancieros que venían con la tropa. Allí en Puerto Irma fueron fusilados varios peones, que cerca de un montón de arena que había en ese lugar y a otros en lo que hoy es Calafate, donde hay una piedra grande, cerca de lo del truco Amado. Otros dos trabajadores, de apellido Pantín y Oyarzún fueron fusilados por el Ejército en la sección “Guanacos” de la estancia María Antonia”.
“De acuerdo a todo lo expresado y considerando el valor fundamental que representa este lugar histórico esperamos que se pueda llevar a cabo la realización de dicho solicitud.
Sin más que agregar y esperando una pronta y positiva respuesta a nuestra solicitud lo saluda muy atentamente”, afirma la nota que está rubricada por Carlos Cobelo, integrante de la Comisión por la Memoria local.
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