Nadie puede negar que el ex presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, tiene una vida agitada. Se crio en la extrema pobreza, fue tornero y perdió un dedo trabajando, luego se convirtió en sindicalista y fue un perseguido durante la última dictadura militar. En 2003 se convirtió en presidente de su país y con sus políticas llevó a Brasil al esplendor, pero tocar intereses nunca es gratuito, fue condenado y estuvo 580 días en la cárcel. A pesar de estar inhabilitado para ejercer cargos públicos, espera contrarrestar esa medida en su contra y no descarta presentarse como candidato en las próximas elecciones presidenciales de su país y enfrentar a Jair Bolsonaro en 2022.
“Aprendí de una madre analfabeta que no podemos vivir resentidos, que debemos ser firmes y creer que la vida puede mejorar. Tengo mucho optimismo”, afirma Lula en diálogo con el diario El País.
Sobre el mal momento que le toca atravesar a Brasil con la pandemia y la mala política sanitaria que lleva adelante la actual administración, sostiene: “La democracia ha sufrido en Brasil un accidente por culpa de Bolsonaro. El presidente no se preocupa por la covid ni por la economía, la educación o las relaciones internacionales. Dejamos de comprar vacunas cuando podíamos adquirirlas, y hemos dejado de vacunar cuando debíamos. Ahora mismo, el mandatario sigue haciendo campaña contra la vacuna y contra el aislamiento. Es casi un genocidio. Brasil no merece esto”.
Con respecto al apoyo electoral que sigue tiene Jair Bolsonaro que ronda el 30%, el ex presidente opina: “Logró reunir a esa parte de la sociedad que es ultraconservadora, que defiende la pena de muerte y que la gente vaya armada al lugar de trabajo, a esos que rechazan a los negros, los derechos de las mujeres, los LGTBI, los sindicatos… Pero hay un 70% que no está de acuerdo. Y es ese 70% el que garantizará la democracia. Cuando llegue el momento, se van a pronunciar”.
Al ser consultado si se presentaría nuevamente como candidato a presidente en caso de ganar la batalla judicial que aún lleva adelante, Lula se animó a bromear con su edad y con esa posibilidad: “Gozo de una gran salud, y Joe Biden es mayor que yo y gobierna Estados Unidos.
En 2022, solo tendré 77 años, un pibe. Si en ese momento los partidos de izquierda entienden que puedo representarlos, no tengo ningún problema en hacerlo. El PT, sin embargo, tiene otras opciones, como Fernando Haddad, y algunos gobernadores. La única posibilidad de que sea yo, porque no voy a disputarlo con nadie, es que la gente entienda que soy el mejor candidato. Si no, me contentaré con salir a la calle para hacer campaña por un aliado nuestro”.
Haciendo un paralelismo sobre lo que le sucedió a Donald Trump en Estados Unidos y el futuro político de Bolsonaro, Lula se muestra optimista: “va a perder las elecciones, y la victoria será de alguien progresista, espero que sea el PT. Pero el presidente Bolsonaro ahora mismo está facilitando la venta de armas, y quienes las compran no son los trabajadores. ¿A quién le está vendiendo armas Bolsonaro? A la élite agrícola, a ex policías, a la banda que mató a Marielle (Franco, concejala de Río de Janeiro)… Si el PT vuelve a ganar las elecciones, desarmaremos al pueblo y recuperaremos el humanismo. Solo hay un remedio para este país: fortalecer la democracia. Tengo absolutamente claro que podemos volver a ganar las elecciones. Lo que parece imposible hoy será posible mañana. Este país es poderoso. No quiero que la sociedad vote a un Trump o a un troglodita como Bolsonaro nunca más. La gente tiene que votar a hombres que piensen en el bien”.
En cuanto al papel de las mujeres en la política de su país, el máximo referente del PT señaló: “Si hay una persona que ha apostado por las mujeres, ese soy yo. En el PT tuvimos a una presidenta y el 50% de mi partido son mujeres”.
También se tuvo tiempo para analizar la situación que atraviesa Sudamérica: “Soñé que era posible construir un bloque económico fuerte en Sudamérica, la región debe convencerse de que no puede seguir siendo la parte del mundo con más desocupados, más miseria y más violencia. Brasil tiene que recuperar el protagonismo internacional y esto es lo que Estados Unidos no quiere. No quieren competencia”.
Lula se muestra fuerte y se muestra muy optimista de que se caigan todas las operaciones judiciales que hay en su contra: “yo creo que ocurrirá. No sé si estaré vivo, pero, aunque esté en mi tumba, me levantaré por unos segundos de alegría porque por fin la verdad habrá salido a la luz la verdad”.
“La política está en mi ADN, es una parte de mi cuerpo. Cuando esta célula deje de cumplir su función y yo muera, dejaré de hacer política. Fuera de la política, no hay salida para la humanidad, para la democracia, para el crecimiento económico y la distribución de la riqueza. Todo depende de la política”, subrayó Lula.
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