Orlando Rivero: “Nunca dejé de ser ferroviario”

A pesar que pasaron casi 30 años desde su retiro, la pasión de Orlando Rivero por los temas ferroviarios se encuentra intacta. No pierde la oportunidad de contar anécdotas, mostrar recuerdos y hablar, como si hubiera sido ayer, de paso glorioso por el Club Ferro y por la empresa YCF.
Antes de ser homenajeado por el Municipio de Río Gallegos en un nuevo Día del Ferrocarril Argentino, Orlando Rivero recibe al equipo de prensa en su domicilio, una de las tantas casas que la empresa dispuso para su personal y que con el tiempo dio la oportunidad de adquirirlas.
Orlando muestra su orgullo y su amor por la empresa y por todos los temas ferroviarios, mientras muestra recuerdos y va saltando de tema en tema, hablando con detalles de cosas que pasaron hace décadas, como si hubieran sido ayer.
Tal es la exactitud, que recuerda que entró al YCF el 24 de febrero del año 1964, a los 22 años, y se retiró en 1992, por “algunas diferencias” con la conducción de ese momento. Cuando ingresó ya era un jugador consagrado de futbol en el club Ferro.
Oriundo de La Pampa, comenzó a trabajar en ferrocarriles en aquella provincia, luego se trasladó a Santa Cruz para hacer el Servicio Militar, y se quedó para siempre.
Entre las anécdota de aquella época, recuerda cuando desde el Boxing lo quisieron contratar para que juegue en su equipo, lo que generó tal malestar en su jefe (un fanático del Ferro que veía irse a uno de sus mejores jugadores), que decidió trasladarlo a Glen Cross en cercanías de Rio Turbio. Tal fue el revuelo que hasta tuvo que intervenir el presidente del Boxing.
Rivero siempre se sintió “un privilegiado” por trabajar en la empresa, y aunque se retiró a una edad relativamente temprana (57 años), recuerda que lo hizo porque sentía que había muchos jóvenes con ganas que merecían ocupar su lugar: “no puedo ser eterno en el trabajo cuando hay chicos esperando laburo”, dice el ex ferroviario, aunque reconoce que una vez retirado no la pasó muy bien, por la diferencia de sueldo.
De la empresa, una de las cosas que más resalta Orlando es el compañerismo y enseguida recuerda con detalles a más de una decena de personas que marcaron especialmente su día a día, en quienes confiaba, que le enseñaron a trabajar, y que estaban a su lado en los momentos más difíciles de la labor diaria.
Igualmente, no todo fueron buenos momentos. Cuenta Rivero que una vez quedó con un pie atrapado entre rieles y no podía liberarse, mientras se acercaba una locomotora marcha atrás cuyo conductor no lo veía. Alcanzó a salir y se pegó el susto de su vida, pero así y todo “nunca dije no puedo más”, ni tampoco se le ocurrió ni por un segundo dejar la empresa. A tal punto, que asegura que si volviera a nacer “volvería a ser ferroviario, y volvería a jugar con mi querido Club Ferro”.
“Nunca dejé de ser ferroviario”, asegura Orlando a pesar del tiempo que pasó desde su retiro, y tiene siempre la premisa de trasmitir a las nuevas generaciones el orgullo de pertenecer a la empresa, a la que le agradece por la posibilidad de tener su propia casa. “Después que me jubilé les dije a los chicos nuevos que cualquier duda que tengan me llamen, que los voy a guiar”, comentó Rivero, dando cuenta del profundo cariño y orgullo por su querida YCF.