El presidente Alberto Fernández asumirá el próximo martes la presidencia pro-témpore del Mercosur con el desafío de reimpulsar el desarrollo de las cadenas de suministros internas, mientras dentro del bloque regional se espera por la asunción de Luis Inácio Lula da Silva, un hecho que cambiará los equilibrios y la mirada respecto del comercio con otros actores nacionales o plurinacionales.
El mandatario argentino llegará el martes a la capital uruguaya para reivindicar que el Mercosur no es un ámbito menor para la Argentina, sino su principal instrumento de inserción económica internacional y constituye una verdadera política de Estado.
La cumbre de Montevideo, que comenzará el lunes con el encuentro de cancilleres, es, en los hechos, la última de la era del ultraderechista Jair Bolsonaro -quien probablemente no asista al encuentro- y la antesala de un nuevo Mercosur: el de un Brasil que acompañará el relanzamiento interno del bloque que pretende la Argentina y que, en la misma línea que propone la Casa Rosada, buscará relaciones comerciales “inteligentes” con terceros.
Cumbre del @mercosur
Avanzan los preparativos y ya esta lista la sala donde los Presidentes se tomaran la foto de família 📸😍 pic.twitter.com/NgzzorDv1F— MERCOSUR (@mercosur) December 3, 2022
Uruguay y una alianza por fuera del bloque
En ese contexto, el Gobierno uruguayo anunció esta semana su intención de sumarse al Acuerdo Transpacífico (que integran países como Perú, Nueva Zelanda y Australia); un gesto que valió una queja formal de sus tres socios comerciales, Argentina, Brasil y Paraguay, quienes lo calificaron de “unilateral” y contradictorio con los estatutos que rigen las relaciones dentro del bloque regional.
No es la primera vez que Montevideo realiza ese tipo de movimientos: en 2021, durante una cumbre virtual a causa de la pandemia de coronavirus, el presidente Luis Lacalle Pou acusó al Mercosur de ser un “lastre” para los intereses de su país; mientras que días antes de la última reunión celebrada en Asunción confirmó su interés de firmar un Tratado de Libre Comercio (TLC) con China.
“Más allá de que va en contra del tratado fundacional, hay una especie de modus operandi. La cancillería uruguaya hace estos anuncios que hacen mucho ruido, pero después pasan los días, los meses y no presentan nada más. Quizá, en el fondo, todo sea un posicionamiento de Lacalle Pou ante la opinión pública uruguaya”, explicó una fuente especializada en Mercosur a Télam.
Revitalizar al Mercosur
Al respecto, la llegada de Lula al Palacio do Planalto vendrá a revitalizar un espacio que Bolsonaro había menospreciado y a darle una nueva impronta, en la que se pueden esperar negociaciones con países como China, pero siempre dentro del Mercosur y por fuera de la figura del TLC.
“La clave es conseguir aperturas de mercados relevantes sin asumir obligaciones imposibles de cumplir, a través de una visión comercial integrada y una capacidad de coordinación para atender a cada uno de nuestros intereses nacionales”, comentaron fuentes cercanas al Palacio San Martín.
En ese mismo sentido opinó el embajador argentino en Brasil, Daniel Scioli, quien sostiene que Argentina “no se cierra a ningún acuerdo” pero aclara que cualquier avance se tiene que dar “desde el bloque” para que “no sea en decrecimiento” los sectores productivos de los países socios.
Sin embargo, en un bloque en el que cualquier decisión se debe tomar por consenso, el comercio, en cualquier escala, podría contar con trabas adicionales e inesperadas.
Por ejemplo, a la amenaza uruguaya de un TLC unilateral con China, y al tiempo que Brasil y Argentina imaginan un acuerdo “inteligente” con Beijing, la reticencia podría llegar desde Asunción del Paraguay, que mantiene relaciones diplomáticas con Taiwan y, por ello, no cuenta con diálogo con el gigante asiático.
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