Después de la polémica generada por el aterrizaje del nuevo avión presidencial en su llegada a la ciudad de Buenos Aires, este miércoles trascendió que uno de los comandantes a bordo aquel día de mayo presentó su renuncia. Se trata de Leonardo Luis Barone, informó el portal de Infobae.
La aeronave oficial, un Boeing 757-200 que reemplazará al Tango 01, llegó a finales del mes pasado al país y causó un enorme revuelo por un movimiento arriesgado que realizó Barone para aterrizar. En las comunicaciones del vuelo se puede escuchar cómo el comandante interpreta mal las indicaciones de los controladores aéreos y luego corrige el curso. La maniobra puso en peligro al resto de los aviones comerciales que se encontraban en la zona a punto de descender en el Aeroparque Jorge Newbery. Vale recordar que además de Barone, el otro comandante a bordo aquel día era Juan Pablo Pinto.
En el diálogo que mantuvo el piloto del avión con las torres de control de Ezeiza y de Aeroparque se puede escuchar como Barone hace caso omiso a las indicaciones de los controladores aéreos. Aunque el avión presidencial siempre tiene prioridad, este caso es particular porque la aeronave no trasladaba a Alberto Fernández. Sin embargo, el piloto insistió en pedir autorización a los controladores para realizar la maniobra, lo que le valió la advertencia de los controladores al menos en tres oportunidades.
En el comienzo del audio, Barone avisa que tenía autorización previa para descender en un sector al que denomina 13. Pero un controlador le indica que no lo haga porque había otros vuelos con prioridad: “No, usted está ahora en Baires (Torre de control de Ezeiza) y tiene cuatro tránsitos que lo preceden y (fueron) desviados por meteorología. Mantenga nivel de vuelo 100″.
En otro momento, el controlador le solicita al piloto del avión presidencial que se mantenga a 3.000 pies y que aguarde unos minutos para que se libere el espacio aéreo sobre el Aeropuerto de San Fernando para autorizar el pedido. El diálogo se volvió confuso:
Controlador: “Mantenga a 3.000. Deme dos minutos que liberemos el ATZ de SANFER y le doy el libre descenso”.
Barone: “Ah, entendí que era libre descenso. Lo vamos manteniendo… 2300 pies”.
Controlador: “Yo nunca le di libre descenso”.
Barone: “Perdón. Estamos a 3.000 pies. Liberado 3.000 pies”.
Como se puede advertir en la comunicación, la maniobra interfirió con la normal operatoria de los aviones comerciales que tiene que aterrizar y despegar, sumado a un clima riguroso y tormentoso.
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